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La llegada de Jared Allen debe servir como sacudida para los Bears

LAKE FOREST -- Cuando los equipos de fútbol americano se enfrentan al desastre, la solución más predecible es un giro de 180º. Los entrenadores amables son reemplazados por entrenadores estrictos. Los gurús defensivos son reemplazados por genios ofensivos. Los jugadores calmados son reemplazados por personalidades fogosas.

Así es como veo la decisión de los Chicago Bears de perseguir y adquirir al veterano ala defensiva Jared Allen, quien esencialmente reemplaza a Julius Peppers como su cazador de mariscales de campo designado. Ambos son candidatos al Salón de la Fama, y no estoy seguro de que se pudiera acabar con credibilidad un debate que compare su efectividad, pero no hay duda respecto a sus personalidades opuestas. Peppers es tan callado como Allen es extrovertido, y como Peppers fue parte de la peor defensiva en la historia de los Bears el año pasado, no sorprende ver ahora a Allen parado en su lugar.

Los Bears permitieron 478 puntos la temporada pasada, la peor marca en la historia de la franquicia, y el gerente general Phil Emery ha respondido con una sacudida de personal que promete, al menos, una apariencia distinta para el 2014. Con base en un contrato que garantiza totalmente al menos 15.5 millones de dólares a lo largo de las siguientes dos campañas, Allen --quien cumplirá 32 años de edad el siguiente mes-- es la pieza central del plan de Emery.

Ha pasado un tiempo desde que los Bears contaran con un jugador con la energía de Allen, uno que jugará con --e interactuará con-- la afición mientras juega "hasta el silbato" de un modo que le da una ventaja que Peppers no tenía. Allen es un líder natural y un pilar de vestidor, e imagino que será más efectivo para llenar el vacío que dejó atrás Brian Urlacher --y Olin Kreutz antes de él-- que cualquier que lo intentó hacer el año pasado.

Como sucede con Peppers, los mejores días de Allen como cazador de mariscales de campo quedaron atrás. Los aficionados de los Bears podrían recordarlo como el jugador cuyo bloqueo por el lado ciego en el 2012 acabó con la estadía del guardia Lance Louis. Pero hay demasiadas maneras en que un agente libre puede impactar a su equipo nuevo, y sobre todo, la llegada de Allen a Chicago sirve como llamado de atención para los que quedan.

La debacle del año pasado acabó con la estadía de dos jugadores de Pro Bowl, Peppers y Henry Melton. Hasta el momento, ha prevenido el regreso del profundo agente libre Major Wright, quien presumiblemente ha sido reemplazado por el arribo de Ryan Mundy. Los Bears declinaron elevar al apoyador joven Jon Bostic a un rol titular, firmando en su sitio al veterano D.J. Williams, y el recluta de primera ronda del 2012, Shea McClellin, se dirige a una nueva posición tras los fichajes de Allen, Lamarr Houston y Willie Young.

Si la imagen de un ex rival divisional en un uniforme de los Bears no es suficiente para sacudir las cosas, entonces no estoy seguro qué lo sea. Si se mantiene en la trayectoria en la que va, Allen será una roca en la alineación de los Bears --inició 96 partidos consecutivos para los Vikings, jugando el 93 por ciento de las jugadas defensivas a lo largo de seis campañas-- y por lo tanto aportará de manera inherente una cierta responsabilidad al grupo

Para ser claros, la firma de Allen es un movida de transición dentro de un esquema más amplio que los Bears todavía intentan completar. Han sido incapaces de compensar por la edad elevada de un núcleo de jugadores defensivos, forzándolos a acudir a la agencia libre en un momento en que deberían estar promoviendo a jugadores jóvenes a roles más prominentes.

Al momento, su defensiva proyecta hasta seis titulares con al menos 30 años de edad. Esa estadística deja su futuro a largo plazo como un trabajo en progreso. A corto plazo, sin embargo, los Bears habrán hecho lo mejor posible para sacudirse el malestar del 2013. Su funciona, Jared Allen será quien aporte la chispa.