<
>

Los recuerdos no conducen al quinto partido...

CIUDAD DE MÉXICO -- Era una mañana fría que, como tantas otras, olía a esperanza. México tenía la cita más importante de cada cuatro años: el juego de Octavos de Final en la Copa del Mundo.

Abrazados a los recuerdos promovidos en exceso en los medios de comunicación, gran parte de la afición se permitió soñar con que era posible ganarle a Brasil.

No importa que se tratara de un Pentacampeón de Mundo; qué más da que el Tri nunca le haya marcado un gol en un Mundial; mucho menos se atendió que este Brasil luce fortalecido con Tite a la cabeza y futbolistas de la talla de Neymar, Coutinho, Gabriel Jesús, Marcelo, Willian y compañía, que juegan en los mejores clubes del planeta.

En días y horas previas al partido, el ‘bombardeo’ radicó en recordar que México le ha ganado a Brasil en las Copas Oro, América, y Confederaciones, así como el Mundial Sub 17, y desde luego, la medalla de oro en Londres 2012. La venta de ilusión a costa de los recuerdos, que por lo regular no dicen nada sobre el presente.

Solo Héctor Herrera había apagado la euforia bajo el sensato argumento de que los buenos momentos frente a Brasil están en el baúl de los recuerdos de los protagonistas, pero la que estaba por escribirse sería una historia totalmente distinta. Y lo fue.

La cruda realidad indica que el Tricolor solo fue capaz de competirle 20 minutos a un Brasil apático que se sorprendió con la intensidad del conjunto azteca.

La inclusión de Márquez en el mediocampo fue una acertada jugada de ajedrez de Juan Carlos Osorio, pues Rafa le dio equilibrio y sabiduría al combinado nacional.

Pero fue cuestión de tiempo y de que Brasil se acordara de ser Brasil para que Memo Ochoa se convirtiera, como ya es costumbre, en la figura de México. Así se llegó al medio tiempo con un 0-0 milagroso.

El resto de la historia es de sobra conocido: las tibias insinuaciones del Tri no alteraron a la zaga verdeamarelha, y Miguel Layún entró al campo para ser comparsa de Neymar, quien marcó el primero y puso en bandeja el segundo a Firmino.

Otra desilusión nacional. Otra vez estancados en Octavos de Final. De nuevo se desaprovechó una oportunidad para hacer historia. Volvió el llanto y la tristeza. Como es costumbre, una Selección Mexicana llevó a su afición del carnaval al Apocalipsis.

Era una mañana fría que, como tantas otras, olía a esperanza, y como pasa siempre, se apagó en 90 minutos. No, los recuerdos no conducen al quinto partido. Al parecer ya quedó claro.