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Italia, ante una posible alegría tras la tristeza

Italia cayó en tiempo de descuento ante Macedonia del Norte en Palermo y quedó afuera del Mundial de Qatar. Getty Images

La Selección Italiana cerrará, a finales de 2022, uno de los ciclos mundialistas más extraños de la historia: la frustración por quedarse a las puertas del Mundial de Rusia 2018 pareció quedar en el olvido con la obtención de la Eurocopa 2020 de la mano de Roberto Mancini, pero otro traspié en el repechaje continental dejó a la Azzurra afuera de la Copa del Mundo por segunda edición consecutiva, un suceso inédito.

Italia no será el primer campeón europeo que falte a un Mundial: Checoslovaquia no pudo revalidar el título conseguido en Yugoslavia 1976; Dinamarca dio la nota en Suecia 1992, pero no le alcanzó para acceder al torneo más importante de selecciones; y Grecia, la otra gran sorpresa contemporánea en el Viejo Continente, no trascendió a nivel global tras el oro ganado en Portugal 2004. No obstante, ninguno de esos países tenía la responsabilidad de uno los combinados nacionales más tradicionales, icónicos y constantes del planeta.

Si la caída ante Suecia en noviembre de 2017 puede ser denominada Crónica de una muerte anunciada, tras dos Copas del Mundo, las inmediatamente posteriores a su cuarta estrella, en las que la Azzurra no superó la fase de grupos, lo que sucedió ante la ignota Macedonia del Norte en marzo del presente año puede ser considerado Papeles inesperados, pues los dirigidos por Mancini llegaban con el mote de campeones de Europa.

“Desastre”, “Al infierno”, “Tragedia”, "Increíble" y "Siamo fuori" titularon algunos de los medios más importantes del país tras el revés sufrido en Palermo. La repercusión por una derrota que no estaba en los planes fue muy grande, pero Italia (también) había perdido puntos en las Eliminatorias contra Suiza, Irlanda del Norte y Bulgaria, por lo que el elenco helvético se adjudicó la clasificación.

El año pasado, cuando Argentina e Italia se encontraban en las mieles de sendos triunfos continentales que habían tenido que esperar 18 y 53 años, respectivamente, la CONMEBOL y la UEFA arreglaron la disputa de la Finalissima, una especie de reedición de la extinta Copa Artemio Franchi, precursora de la también desaparecida Copa Confederaciones de la FIFA.

Aunque la Albiceleste tenía el camino hacia Qatar más allanado que su par europeo, difícil era augurar la ausencia en la cita mundialista de una potencia a nivel global que se encontraba en estado de gracia tras dejar en el camino a Austria, Bélgica, España e Inglaterra en la EURO 2020, postergada un año por la pandemia de coronavirus.

Consumada la eliminación de Itallia, la Finalissima, pensada como una fiesta para celebrar los títulos de América y Europa en vísperas del Mundial, adquiere un valor especial: Argentina tomará el encuentro como una preparación para Qatar (será una interesante prueba, ya que en su invicto de 31 partidos tan solo enfrentó a una selección europea: 2-2 en octubre de 2019 frnte a una diezmada Alemania), pero Italia tiene, en el mítico estadio de Wembley, la oportunidad de sonreír en medio de la desgracia y, fundamentalmente, plantar una semilla que pueda germinar con vistas a 2026.

En el mismo recinto, hace poco menos de once meses, Gianluigi Donnarumma, pieza angular del recambio que Mancini emprendió tras la no clasificación a Rusia, se convirtió en héroe en la tanda de penales ante el seleccionado local.

Ganar un trofeo, por más que no sea oficial, ante un equipo que no pierde hace casi tres años, le brindaría a la Azzurra una necesaria tranquilidad para afrontar los próximos meses de trabajo, aunque ningún resultado pueda tapar el dolor derivado de perderse otro Mundial, el tercero de su historia y el segundo en fila (Suecia 1958 y Rusia 2018).

La decisión dirigencial de respaldar al experimentado entrenador responde a la idea de mantener el proyecto que arrancó hace un cuatrienio e incluye a los jóvenes Federico Chiesa, Nicolò Barella, Alessandro Bastoni, Lorenzo Pellegrini, Sandro Tonali, Manuel Locatelli, Gianluca Scamacca, Giacomo Raspadori, Davie Frattesi y el susodicho Donnarumma, además de los veteranos Marco Verratti, Jorginho, Leonardo Bonucci, Ciro Immobile y Domenico Berardi, como figuras rutilantes.

El equipo campeón del mundo en 1934, 1938, 1982 y 2006 no solo se consagró en la EURO, sino que accedió al Final Four de la UEFA Nations League 2020/21 -la próxima edición quizás sea el objetivo a corto plazo más tangible- y encadenó 37 encuentros sin derrotas entre 2018 y 2021 (30 victorias y 7 empates, con 93 goles a favor y 12 en contra), el mayor invicto en la historia del fútbol de selecciones. En las semis del novedoso torneo europeo, España se vengó y le puso fin a la racha de su reciente verdugo.

En conferencia de prensa, Mancini indicó que este partido no iba a mitigar el dolor por perderse el Mundial y anunció un "fin de un ciclo", despedida de Giorgio Chiellini mediante. Sin embargo, deslizó que no iba a tomar medidas extremas. "Esto no quiere decir que 15 o 20 jugadores vayan a desaparecer. Después de mañana van a entrar algunos futbolistas, porque necesitamos que agarren experiencia", añadió.

Bonucci, desde el jueves capitán del equipo en reemplazo de su histórico compañero de zaga, coincidió con el entrenador: "Nos sigue doliendo bastante. Hicimos muchos errores y por eso no nos clasificamos al Mundial, la culpa es nuestra. Nosotros escribimos la historia en este estadio y mañana va a ser un partido muy importante para empezar desde cero y poner a Italia donde siempre se ha merecido estar". Quizás de eso se trate la Finalissima para Italia: de empezar de cero.

Desde las 15:45 de este miércoles (19:45 hora local), en la templada ciudad de Londres, tendrá lugar un partido que se antojaba en igualdad de condiciones, pero exhibirá realidades opuestas: un equipo que festeja, quizás por última vez, la gloria conseguida en el Maracaná, y otro que agacha la cabeza y mira hacia adelante, con el objetivo de volver a ser, como el domingo 11 de julio de 2021, curiosamente también en Wembley.

Además de otorgarle un título impulsado por las dos confederaciones continentales más importantes, una victoria ante una envalentonada Albiceleste le permitirá a Italia, de paso, sonreír en medio de una tristeza que recién podrá quedar atrás en cuatro años, cuando tenga la chance de pelear otra vez por la quinta Copa del Mundo. Ese proceso de reconstrucción puede empezar en breves horas, en la Finalissima ante Argentina.