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La salida de Canobbio de Peñarol y el problema de siempre en el fútbol uruguayo

El talentoso jugador del Carbonero continuaría su carrera en Brasil. 1950foto.com

Agustín Canobbio está a punto de convertirse en jugador del Paranaense. Tanto el futbolista como el grupo empresarial que lo representa sienten que es una oportunidad que no pueden desaprovechar. Con el poco margen de maniobra que tiene, Peñarol busca retenerlo hasta junio.

Aunque el tema recién se hizo público el martes por la noche, desde hace 10 días las principales autoridades del club saben que su mejor figura, la más desnivelante, tiene tomada la decisión de marcharse.

En el contrato firmado a comienzos de año entre Canobbio y Peñarol no figura impedimento alguno para que el futbolista deje el club ante una oferta superior. Por lo que no hay traba en ese sentido.

Peñarol apela a la palabra dada tanto por el jugador como por sus representantes y dueños de su ficha, que al renovar aseguraron que se quedaría hasta mitad de año. “Peñarol tiene un porcentaje de su ficha por todo el 2022. Le prometimos que a mitad de año lo dejamos salir y el grupo le prometió colocarlo en Europa en ese momento. Agustín quiere irse a Europa”, me dijo el presidente, Ignacio Ruglio, cuando en febrero surgió el rumor que Canobbio podía llegar a Boca.

Además, fue Peñarol quien costeó todos los gastos y se hizo cargo de la defensa ante Conmebol tras el doping positivo por boldenona. “Era un tema que podía complicar la carrera de Agustín y nosotros lo resolvimos. No nos puede pagar así”, me comentó una fuente vinculada al club.

Las dos cosas son ciertas y entendibles, con el agregado que Peñarol ni siquiera podría traer un jugador para suplirlo. Pero no es menos cierto que ninguno de esos puntos forma parte de un contrato, está firmado y ata desde el punto de vista legal al futbolista. Sus representantes de Faro Sport, ex Grupo Casal, se reunieron con el Paranaense y consiguieron un contrato “europeo”. Mejor negocio para ellos, otra vidriera, más plata y mejores objetivos deportivos para el jugador. Ante eso la postura se modificó.

Con 23 años, Canobbio siente que es una oportunidad que no puede desaprovechar, que nada le asegura que en el próximo mercado europeo pueda aparecer algún club de relieve y menos aún que sea capaz de equiparar las condiciones del contrato. Siente además que tiene la chance de crecer en todos los aspectos y posicionarse, si es que clasifica, para estar en la lista de la selección en el Mundial de Catar

El punto de vista del jugador también resulta comprensible. Es fácil tomar decisiones con la plata de otro y decir qué debe o no debe hacer alguien mirándolo desde afuera.

Así las cosas, en esta situación todas las partes tienen algo de razón. El tema va mucho más allá de Peñarol y Canobbio y no tiene arreglo en el fútbol uruguayo. Cuando los clubes no son dueños de sus jugadores pasan estas cosas. Los clubes aceptan ser la vidriera para el negocio de los empresarios a cambio de potenciar el equipo pero no tienen poder de decisión alguno sobre el futbolista. Ni siquiera se enteran cuando sus representantes apuntan hacia mercados más poderosos. Y así, más temprano que tarde, el final siempre es el mismo.