Esta vez México jugó siempre con once. Y está en la Copa Oro 2025 y en las Semifinales de la Nations League. Las aguas se serenaron.
LOS ÁNGELES -- Esta vez México jugó siempre con once. Y está en la Copa Oro 2025 y en las Semifinales de la Nations League. Las aguas se serenaron. Los vapores del festejo, sin embargo, no deben ocultar el bochorno en el San Pedro Sula. 4-0 sobre Honduras, 4-2 en el global.
Un México distinto. Superior siempre a Honduras y firma con escandalo el pasaporte a los torneos del 2025, con las rúbricas de Raúl Jiménez, Jorge Sánchez, y dos festejos para Henry Martín. El Tri con 28 disparos, 10 tiros de esquina y 79 por ciento de posesión.
Sí, un México distinto, la mejor versión en esta tercera gestión de Javier Aguirre, sobre todo porque jugó con once: sin los lastres de Orbelín Pineda y Luis Chávez, quienes entraron sólo a sabotear al reloj a los ’89 y ’93.
Una noche espléndida de Raúl Jiménez, pero apenas por encima del resto del equipo, que esta vez mostró temperamento e intensidad, y a pesar de que el 1-0 se tardó en llegar (‘43), México no cayó en la desesperación, incluso ante el mensaje subliminal en las atajadas espectaculares de Menjívar.
Ocho movimientos en el equipo titular hizo Javier Aguirre respecto al partido en San Pedro Sula: Malagón, Gallardo, Huescas, Chiquete, Charly Rodríguez, los Alexis, Vega y Gutiérrez, y Luis Romo.
Y claro, un cobijo estupendo. El Nemesio Díez abarrotado, cómplice, implacable, intimidante, generoso, estruendoso. La configuración exacta del Jugador Número 12, asumiendo su papel, casi en la línea perfecta del respeto, para ser un motor emocional extra de la Selección Mexicana, desde la coreografía incansable de la solidaridad.
Y claro, ahora resultará que Javier Aguirre es un genio. Que de la noche a la mañana se convirtió, del técnico más torpe de la historia, en el General Patton de las estrategias impensadas, estrambóticas y revolucionarias.
Cierto, recurrió a las bases más sensibles. Reinventó la lógica de no reinventar el futbol. Puso a los mejores jugadores que tenía, en las posiciones correctas. Y así como Rodrigo Huescas ratificó que será el amo y señor de la pradera derecha, quedó en evidencia la confusión –normal--, de Alexis Gutiérrez.
Además, quedaron promesas generosas. La osadía casi insultante, de lujos innecesarios, que intentaron y se inventaban, raspándose la pelota uno a otro, a veces como éxito, pero Raúl Jiménez, Luis Romo y Alexis Vega, al tiempo, al trabajo y a la coincidencia en la cancha, gozarán de esa alma libre y generosa del futbolista de barrio.
Por supuesto, el rival mostró su modestia, pese a que la mayoría de sus jugadores manifestaron la hidalguía y la gallardía de los que presintiendo que se acercaba su funeral, decidieron vender caro el pellejo en la cancha toluqueña, más allá de los eventuales estragos físicos que significaba la altura, y de la afrenta emocional que representaba todo el entorno, toda la parafernalia escarlata, y el mismo agobio del dominante equipo mexicano. La prueba fue que su héroe en San Pedro Sula, Luis Palma, fue una aversión absoluta en la cancha: lento, tibio, temeroso.
¿Qué viene para México? Acercarse consistentemente más a la versión de Toluca y alejarse de la versión de San Pedro Sula. Que la de este martes sirva de referencia y que la del viernes pasado no se olvide, como esa memoria vergonzosa del nunca jamás.
Atención especial se centraba en el caso del arquero. Luis Malagón tuvo dos desafíos puntuales: como arquero y como tipo respetable. Atajó dos disparos peligrosos, resolvió por arriba sin problemas, sin generar hipo en sus compañeros como suele ocurrir con Guillermo Ochoa. Y cuando le cargaron fuerte, cuando le metieron el codo y la rodilla, Malagón respondió, sin amedrentarse, sin hacer aspavientos y sin fingir desmayos, sino manteniendo la entereza.
¿Guillermo Ochoa? Puede aspirar a tercer arquero en la Copa del Mundo, ese que nunca juega, pero seguramente como digno asesor de los trabajos de Malagón y del Tala Rangel. O retirarse, porque, además, su museo aún tiene obras respetables para exhibir y no tiene que ensombrecerlo con necedades.
Javier Aguirre y Rafa Márquez ahora tendrán nuevas etapas de trabajo de confirmarse que habrá respaldo total para llevar a cabo microciclos durante 2025, para disponer de los jugadores de la Liga Mx al menos dos días efectivos a la semana. Ese es un privilegio que nunca se le ha concedido a un técnico de Selección Mexicana.