Cuando el 26 de agosto de 2020 Gustavo Alfaro fue presentado como nuevo entrenador de la Selección de Ecuador, muy pocos imaginaron que a un año de la Copa del Mundo de Qatar 2022 la Tri iba a estar tan cerca de la clasificación, en el tercer escalón de Sudamérica detrás de los gigantes Brasil y Argentina.
Sin embargo, lo inesperado ocurrió y hoy el equipo ecuatoriano está seis unidades por encima del cuarto Perú y del quinto Colombia, alejado de una lucha que promete ser feroz, aliviado por el colchón de puntos obtenido y a un paso de jugar su cuarto Mundial.
Solo restan cuatro fechas para el final de las Eliminatorias sudamericanas y brasileños y argentinos ya sellaron su pasaje. Detrás de ellos viene, a ritmo veloz y sin distracciones, un Ecuador que dio el golpe de autoridad en la última doble jornada y se escapó. Tanto que en la cuenta del resto de sus rivales ya lo dan como clasificado.
¿Cuál es el secreto de Alfaro? Se ganó la confianza de los jugadores, logró darle solidez al equipo, formó una columna vertebral y ganó partidos clave. Quizás no tuvo regularidad y en algunos encuentros dejó la sensación de que podría haber hecho más, pero en unas Eliminatorias tan exigentes como las actuales, sus méritos son varios.
El más importante es que le dio continuidad a varios futbolistas jóvenes, que serán la base de la Tri no solo en Qatar, sino durante varios años más. Piero Hincapié y Moisés Caicedo lideran ese grupo, pero Byron Castillo, Pervis Estupiñán, Alan Franco, Jeremy Sarmiento y Gonzalo Plata no superan los 23 años y ya son piezas fundamentales.
En esa juventud se apoya la idea de Alfaro. Un equipo fresco, rápido y seguro de sí mismo. Saca ventaja en Quito, como de costumbre, pero también puede ir a Santiago de Chile y ganar. O a Barranquilla y sacar un empate. Puede jugar bien también en el llano, algo que siempre le ha costado a los seleccionados ecuatorianos.
A un año del Mundial, la Tri está en gran momento. Atrás quedó la salida abrupta de Jordi Cruyff, que ni siquiera dirigió un partido. Hoy, todo es felicidad, optimismo y ansiedad por concretar una clasificación que está al alcance de la mano.