Cuatro años (y medio) de espera, 1460 (1640) días de ansiedad y 35.040 (39.360) horas de tensión. Con ese peso se juegan los partidos inaugurales de las Copas del Mundo. Y, a contramano del lugar común que exacerba la dificultad de jugar con presión, a lo largo de la historia los encuentros iniciales han sido emotivos, sorprendentes y, sobre todo en los últimos tiempos, abiertos y con buen juego.
Quizás, el motivo de esto sean la simples ganas de jugar. El impulso amateur, casi salvaje. La ansiedad por salir a la cancha, por dejar de pensar en qué puede ocurrir y vivir. Entonces, los equipos que abren los Mundiales juegan sin medir las consecuencias. Esas sensaciones vivirán el próximo domingo 20 de noviembre el anfitrión Qatar y Ecuador en el estadio Al Khor.
Los partidos inaugurales tienen sus historias particulares y forman un universo aparte. Hubo sorpresas legendarias, grandes actuaciones individuales, resultados trepidantes y goleadas. Además, la solo expectativa por el comienzo de la gran fiesta le da un atractivo especial, como si cualquier cosa que allí ocurriera fuera suficiente para dotarlo de encanto.
Es posible marcar diferentes épocas a la hora de hablar del inicio de las Copas del Mundo. Al principio hubo goleadas, luego se repitieron los duelos igualados y sin goles, más tarde llegaron las sorpresas rotundas y finalmente en los últimos tiempos disfrutamos de los partidos de buen nivel, abiertos y con ganas de jugar.
Qatar y Ecuador buscarán continuar con este espíritu. Casi siempre hubo al menos un protagonista de gran prestigio histórico, pero en las ediciones más recientes, el sorteo, sumado al hecho de que el país anfitrión siempre es uno de los rivales, hizo que los adversarios sean seleccionados de menor jerarquía mundial. Desde luego, esto no impide la posibilidad de ver un gran juego. De hecho, como se dijo, es lo que todos esperamos.
Francia 4-1 México y Estados Unidos 3-0 Bélgica se disputaron al mismo tiempo y abrieron la primera Copa de todos los tiempos en 1930. El primero a menudo es reconocido como el de la inauguración porque allí, en el Gran Parque Central, se convirtió el primer gol, gracias al francés Lucien Laurent. Dos goleadas claras y contundente.
Cuatro años más tarde el local fue el encargado de dar comienzo a las acciones y de ese modo puso en marcha una tradición que llega hasta nuestros días. Italia goleó 7-1 a Estados Unidos y comenzó su camino rumbo al título. El conjunto de Vittorio Pozzo es uno de los dos que se consagraron tras abrir el torneo. Inglaterra en 1966 es el otro.
En Francia 1938, Suiza dio el golpe y le igualó 1-1 a Alemania, que llegaba con varios jugadores del gran equipo de Austria tras la anexión del nazismo ocurrida meses antes. En el desempate, el combinado helvético completó la faena y eliminó en primera fase a los teutones.
Las goleadas regresaron en 1950, cuando Brasil, el local, goleó 4-0 a México, la Selección con más partidos inaugurales disputados (suma 5). En tanto, en 1954, Yugoslavia le ganó 1-0 a Francia, mientras que en 1958 volvió a jugar el anfitrión: Suecia le ganó 3-0 a México.
En Chile 1962 se dio un hecho inédito, cuando dos sudamericanos animaron el primer encuentro de la Copa. En aquella ocasión, Uruguay le ganó 2-1 a Colombia. Fue la última vez en la que abrireron la competencia dos equipos que no eran ni el anfitrión ni el último campeón.
En 1966 comenzó una racha negativa, un hecho opuesto a la que sucede en la actualidad. Fueron cuatro torneos que comenzaron con redondos empates a cero. Inglaterra-Uruguay; México-Unión Soviética; Brasil-Yugoslavia (en 1974, cuando comenzó la tradición del campeón reinante como animador del choque inaugural) y Alemania Federal-Polonia.
En 1982, Bélgica, un seleccionado que jamás había superado la ronda inicial, dio uno de los batacazos más grandes de todos los tiempos y le ganó 1-0 a Argentina, el campeón defensor que además de la base del 78 tenía a un joven Diego Maradona. En 1990 se repitió la tónica: Camerún, desconocido representante africano, venció 1-0 con gol de Francois Omam-Biyik también a Argentina, que venía de ganar el Mundial 86. Algo similar ocurrió en 2002: la Francia de Zinedine Zidane, campeona reinante y principal favorita, perdió contra el debutante Senegal y luego quedó eliminada en primera ronda.
A partir de 2006, volvió a ser el local el protagonista estelar del comienzo de la gran fiesta. En aquella oportunidad, Alemania y Costa Rica jugaron un partidazo, con el espíritu descripto al comienzo. Ganaron los teutones por 4-2. Después del 1-1 entre Sudáfrica y México en 2010, Brasil y Croacia volvieron a animar un gran encuentro, que finalizó 3-1 para los locales tras dar vuelta el 0-1 inicial. En el último Mundial, Rusia se destapó con un recordado 5-0 sobre Arabia Saudita que los lanzó a una campaña para el recuerdo.
Este domingo. qataríes y ecuatorianos darán comienzo a la Copa del Mundo y terminarán con todas las especulaciones previas. Los datos irán a parar a la basura y a nadie le importará que nunca un anfitrión perdió en el partido inaugural o que los africanos parecen hechos para brillar en las aperturas. El fútbol será protagonista y una nueva historia se escribirá.