<
>

Cien historias rumbo a Qatar 2022: Sadio Mané, la sonrisa de Bambali y de todo Senegal

Sadio Mané, héroe de su pueblo Getty Images

Una noche, el adolescente Sadio Mané se marchó con absoluto sigilo de su humilde hogar y emprendió un viaje peligroso, secreto, solitario y desesperado. Tenía 15 años y no podía esperar ni un día más para ir en busca de su sueño de ser futbolista profesional. Debía llegar a Dakar, la capital de Senegal, y para hacerlo era necesario atravesar el dolor por huir de su familia, que necesitaba de él para trabajar el campo, su único y exiguo sustento de vida. Con el enorme peso de la mentira en sus espaldas, caminó un largo trecho y tomó el autobús hacia la gran ciudad. Pero antes de subir miró hacia atrás, imaginó el futuro y sonrió. Supo que aquella osadía valdría la pena.

La estrella del seleccionado senegalés que jugará la Copa del Mundo de Qatar 2022 nació en una choza con techo de chapa ubicada en la postergada aldea de Bambali (ciudad de Sédhiou, área de Casamanza). Hoy, treinta años más tarde, en ese exacto lugar hay una gran casa donde viven 40 personas con todas las comodidades. Además, en el pueblo hay un hospital, una oficina de correos, una estación de servicios y los alumnos de la escuela cuentan con computadoras individuales. La vida de una comunidad entera cambió gracias a la decisión rebelde de un adolescente, allá por 2007.

Sadio Mané se fue para salvar a su gente. Para entregarles una oportunidad a los que nunca la tienen. Quizás, mientras transitaba los 400 kilómetros hacia la desconocida capital, con la cabeza apoyada en la ventanilla, divisó todo lo que el dinero del generoso fútbol europeo le iba a permitir hacer en las tierras que ahora abandonaba. O quizás el miedo de la exigencia no le permitió pensar en nada más que en un presente todavía más angustiante que el futuro.

Lo cierto es que su primera estadía en Dakar duró muy poco porque su madre y su tío Ibrahim lo fueron a buscar para regresar a Bambali. "Me crié en un lugar donde no les gustaba el fútbol y jugué descalzo en la calle hasta los quince años. Se me consideraba el mejor jugador del pueblo, pero nadie en mi familia quería que fuera futbolista. Pero yo estaba totalmente convencido de que cuando me fuera podría serlo. Lo único que me preocupaba era cómo", afirmó Mané en el documental Made in Senegal. La persistencia del joven Sadio fue tal que la segunda vez que emprendió el viaje a Dakar lo hizo con el concentimiento familiar.

El sitio elegido para demostrar su juego fue la academia Generation Foot, la más importante del país. Pero incluso allí, donde se desempeñan jóvenes futbolistas de todo Senegal, él era un muchacho singular. Por su talento y por sus escasos recursos."¿Cómo vas a hacer para jugar con esos zapatos? ¿Y esos pantalones? ¿No tienes unos de fútbol?", le preguntaron los entrenadores en sus primeros partidos. Mané no tenía nada más que un descomunal talento. Y nunca necesitó más.

Oliver Kay, periodista de The Athletic, viajó a Bambali para conocer la casa materna de Mané y allí pasó unos días con su familia. En el reportaje, el director técnico Ibrahima Diarra describe a la tierra natal del ídolo como "un lugar con muy poco fútbol organizado. Incluso en Ziguinchor (capital de Casamanza), no tenemos los recursos. Puede que tengamos 50 muchachos pero solo dos o tres entrenadores. Los balones son muy caros y la mayoría de las canchas son de arena".

Por eso Mané estaba tan seguro de que la única forma que tenía para ayudar a su familia a través del fútbol era atravesar las penurias del exilio. Diambars, Generation Foot y Sacre Coeur son las academias de formación que tienen lazos con equipos de la liga francesa y en 2011 dio el paso más importante y más largo: fue transferido a Metz. Allí hizo su debut profesional a los 19 años, una edad avanzada para un jugador de su categoría. Introvertido y humilde, pasaba la mayor parte del tiempo en el campo de entrenamiento, un estilo de vida opuesto al de sus jóvenes colegas.

Esas diferencias con el prototipo de futbolista actual se hicieron todavía más marcadas en los años siguientes. Sadio Mané hace culto de una humildad cristalina, genuina. Vive lejos de los flashes, de las ostentaciones y de los lujos mundanos del profesional de hoy. “¿Por qué querría tener 10 Ferraris, 20 relojes con diamantes y dos aviones? ¿Qué harían estos objetos por mí y por el mundo?", se preguntó en una entrevista con TeleDakar en 2019. La interpelación, tan simple y obvia planteada de ese modo, es una absoluta rareza en el fútbol de hoy.

“He tenido hambre. Tuve que trabajar en los campos. Jugué al fútbol descalzo. Hoy, con lo que gano a través del fútbol, ​​puedo ayudar a mi gente. No necesito mostrar autos de lujo, casas de lujo, viajes o menos aún aviones. Prefiero que mi gente reciba un poco de lo que la vida me ha dado”, agregó y le puso palabras a los hechos que vinieron mucho antes. Mané es mucho más que el benefector de su pueblo. Es el héroe, el símbolo y el orgullo.

Senegal está en el puesto 155 sobre 196 en la lista de PBI per cápita, por debajo de otros países africanos como Ghana, Nigeria, Congo, Kenia y Costa de Marfil. En cuanto al Índice de Desarrollo Humano, elaborado por la ONU y compuesto por la esperanza de vida, la educación y el ingreso per cápita, ocupa el puesto 168 y está catalogado como país de IDH bajo, junto con otras 31 naciones. Es decir que la patria de Sadio Mané es una de las más pobres y menos desarrolladas del mundo. Por eso, su aporte se hace aún más valioso.

Gracias a la inversión (sí, a la inversión) del actual jugador de Bayern Munich, Bambali es uno de los pueblos más prósperos de la zona. La Lycee Moderne Bambali, la escuela, fue ampliada y ahora cuenta con modernas instalaciones en las que más alumnos pueden estudiar con mejor equipamiento. En el artículo de The Athletic se le dio voz al lugareño Bacary Diatta, quien afirmó: “Mané construyó esto. No con las manos, sino con los pies. Quería construir algo para la gente de Bambali”. Alrededor de 200.000 euros se invirtieron en la remodelación total de la institución educativa.

Más del doble fue destinado para la construcción de un hospital, que sirve no solo a Bambali, sino a más de 34 villas cercanas. Además de la obligación moral que siempre ha sentido Mané hacia su comunidad, un motivo íntimo hay detrás de este proyecto. Su padre falleció cuando él tenía solo 7 años por la falta de un centro de salud adecuado en la zona: "estaba jugando al fútbol cuando vino mi hermano para decirme que mi padre estaba muerto. No lo podía creer. Solo tenía un dolor de estómago, pero solo pudo ir a ver a un sanador en otro pueblo y allí murió". La fuerza que lo empuja a estas transformaciones es el anhelo de que ningún otro niño sufra por lo mismo.

Senegal tiene 16 millones de habitantes y la cuarta parte vive en la región de Dakar, que está ubicada en el 0,3 por ciento del territorio. Esto significa que si la capital, donde se concentra la riqueza, es pobre, el resto del país lo es aún más. En el último censo, la comunidad rural de Bambali tenía 17.146 habitantes, que viven en su mayoría de la pesca y la agricultura, sobre todo de plátanos. El trabajo se hace con equipos arcaicos y sin condiciones de seguridad. La mayoría de los niños que allí nacen continuarán las tareas de la granja de su familia, tal cual estaba escrito en el destino de Sadio Mané de no haber mediado su libre albedrío. Sin emabargo, gracias a su invaluable aporte, la vida de varios de ellos cambiará en el futuro.

Además de la escuela y el hospital, la exestrella de Liverpool construyó una mezquita, una oficina de correos, una estación de servicio y varios campos de juego. Salud, educación, religión, cultura, comunicación y fútbol. Cada aspecto importante para el desarrollo de una comunidad fue cubierto por la decisión política del ídolo. Además, la provisión de camisetas es continua y también ha contribuido con una suma a cada familia del pueblo, algo así como 65 euros a cada persona.

En casi todos los hogares de Bambali hay carteles y afiches con imágenes de Mané, tal como corresponde a un ícono popular. En su artículo, Oliver Kay describió el mensaje de esos carteles: "l’enfant de Bambali, le fier de toute une nation" ("hijo de Bambali, orgullo de toda una nación"). Además, en el umbral de la casa familiar hay una inscripción con la leyenda "Nianthio", que significa "león y guerrero". Así lo ven sus compatriotas. No como un crack mundial, sino como el guerrero que los defiende.

"No te olvidés del pago si te vas pa' la ciudad, cuanti más lejos te vayas más te tenés que acordar", canta Alfredo Zitarrosa y en su verso esconde una obligación, más allá de la recomendación implícita. Sadio Mané no habrá escuchado al poeta oriental, pero sí conoce el valor de esas palabras. Cada jugada deslumbrante bajo las luces europeas tuvo y tendrá un propósito urgente en las tierras de Bambali.