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La final tuvo una figura indiscutida: el equipo estuvo por encima de todos

Lionel Messi hizo dos goles en la final del Mundial. Merece ser figura, sin dudas. Dibu Martínez tapó un mano a mano en el final del partido que fue como atajar un penal. Merece ser figura. ¿Y Ángel Di María? Hizo un golazo, le hicieron el penal, desparramó rivales por toda la cancha. Claro, también merece ser figura.

Cuando esto ocurre, sumando a otros actores clave como Alexis Mac Allister, Nicolás Otamendi, Cuti Romero, Julián Alvarez, no hay dudas: la figura es el equipo. Sin margen de error, por encima de cualquier nombre propio.

Como lo fue a lo largo de toda esta Copa del Mundo. Un equipo que ya se había formado con solidez en la Copa América ganada en 2021, un equipo que desde lo futbolístico creció día a día, pero que también se fue armando puertas para adentro con una unión y un sentido de pertenencia que fue fundamental a la hora de analizar este logro.

La Argentina es justa campeona. Sufrió demasiado, más de la cuenta, porque fue más que Francia en casi todo el partido. Pero el fútbol por algo es tan lindo: nunca hay que festejar antes de tiempo, todo puede pasar mientras la pelota sigue rodando.

Y el 2 a 0 que parecía ya decisivo a 10 minutos del final se transformó en pocos minutos en un impensado 2 a 2. En una pesadilla. Pero el equipo se recuperó en el suplementario, se puso en ventaja a minutos del final. Y otra vez, Francia con Mbappé puso el 3 a 3. Y casi lo pierde Argentina en esa jugada donde el Dibu tapó mano a mano lo que pudo hacer el 4 a 3 final.

Por eso, por saber sobreponerse siempre a situaciones impensadas, injustas, inesperadas, como la derrota del inicio ante Arabia Saudita que obligó a jugar todos los partidos como una final, el equipo fue la gran figura a lo largo de este Mundial.

El primer tiempo de la Argentina fue casi perfecto. Si hay que armar un manual de cómo jugar una final, esos primeros 45 minutos son el ideal. O se acercan mucho. Garra, presión, anticipo, toque, juego, velocidad de contra. Y ante e último campeón hasta ese momento.

Un Di María inspirado, en su mejor versión del Mundial, al que le cometieron el penal y luego anotó el 2 a 0 en el primer tiempo. Imparable por momentos.

Messi en su mejor Mundial, sin dudas: hizo más goles en este que en los cuatro restantes. Pese a su edad (35 años), tal vez sin la velocidad de otros tiempos pero con más inteligencia. Manejando los tiempos, haciendo jugar a sus compañeros, firme en los momentos en donde no se podía fallar: un verdadero líder. El mejor Messi que se vio con la camiseta albiceleste estuvo presente en Qatar. En su último Mundial.

Dibu Martínez, apareciendo en los momentos decisivos. La pelota que le tapó a Kolo Muani en el último segundo del suplementario vale un Mundial, sin dudas. Ya no había tiempo para más. Y luego, siempre dando el presente en la tanda de penales.

Pero no fueron los únicos. Otamendi y Cuti Romero formaron una dupla impasable por momentos, sumando a Lisandro Martínez. Es cierto, en este partido y en otros, como contra Países Bajos, se sufrió demasiado con los centros al área, con los grandotes que desde arriba buscaron cambiar la historia. Pero el Mundial de la defensa fue impecable.

Molina por la derecha ganándose la titularidad con grandes actuaciones, pero sabiendo que atrás de él estaba Montiel, un gladiador, que anotó ni más ni menos el penal que nos dio el título en la definición desde los 12 pasos.

Lo mismo ocurrió en el otro sector del lateral entre Acuña y Tagliafico. Cualquiera puede estar, porque el equipo está armado y tiene su idea: sólo cambian los intérpretes.

De Paul, como en todo el Mundial jugó ante Francia un partidazo. Es el alma, el motor del equipo. Paredes le dejó su lugar a un pibe que pedía pista y fue una de las figuras de esta Copa del Mundo: Enzo Fernández. Lo mismo le pasó a Lautaro Martinez: Julián se ganó la titularidad a fuerza de sus goles, su entrega, su sacrificio. Lo Celso no estaba, pero apareció Alexis: hizo una gran final y un excelente Mundial.

La buena noticia para la Argentina, más allá de este título tan esperado, es que llegó el recambio. Y de qué manera. Sobran jugadores con condiciones para estar en la Selección. La renovación vino de la mejor manera. Con un título. ¿Cómo no ilusionarse a futuro?

Párrafo aparte para Lionel Scaloni. El entrenador al que nadie quería, al que todos miraban de reojo por su falta de experiencia, pero que con el tiempo entró en la historia grande del fútbol argentino. Ya está a la altura de dos próceres como Menotti y Bilardo.

Se ganó la confianza de sus jugadores, armó un equipo sólido y con una idea de juego, no se casó con nadie y se rodeó de figuras como Aimar, Ayala y Samuel.

Argentina es campeón del mundo. Hizo una gran final, un partido épico, seguramente la mejor final de todos los tiempos con seis goles, emociones hasta el final, penales. Messi entró en la historia grande en su último Mundial. Pero más allá de los nombres propios, algo está más que claro: la figura en Qatar fue el equipo.