Por Leonardo Ayala
NUEVA YORK (Enviado especial) -- Luego de una carrera marcada por lesiones, el chileno Julio Peralta tuvo la oportunidad de jugar su primer Grand Slam a los 33 años. Cosas del destino: terminó con calambres y sin poder moverse con normalidad en los últimos dos games.
Revés a una mano. Suelto. Agresividad con la derecha, talento para la hora de la volea, buena movilidad y solidez con el servicio. ¿Radiografía de un nuevo proyecto? Lejos. Es el perfil de juego de Julio Peralta, actual N°141 del mundo en dobles.
El chileno se dio el gusto de su vida en Flushing Meadows. Gorra amarilla, remera azul y pantalón gris con líneas naranjas, lejos de vestir uno de los modernos conjuntos, saltó a escena a la cancha 9. Mano derecha vendada por ampollas. Porque nada es sencillo para el chileno si se habla de cuestiones físicas.
Peralta tiene una abultada historia clínica, con los puntos más duros en una fractura en un hombro y una lesión en una pierna que lo llevaron a un primer retiro en 2004. Nada le impidió volver a las canchas. Tampoco después de un segundo abandono de la actividad. Primero, como un cable a tierra entre tiempos de estudio en Estados Unidos. Y luego, en Interclubes por Europa.
Justamente por su paso por las universidades norteamericanas conoció a su compañero de ruta, quien tampoco se queda atrás a la hora de las anécdotas. Matt Seeberger, quien juega con una raqueta de aro más grande y con forma llamativa, jugó recién su primer torneo como profesional en junio de 2012 a los 28 años. Ahora, con pocos meses más de trayectoria, tuvo su debut en un Grand Slam. También virtud de él convencer a Peralta de jugar juntos por esta ilusión.
Tuvieron una incursión con buenos resultados en el circuito, con finales en los Challenger de Poznan y Moscú. Y fueron por más. Se anotaron en los nacionales de la USTA, con el sueño de ganarse el premio mayor de lugar en el cuadro del US Open. Ganaron su zona en Missouri Valley y se convirtieron en una de las 14 parejas en New Haven. Ahí se quedaron con otros cuatro triunfos en fila y firmaron su pase al Abierto de los Estados Unidos. La fortuna no terminó de acompañar a Peralta en Nueva York. Con el marcador en 4-4 en su duelo ante Santiago Giraldo y el australiano Rameez Junaid, el chileno sufrió calambres en una pierna. Llamado de trainer, pero no fue suficiente. Antes del cambio de lado, había perdido su servicio. Y después poco pudo colaborar ante el saque del colombiano. Derrota por 4-6, 6-4 y 6-4 y eliminación.
De esta manera Peralta jugó su tercer partido en el circuito. ¿Más particularidades? Claro. Uno de sus anteriores encuentros fue ante los hermanos Bob y Mike Bryan, los mejores en la disciplina. El otro, ante los argentinos Agustín Calleri y Juan Ignacio Chela. Ambos duelos bajo la bandera de Chile en la Copa Mundial por equipos de Dusseldorf en dupla con Jorge Aguilar.
Y trazando un paralelo con su país, esta cita en Nueva York además dejó la marca del regreso de Chile a un cuadro principal de hombres. Luego de la derrota de Nicolás Jarry en la clasificación de singles, Peralta sí pudo etiquetar su nombre en el main draw y puso fin a una sequía de cuatro años, desde que Fernando González se despidiera en el US Open de 2011.
Cosas del destino. Peralta tuvo su momento en una cita grande recién a los 33 años. Y no lo pudo disfrutar al 100%.