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Senegal impactó al mundo en Japón-Corea 2002

El festejo de Senegal en el triunfo ante Francia AP

Muy pocos pensaban que el debutante Senegal podría hacerle frente a Francia, en aquel partido inaugural de la Copa del Mundo de Japón/Corea 2002 disputado en Seúl. Mucho menos cuando, a los pocos minutos de iniciado el encuentro, David Trezeguet estrelló un pelotazo en el palo que parecía insinuar una goleada por venir del campeón del mundo reinante.

Sin embargo, transcurridos 30 minutos apareció el jugador que se transformaría en la sorpresa más agradable de aquel Mundial, el delantero El Hadji Diouf, para desbordar por izquierda y enviar un centro al área que Papa Bouba Diop terminaría empujando dentro del arco, rebote en Barthez mediante. Siguió un baile ritual en grupo alrededor de la camiseta que se sacó el goleador y arrojó al piso al lado del banderín del córner.

Aquel fue el único gol de un triunfo que marcaría la senda del equipo africano en el torneo. Fue el primer paso para llegar a los cuartos de final, algo que hasta ese momento sólo una otra nación del continente había logrado: Camerún, en 1990 (luego repitió Ghana en 2010). Llamativamente, también sería la única victoria del conjunto en noventa minutos reglamentarios. Pero no por eso sería su única alegría.

Para el resto del mundo, fue el nacimiento de una revelación y el momento de conocer un apodo: los Leones de Teranga.

La victoria ante Francia resultó particularmente llamativa porque el talento de Senegal ha sido básicamente formado en el fútbol francés: 21 de los 23 jugadores del plantel se desempeñaban en esa Liga. Los dos que no son los dos arqueros suplentes, que actuaban en conjuntos de Marruecos y de Senegal, y que no disputaron ni siquiera un minuto en la competición. Su entrenador, Bruno Metsu, también era galo.

Además se trataba de un equipo joven, que promediaba apenas 25 años de edad. Sólo un futbolista del plantel superaba los 30 años: Amara Touré, que tampoco vio acción en el torneo.

Más allá de los grandes resultados, este equipo quedó en el recuerdo por su frescura, las buenas cualidades técnicas de sus componentes y su voluntad por ir al ataque. En los cinco partidos que llegó a disputar, alineó la misma zaga de cuatro defensores (Coly-Diatta-Malick Diopp-Daf). Los dos laterales se proyectaron cada vez que pudieron para aportar salida a un mediocampo con más juego que combate, liderado por el capitán Aliou Cissé. En principio, la compañía fue el buen pie de Salif Diao y Khalilou Fadiga. Diouf comenzó como el único atacante neto pero, a medida que el torneo fue avanzando, los esquemas se tornaron más ambiciosos.

En el segundo partido del Grupo A, jugaron contra Dinamarca, que venía de vencer a Uruguay. Arrancaron en desventaja por un penal que convirtió Jon Dahl Thomasson. Lejos de amilanarse, Mestu dispuso el ingreso de dos delanteros más -Henri Camara y Souleymane Camara- hasta que los senegaleses alcanzaron el empate.

Frente a un Uruguay que precisaba la victoria para clasificarse, Henri Camara ya se había ganado la titularidad: arrancaron con dos delanteros. Se pusieron rápido en ventaja por un penal absolutamente inventado que Fadiga transformó en gol. Bouba Diop amplió dos veces la cuenta, todo en el primer tiempo. Esos 45 minutos fueron una exhibición que los dejó 3-0 arriba de cara al descanso. La segunda mitad vio una reacción de los sudamericanos que los llevó al empate. Fue un partidazo. Terminó 3-3, y hasta pudo ser victoria del conjunto Celeste en el último minuto -y eliminación de Senegal-, con un cabezazo del propio Morales que se fue increíblemente afuera cuando el arquero ya estaba en el suelo y la valla había quedado a su disposición.

Sin embargo, pasó Senegal, que por primera vez pisaba un Mundial, y alcanzaba los octavos con un segundo puesto en su zona. Esa posición obtenida lo enfrentaría a Suecia, invicto y primero en un grupo compartido nada menos que por Argentina e Inglaterra.

Con un planteo osado de tres delanteros (Diouf, Henri Camara y Thiaw), los hombres de Metsu salieron a buscar el partido. Empezaron perdiendo a los 11 minutos por un gol de Larsson. Demostraron personalidad para empatarlo en el primer tiempo y ganarlo con un gol de oro en tiempo suplementario. Camara anotó por duplicado. El sueño de los cuartos se hizo posible.

Allí, los detuvo la barrera de otra revelación: Turquía. Pese a que otra vez apostaron a tres delanteros, esta vez los Leones de Teranga no pudieron quebrar el cero ante un rival que los vulneró recién en el alargue.

Así, se fueron del Mundial sin haber perdido siquiera una vez en los 90 minutos y dejando su marca para el recuerdo de una generación que bailó al ritmo de Diouf y se hizo hincha, por unos días, de ese equipo verde que se volcaba al ataque de manera generosa.