Diego Lugano, quien ostenta el récord de haber sido capitán de la selección uruguaya de fútbol en 86 de sus 95 partidos jugados con la camiseta celeste, conversó con ESPN, contó qué implica ser líder y confesó el único arrepentimiento en toda su carrera.
Primero de marzo de 2006. Uruguay jugaba en Alfield un amistoso ante Inglaterra de cara al mundial de Alemania. Para los ingleses era un partido de preparación, para los celestes era intentar pasar página y, no habiendo clasificado a la Copa del Mundo, comenzar y construir un nuevo camino.
Gustavo Ferrín era el técnico interino de la selección y le daba el brazalete de capitán a Lugano en su décimo partido con la selección. El brazalete tendría un único dueño hasta junio del 2014, cuando ante Inglaterra pero ahora sí por un Mundial (el de Brasil 2014) Lugano no podría jugar al estar lesionado y asumía ese rol su compañero de zaga, Diego Godín.
“El orgullo más grande de mi vida” así resume el ex zaguero del San Pablo lo que significa y sintió al ser asignado con ese rol. Y agregó: “Es lo máximo que cualquier uruguayo puede aspirar, algo que me llenó la vida”.
“Cuando miro para atrás me llena de orgullo, me hace sentir una persona con un inmenso agradecimiento a la vida y al fútbol, porque tuve sensaciones que hoy no se pueden trasmitir con palabras, que muy pocas personas de la historia de Uruguay tuvieron, ponerte el brazalete en un Mundial por Uruguay es un sentimiento que llena el pecho, lo guardas para siempre y no se transmite con palabras” comentó Diego Lugano.
Y si bien hoy habla desde la experiencia individual es un rol que se explica desde el colectivo, se es capitán de un equipo. Por eso, al ser consultado sobre las costumbres previas a los partidos, Lugano no sólo recordaba el relato de Carlos Solé en el gol de Alcides Ghiggia sino que además compartía sus hábitos con sus compañeros:
“Era casi prácticamente una obligación escuchar en los vestuarios o en el canciones de la celeste, sean cumbia, folclore, tango, rock o murga. Era una manera también de generar esa conciencia del momento que vivíamos, de lo privilegiado que éramos. En definitiva es eso, no hace falta decir nada, cuando escuchas ‘Gloriosa Celeste’ del Canario Luna y estás llegando al Monumental de River para jugar contra Argentina algo te tiene que tocar”.
También comentó: “Y siempre entrando al estado o bajando del avión en cualquier país escuchábamos el himno uruguayo. Bajar de un avión para jugar un partido de Eliminatorias con el himno uruguayo cantado por el Zurdo (Bessio) es algo que te hace disfrutar, no ganás ni perdés pro eso pero seguro lo disfrutas de una manera tremenda”.
De todas maneras y a pesar de remarcar el disfrute de ser seleccionado, el liderar también implica una gran responsabilidad: “Por muchos momentos es una carga y más cuando lo vivís intensamente, justamente ese es el gran conflicto interno tal vez de un atleta de alto nivel”.
“Cuando sos responsable de algo tan importante como de repente es capitanear a una de las selecciones más grandes del mundo, ¿cómo haces con toda esa presión?¿Cómo haces para administrar eso? Es muy difícil” sostuvo Lugano, capitán uruguayo en dos Mundiales (Sudáfrica 2010 y Brasil 2014).
El exdefensa agregó: “Es la lucha permanente. Cómo hacer porque mi objetivo era disfrutarlo. Y ese disfrute se lo quería pasar a todos, que estamos acá, que es un privilegio enorme y hay que disfrutarlo, una puteada no nos puede generar tristeza. Tristeza sí un resultado negativo, eso automáticamente estábamos una semana o quince días sin dormir sobre todo Eliminatorias, que son crueles”.
Sin embargo, Lugano resaltaba que estar en la selección es lo más grande que les podía suceder como futbolistas por lo que intentaba transmitir que entrenar, atender a la prensa viajar, ganar, perder, empatar, debía mantener esa alegría y el orgullo que significa el haber sido convocado por Uruguay.
Tal vez esas ganas también de transmitir y ese orgullo generado llevaron a Lugano a cometer el único error por el cual se arrepiente en su carrera de más de veinte años como profesional. De cara al Mundial de Brasil, que contenía el sueño recurrente de Lugano de levantar la Copa del Mundo, trabajó intensamente, más de lo recomendable.
“Me pasé de revoluciones, esa seguramente es la única cosa que si yo podría volver atrás cambiaría” confesó la ‘Tota’ Lugano, quien recordó que sufría problemas de rodilla que habían dificultado su segundo año en París Saint-Germain.
En el 2014 Lugano jugaba en West Bromwich Albion pero tuvo algún inconveniente por lo que decidió ‘a dos meses del Mundial hacer una preparación exclusiva pensando en Brasil, y jugando a su vez la Premier League, con trabajos de potencia, de fuerza, doble horario, jugaba y entrenaba’.
El nacido en Canelones llegó a Uruguay en su mejor momento físico y entrenaba en el Complejo Celeste realizando también doble horario. Pero a su trabajo como futbolista debía sumarle su rol como capitán:
“Ya en Uruguay me hacía cargo de algo que me encantaba, que era todo lo que la selección generaba. Antes del Mundial no hay una escuela en el país, una ONG, un hospital que no quiera tener algún tipo de relación con los jugadores con la selección. ‘Díganle a la Tota, díganle a la Tota’; y yo atendía a todo el mundo u organizaba todo, no quedaba nadie sin atender, y eso te lleva un desgaste de horas y horas”.
A ello había que agrega también las negociaciones por los premios de la selección y por los derechos de imagen. “Denuncias, reuniones, demandas, abogados, explicaciones a los compañeros” enumeró Lugano, quien sostuvo que ‘Todo eso haciendo doble horario y entrenando para la Copa’.
Todo eso llevó a no tener la recuperación necesaria: “No descansaba bien porque la cabeza me daba vuelta y el físico te pasa factura. Y llegué a la Copa con dolores”.
Lugano pudo jugar solo el primer partido, ya para el segundo el dolor de la rodilla ni siquiera le permitía caminar y no aguantó. “Es lo único que me arrepiento en mi vida, porque entendía que era una Copa que merecía disfrutarla por lo menos sano y no se dio” recordó aún con cierta tristeza Lugano, el capitán de la generación que marcó a varias del futbolero pueblo uruguayo.
