El camino de México rumbo al Mundial de Catar 2022 será recordado como un capítulo triste y penoso que incluyó derrotas sin meter las manos ante las nuevas ‘potencias’ del área, Canadá y Estados Unidos; un empate en casa frente a la decadente Costa Rica, y una victoria sobre Panamá gracias a un penalti inexistente.
Con tres boletos y medio disponibles en la Concacaf para clasificar al Mundial, la Selección Mexicana acabará arañando el tercero de forma directa, sin dejar de manifiesto en ningún momento aquella superioridad histórica que se presume tanto en lo futbolístico como en infraestructura y hasta mentalidad.
El Tricolor perdió el respeto que tenía ante selecciones que hace varios años llegaban al Estadio Azteca resignadas a perder y a tratar de llevarse un marcador en contra lo menos escandaloso posible.
En este proceso e incluso más atrás, los rivales saben que en casa los puntos ante México son muy factibles, y cuando visitan la CDMX hasta se aventuran a declarar que el Tri “se cree más de lo que es”.
De aquel mote de ‘gigante’ no queda absolutamente nada, sin perder de vista que se trata de la zona futbolística más pobre del mundo, pues más allá de las frases hechas acerca de que “las distancias se han acortado”, la Concacaf sigue siendo un territorio subdesarrollado. Basta mencionar que ayer El Salvador amenazó con no jugar un partido de eliminatoria mundialista ante Canadá.
En medio de este caos que vive la Selección Mexicana, el técnico Gerardo Martino ha acaparado la mayoría de las críticas debido a que el equipo lleva por lo menos un año sin jugar bien, carente de reacción y recursos frente a rivales que en el papel son (eran) claramente inferiores.
Y es una realidad que el ‘Tata’ está rebasado y desde hace un rato perdió la brújula, pues sigue empecinado en jugársela con elementos que no viven su mejor momento, pero que tienen un nombre y varios mundiales a cuestas.
Sin embargo, esos futbolistas son tan responsables como el entrenador, más si se trata de las llamadas ‘vacas sagradas’ que tienen tres o cuatro procesos mundialistas juntos en los que no han ganado absolutamente nada y con todo y eso se sienten intocables.
Les molesta la crítica pese a la pobreza de su desempeño. Guillermo Ochoa hasta se quejó y le envió un mensaje a sus excompañeros de selección que hoy fungen como analistas de televisión. “Ahora resulta que ganar todos los partidos es fácil”, dijo el portero tras el 1-0 sobre Panamá.
Si desde el cuerpo técnico no existe la autocrítica, mucho menos se puede esperar que llegue de los jugadores, acostumbrados a recibir aplausos y elogios en muchos casos inmerecidos.
La Selección Mexicana está conformada hoy en día por varios futbolistas indignos que no tienen los méritos ni el nivel —así hayan sido figuras en el pasado— para recibir una convocatoria. Y la lista no es corta: Rogelio Funes Mori, Luis Rodríguez, Héctor Herrera, Jesús Gallardo, Uriel Antuna, Andrés Guardado y Héctor Moreno, entre otros.
Sin embargo, el Tricolor irá al Mundial y hombres como Herrera, con todo y su decadencia y que juega en cámara lenta, serán titulares, porque Martino afirma que es el “mejor futbolista mexicano” pese a que la realidad se le estrelle en la cara.
¿A qué irá México a Catar? Esperanzado a una sorpresa, a que esta desastrosa eliminatoria no tenga un hilo conductor con lo que muestre en la justa, y a superar la Fase de Grupos para igualar lo hecho desde hace casi 30 años.
Nada cambiará, los indignos seguirán siendo llamados y ante la menor de las críticas se mostrarán absolutamente indignados.