Atribúyanlo a la incesante necesidad de crear “algo”; pero el “récord” de todos los tiempos (que se encuentra entre comillas por una razón) de más goles en una carrera, que Cristiano Ronaldo persigue o ya ha superado (el portugués convirtió su gol número 760 el 21 de enero; superando el tanto 759 de Josef Bican, o que aún lo mantiene por detrás de la marca de 805 goles de Bican, según se mida), simplemente no es, digamos… “algo”.
No hablamos de cuando Hank Aaron persiguió el récord de Babe Ruth, para luego ser perseguido por Barry Bonds una generación después; o de ver a LeBron James acercándose a Karl Malone y Kareem Abdul-Jabbar, cuando esto suceda. Se trata de un artificio. Por su naturaleza, el fútbol no funciona así: es un deporte amplio, desordenado y poco organizado. Adicionalmente, el balompié tiene menor sentido de la historia. (Es probable que hasta los aficionados más casuales al béisbol sepan quienes son Bonds y Mark McGwire; adicionalmente, saben quienes fueron los hombres cuyos récords fueron superados por los primeros: Aaron y Roger Maris. ¿Estarán los seguidores casuales del fútbol inglés tan familiarizados con sus equivalentes, a saber, Dixie Dean y Jimmy Greaves?)
Entonces, ¿por qué el récord histórico de goles está realmente viciado? Permítanme contarles por qué.
Primero y principal, dicha marca está basada en la suma de goles convertidos en partidos jugados con selecciones y clubes en una misma carrera; algo que, siendo sinceros, nadie hacía hasta tiempos recientes. De haberlo hecho desde el principio, el futbolista poseedor del récord previo sería una figura conocida, aunque fuera mencionado solamente como un legendario e inalcanzable hombre que marcó tendencias; como es el caso de Cy Young, con sus 511 victorias en el mundo del béisbol, o Don Bradman con su Test Average de 99.94 en el críquet. Pero no es el caso. Pregunten por ahí. Hagan un sondeo entre sus amigos. Si alguien les llega a decir que Josef “Pepi” Bican fue el máximo goleador de la historia del fútbol hasta el mes pasado, es probable que sea una de tres opciones: checo, historiador del fútbol o un mentiroso.
Adicionalmente, tenemos el hecho de que toda la premisa detrás del récord tiene defectos desde su punto de partida. Toma en cuenta los partidos “oficiales” (a saber, partidos de Liga y competiciones de Copa) a nivel de clubes, aunque también suma los amistosos disputados a nivel internacional. Hablamos de sumar manzanas con naranjas. ¿Por qué sí en un caso y no en el otro? ¿Estamos seguros de que uno de esos amistosos internacionales de finales de campaña contra el combinado de Letonia, en un martes lluvioso, con un máximo de 10 cambios por equipo, tiene el mismo peso que un partido competitivo con un club?
El otro tema importante radica en que, para darle significado a los récords, necesitamos de datos confiables que puedan ser comparados con exactitud y, en pocas palabras, no los tenemos. Consecuencia de la naturaleza de este deporte. No existe una autoridad centralizada que mantenga registros históricos, y el deporte profesional evolucionó por muchos años dentro de su característico estilo desordenado, hasta que en la década de 1970 logró alcanzar cierto semblante de orden. Y eso, sin tomar en cuenta los problemas menores, tales como guerras, disputas políticas y el nacionalismo, que se han interpuesto en el camino del deporte.
Analicemos las estadísticas de Bican, cuyos totales goleadores de por vida son los siguientes:
- 703, si solo tomamos en cuenta goles marcados en primera división y encuentros internacionales; o
- 703, si solo tomamos en cuenta goles marcados en primera división y encuentros internacionales; o
- 800, si sumamos únicamente goles marcados con primeros equipos y compromisos internacionales; u
- 805, si prestamos atención a sitios dedicados a la historia del fútbol, como es el caso de rsssf.com, aunque sus encargados han admitido que carecen de algunos datos (lo que significa que Bican pudo haber marcado una cifra mayor); u
- 805, si prestamos atención a sitios dedicados a la historia del fútbol, como es el caso de rsssf.com, aunque sus encargados han admitido que carecen de algunos datos (lo que significa que Bican pudo haber marcado una cifra mayor); u
- 5,000, si le creemos al propio Bican, quien probablemente lo dijo en son de broma.
Entonces, ¿cuántos goles marcó en realidad? No vamos a obligar a Cristiano a jugar con más de 80 años para que éste sume 5,000 tantos, ¿cierto? (Aunque, dicho lo anterior, es probable que lo haga).
Tampoco busquen a la FIFA para que nos ayude con este dilema. Sus personeros les responderán que solo mantienen registros goleadores en los torneos organizados por dicha institución: Mundiales de Fútbol y eventos similares. Y con toda razón. ¿Por qué alborotar el avispero?
(Ojo, no tenemos la intención de menospreciar a Bican. El checo fue uno de los más grandes futbolistas de su era, figura con el “wunderteam” de la selección de Austria en la década de 1930 y quien, justo antes de iniciarse la guerra, abandonó a los Nazis y optó jugar con el país de sus ancestros, en vez de su tierra natal; pasando gran parte de su carrera en la entonces Checoslovaquia).
Bican no es el único jugador difícil de comparar bajo términos objetivos. Pelé, sinónimo de proezas goleadoras, se encuentra en una situación similar. Brasil no tenía una liga nacional hasta 1971, cuando “O Rei” tenía 30 años. Hasta entonces, había jugado la mayoría de sus encuentros de liga vistiendo la camiseta del Santos en el campeonato Paulista, circuito regional de Sao Paulo. Probablemente, Sao Paulo era la mejor región del país en lo futbolístico; sin embargo, Pelé no jugó con algunos de los principales clubes del país (tales como Flamengo, Botafogo, Gremio o Flamengo) de forma regular.
Sin embargo, esto no significa que Pelé no se haya enfrentado a rivales de primer nivel. Aparte de las potencias del estado de Sao Paulo, como Palmeiras, Corinthians y Sao Paulo, jugó Copa Libertadores (equivalente suramericano de la Copa de Europa), la Taça Brasil (copa nacional en la que se enfrentan los distintos campeones regionales) y, por supuesto, múltiples amistosos de prestigio. Si descargan una hoja de cálculo con todos los goles de Pelé, constatarán que, en la mayoría de los veranos, el brasileño se iba de gira por el mundo (por ejemplo, el Santos viajó a Europa en el verano de 1963, disputando nueve encuentros en cuatro semanas), al igual que formó parte de distintos equipos regionales de estrellas e incluso, jugó a principios de su carrera con la guardia costera de su país.
Todas las giras y equipos de estrellas no suman para la cuenta “oficial” (independientemente de lo que eso signifique); no obstante, como bien lo dice la gente en Brasil, Pelé quería verse las caras con los mejores del mundo y ésta era su forma de hacerlo (Por cierto, así llegamos a su famoso total de 1,283 goles).
Todo lo anterior debería bastar para convencerles de lo absurdo de estas comparaciones basadas en registros goleadores; aunque podríamos ir más allá. Podemos argumentar que Bican marcó muchos de sus tantos durante la II Guerra Mundial, al mismo tiempo que muchos jugadores de primer nivel prestaban servicio militar y otros tantos sufrían de desnutrición. O que Pelé, por motivos políticos, nunca tuvo permiso para mudarse a Europa y competir a ese nivel.
No es culpa de ninguno de ellos el haber jugado en otra era, cuando el mundo era distinto y, aparte de ello, la guerra y las disputas políticas interfirieron en su entorno competitivo. Todo lo anterior no disminuye los méritos de Bican y Pelé, quienes pertenecen a la lista de los más grandes de todos los tiempos por derecho propio. Simplemente, se trata de entender que no podemos utilizar los registros históricos de goles para medir la grandeza de un futbolista. No tiene sentido.
Hombre, voy más allá. Si bien existen válidos argumentos para decir que Cristiano y Lionel Messi (quien es menor que el primero y cuyas estadísticas podrían quedar en un nivel similar) pueden ser objeto de comparaciones al ser contemporáneos, la idea sigue pareciendo tonta. Cierto, ambos marcan goles en cantidades industriales, a pesar de no ser centrodelanteros natos. Sin embargo, ¿son Messi y CR7 los mejores parámetros de referencia? En los últimos 20 años, ningún jugador de las cuatro grandes ligas de Europa ha sumado más de 40 goles en partidos de liga. Messi y Cristiano lo han logrado, en tres oportunidades cada uno. Entre ambos, han convertido un mínimo de 30 tantos en liga en 16 temporadas, superando a la suma del resto de los centrodelanteros que han jugado en Europa en los últimos dos decenios. Y solo dos, distintos a Messi y Cristiano, lo han logrado en más de una vez.
Si necesitan de totales de goles para certificar sus grandezas, inténtenlo, sólo por probar. Pero realmente no es necesario, ¿o sí?
Dejen los totales históricos de anotación a otros deportes. El fútbol es mucho más grande que las estadísticas. Sin mencionar que hacer comparaciones entre sus distintas épocas representa un ejercicio mucho más complicado.