DOHA (Enviado especial) -- El de cuartos de final frente a Países Bajos fue el gran partido de Emiliano Martínez. El de octavos contra Australia, el de Nicolás Otamendi (sobre todo el tramo final). El duelo de la primera fase ante Polonia, el de Alexis Mac Allister y Julián Álvarez. El del grupo A frente a México, el de Enzo Fernández. Y los cinco disputados hasta ahora fueron de Lionel Messi.
La columna vertebral de la Selección Argentina goza de buena salud. En el camino rumbo a semifinales de la Copa del Mundo, los pilares del equipo han demostrado su jerarquía y su carácter y, liderados por un capitán capaz de todo, sostienen la ilusión. Llegan al choque decisivo ante Croacia tras haber brillado en el torneo y con la certeza de que están en condiciones de construir un futuro glorioso.
Hay un lugar común en el fútbol que eleva la importancia de ciertos puestos y funciones por sobre las demás. Se dice que si un conjunto tiene un buen arquero, un zaguero sólido y aguerrido, un volante central preciso e inteligente, un diez desequilibrante y un nueve goleador, tendrá buena parte de la tarea realizada. La Albiceleste puede presumir de cada uno de estos atributos y ese es uno de los motivos de su buena campaña mundialista.
Esta base se construyó en medio de la competencia, contra todo pronóstico. Lionel Scaloni llegó a Qatar con una idea pero las circunstancias lo obligaron a cambiar. Y él tuvo la lucidez y el coraje para hacerlo. Para hacer modificaciones en sectores muy sensibles y tocar piezas que habían sido fundamentales en su ciclo. Así, Fernández le ganó el puesto a Leandro Paredes y Álvarez a Lautaro Martínez. Hoy, es difícil imaginar un once sin los dos exjugadores de River Plate, como tampoco sin Mac Allister, quien se ganó el lugar que era de Giovanni Lo Celso.
Este es un seleccionado diferente al que ganó la Copa América y desfiló por las Eliminatorias. Mucho más dinámico y vertical, los cambios en el mediocampo le dieron una fisonomía particular. Ahora, puede sostener la posesión como siempre pero al mismo tiempo puede acelerar de otro modo, ir hacia adelante de manera más natural. Y en la ofensiva, el trabajo infatigable de Julián complementa a la perfección al genio de Messi.
La personalidad y la conciencia colectiva, principales virtudes argentinas, fueron las claves para que estos cambios no solo no afectaran el funcionamiento, sino lo potenciaran. Este grupo decidió dejar de lado los egos y allí está el secreto. Confían en el cuerpo técnico y, sobre todo, en sus compañeros. Hay un hambre grupal que está por encima de todo y desde esa búsqueda se construye el equipo.
Dibu Martínez tuvo dos momentos estelares, que lo impulsan hacia la recta final. El primero fue la atajada salvadora contra Garang Kuol en el tiempo de descuento del choque contra Australia. Y el segundo fue la definición por penales frente a Países Bajos. El temperamento del arquero está fuera de discusión y su capacidad para aparecer en los momentos más duros también. Su presencia es una garantía que se cobrará en las situaciones límite.
"Muy emocionado estoy, mirar a toda esta gente, esto es terrible. Esto lo hago por 45 millones, el país nunca pasa un buen momento y darle esta alegría es tan satisfactorio. Gracias a dios atajé dos y estamos felices. Estamos en semis porque tenemos mucho huevo, pasión y corazón", dijo el jugador de Aston Villa tras el pase a semis. Y resumió en pocas palabras la gran motivación del plantel: juegan por el pueblo.
Otamendi es uno de los tres mejores defensores del Mundial. Firme de arriba, impasable de abajo, seguro para salir con la pelota. Líder por veteranía pero sobre todo por actualidad. El central es el jugador argentino que más veces tocó la pelota y el defensor con más duelos ganados del torneo. Junto con Cristian Romero y Lisandro Martínez forman un trío de enorme jerarquía internacional pero también con una personalidad criolla indiscutible.
Fernández y Alexis son las grandes revelaciones del campeonato. No llegaron como titulares pero se afirmaron en sus puestos muy rápido. Apenas ingresaron dejaron muy claro que no podían faltar del once inicial. Además de marcar goles clave en la primera fase, tuvieron una regularidad impresionante y su frescura y dinámica le otorgó mejores argumentos a Argentina. Contra un adversario tan sólido como Croacia, su movilidad y dinámica será fundamental para abrir fisuras en esa defensa rocosa y comprometida.
Se podía adivinar un presente tan luminoso como este cuando Julián Álvarez se incorporó con semejante naturalidad al poderoso Manchester City de José Guardiola. Su mentalidad de hierro le permitieron ganarse un lugar de importancia en ese plantel y también quedarse con el puesto de centrodelantero en la Albiceleste. Luchador incansable y goleador implacable, se entendió con Messi tan bien y tan rápido que ya nadie duda de que comenzará las semis como titular. Anotó dos goles, tiró cientos de diagonales y obligó siempre. Su energía también será muy necesaria para abrir al cuadro croata.
Por último, Messi. Explicar su transcendencia con palabras es una tarea ardua. Él es el motor de este equipo no solo por lo que juega, sino porque es el combustible que hace que sus compañeros funcionen al máximo de sus posibilidades. La columna vertebral podría ser él solo, porque en esta Copa ha hecho todo, sin embargo al mismo tiempo está muy bien acompañado. Sus propias ambiciones son capaces de elevarlo por sobre cualquier conjunto y aún así forma parte de una maquinaria sólida y confiable. Él potencia a sus compañeros, que a su vez trabajan para darle el contexto que le permita brillar como nunca. Quizás en ese ida y vuelta esté la esencia de esta Selección Argentina que sueña con la gloria.