La Federación Mexicana de Futbol ha hecho todo un show alrededor de la naturalización y llamado de Julián Quiñones a la Selección Nacional.
¿Alguien recuerda un ‘circo’ similar al que ha montado la Federación Mexicana de Futbol alrededor de Julián Quiñones, su naturalización y convocatoria a la Selección Nacional?
Desde que el delantero hizo públicas sus intenciones de jugar por México y no por su natal Colombia —en donde tenía pocas garantías de ser llamado y menos de ser titular—, todo el aparato alrededor del Tricolor ha montado un show barato.
Primero el técnico Jaime Lozano, quien semanas atrás declaró que los naturalizados no tendrían prioridad sobre los mexicanos por nacimiento, curiosamente cambió de opinión y aseguró que no hay otro futbolista como Quiñones, que ya había hablado con él y que en cuanto fuera elegible sería considerado.
La cosa no quedó ahí. A “alguien” se le ocurrió que era buena idea “convocar” al atacante para entrenar, sí, para que entrenara con la Selección, pues todavía no era elegible porque no había concluido su trámite de naturalización. Pero era “importante” que se fuera integrando al grupo y conociendo la “filosofía” del ‘Jimmy’. Al menos eso intentaron explicar.
Entonces empezó el show. Lo vistieron con la indumentaria del equipo, presumieron sus fotos en redes sociales y enaltecieron el hecho como si se tratara de un verdadero acontecimiento. El pequeño detalle es que en ese momento el americanista todavía no podía recibir una convocatoria.
El acto más reciente de la telenovela producida por el comisionado de la FMF, Juan Carlos Rodríguez, se presentó el jueves de esta semana: desde la cuenta de ‘X’ —antes Twitter— de la Selección Mexicana se empezaron a lanzar mensajes misteriosos con la silueta de Quiñones para posteriormente publicar un video en el que el futbolista supuestamente registra sus datos como edad, peso, comida favorita, y el más importante, su nacionalidad.
A la par, desde las redes sociales de la FMF emitieron un comunicado para decretar, sí, para decretar el fin de la polémica en torno a los futbolistas naturalizados en el Tricolor.
Explicaron que no hay mexicanos de primera ni de segunda, se apegaron al artículo de la Constitución (30) que reconoce a mexicanos por nacimiento y naturalización, y concluyen que para “ellos”, es decir Rodríguez y sus secuaces, está concluido el debate al respecto. Como si “ellos” pudieran controlar el pulso de las conversaciones, ya sean de café o en medios de comunicación.
En su intento por “normalizar” el llamado a la Selección Mexicana de un futbolista naturalizado, la FMF no ha hecho otra cosa que no sea magnificar la situación, ponerla en el plano público, montar un show barato en las redes sociales, para que después el mismo organismo con un boletín pretenda que ya se deje de hablar al respecto.
Esos son los “nuevos tiempos” del futbol mexicano cortesía de la ‘Bomba’ Rodríguez. Con toda certeza no han reparado en lo absoluto acerca del impacto que causarán en otros jugadores sus fiestas y ponerse de tapete de Julián Quiñones.
¿O qué pensará un jugador que no ha sido convocado al Tri y tiene argumentos y nivel para aspirar a un llamado, cuando a uno de sus colegas ya lo consideraron para “entrenar” pese a que no se podía e hicieron el anuncio de su inminente aparición en la lista con un penoso circo mediático?
¿Es así como van a “normalizar” que la Federación y Jaime Lozano le abran las puertas a los naturalizados? ¿Quién sigue? ¿Qué otra ocurrencia tienen en mente los “genios” de la comunicación que llegaron a la Selección Mexicana?
En medio de todo esto el menos culpable es Julián Quiñones, él tomó una decisión —válida— que fue apostar por jugar en el Tri y no pelear por un llamado a Colombia; sin embargo, deberá agradecerle a los directivos y al propio Jaime Lozano que tendrá los reflectores encima de forma permanente y que la afición y muchos medios de comunicación esperarán que sea el ‘Messi’ del Tri.
A ese nivel lo elevaron, pues eso quieren de él. En la telenovela de la FMF Quiñones es el protagonista y el héroe salvador, así que más le vale no defraudar a los guionistas.