Emprenderla contra el capitán de los Yankees, Aaron Judge, por un incio lento no parece algo sensato; sí lo es preocuparse por el slump interminable de José Abreu y el horroroso arranque de los Houston Astros.
1. ALGUIEN CON CONOCIMIENTOS del comportamiento humano me comentó en una ocasión que el estadio es el espacio ideal para que los personas, díganse fanáticos sempiternos o de ocasión, hagan catarsis; para que liberen su lado "salvaje". Allí gritan lo bueno, lo malo, lo divino y hasta abuchean al más pinto de la paloma, como acaban de hacerle en el Yankee Stadium, nada más y nada menos que a Aaron Judge, el capitán de los New York Yankees y emblema del equipo. Un comienzo lento y el escarnio. Los neoyorquinos no perdonan. Tienen fama de amar desaforadamente a sus atletas, y a la vez ser implacables con ellos. Por eso no todos pueden vestir a rayas. Ponen la vara muy alta y exigen en consonancia. Pero ese comportamiento irracional no corresponde con la historia de Judge, un pelotero que, si bien es propenso a las lesiones, cuando está en el terreno suele ser el más productivo de los Mulos del Bronx desde 2017 en adelante. No por gusto le ofrecieron un contrato de 9 años y $360 millones en diciembre de 2022 para poco después nombrarlo el capitán número 16 del equipo, ocupando así el vacante puesto que había dejado Derek Jeter tras retirarse en 2014. Sin embargo, ¿cómo pedir cordura en un espacio donde la gente es propensa a perder los papeles?