LOS ÁNGELES – Corría el otoño de 2010 y Derek Jeter (en ese entonces, con 36 años, era mucho más valioso para su antiguo equipo que para cualquier otro nuevo) era agente libre por primera vez. No tenía intenciones de dejar los New York Yankees; sin embargo, quería recibir una remuneración entre las mejores de su posición. Las negociaciones se hicieron públicas y tornaron controvertidas. Jeter se sintió traicionado y objeto de regateo. Los Yankees se tornaron tan frustrados que básicamente le retaron a buscar ofertas en otros sitios. Al final, ambas partes acordaron firmar una extensión contractual por tres años y $51 millones; no obstante, el proceso dejó sus heridas. La relación de Jeter con el gerente general Brian Cashman fue descrita a cierto punto como irreparable.
Ese bien pudo haber sido el caso de Clayton Kershaw y Los Angeles Dodgers.
Kershaw se aprestaba a convertirse en agente libre por primera vez en su carrera en la anterior temporada baja, siendo un pitcher próximo por cumplir 31 años y mostrando signos obvios de regresión a la media. Pudo haber presionado seriamente a los Dodgers. Él pudo haber arrastrado a los Dodgers a una crisis; pudo haber utilizado su nombre y legado como armas de negociación con la gerencia y llevarlos a firmar un contrato considerado como irresponsable. Por el contrario, Kershaw y los Dodgers llegaron de manera amistosa a un acuerdo por una extensión contractual por tres años y $93 millones, cinco días después de la conclusión de la Serie Mundial; un convenio que básicamente solo agrega un año al contrato original de Kershaw.
Es muy posible que este sea su último gran cheque, aunque no le importó maximizar la oportunidad. Poco después de su firma, Kershaw describió lo que parece ser una forma asombrosa de asumir la situación en un periodo de tanta animosidad entre jugadores y ejecutivos, diciendo: “Jamás quisiera firmar un contrato a un nivel al cual no creyera que me puedo desempeñar”.
“Me gusta pensar en el hoy en día”, expresó. “Es difícil para mí pensar en el futuro porque sé cuánto trabajo se requiere para superar todos y cada uno de los días. Para mí, desempeñarme al nivel que deseo todos los días… es un compromiso inmenso. Quiero asegurarme de que puedo cumplir con ello. Porque, si siento que habrá un momento en el cual llego al terreno y no quiero hacer el trabajo, pues no quiero firmar para hacer eso. No quiero eso”.
“Hay una gran responsabilidad y expectativas (puestas en ti) cuando firmas un contrato y tienes que cumplir con ellos. Y yo no tomo eso a la ligera. A mi criterio, cualquier lapso en el cual un equipo esté dispuesto a comprometerse contigo es la cantidad de tiempo en la cual tienes que comprometerte con ellos en hacer un esfuerzo absoluto, al 100 por ciento, todos y cada uno de los días en los cuales entres al terreno. Y tres años es un periodo con el cual me siento cómodo”.
Este martes, Kershaw se apresta a hacer su sexta apertura de la temporada, enfrentándose a Chris Paddack, fenómeno de los San Diego Padres. El zurdo ha sido efectivo más no abrumador. Las esperanzas que tenía durante la temporada baja de recuperar algo de velocidad en su recta no se han materializado. El cambio de velocidad (pitcheo considerado por muchos dentro de la organización como una asignatura pendiente que Kershaw debe desarrollar algún día) aún no se ha convertido en factor preponderante.
De muchas formas, Kershaw ha sido el mismo pitcher que ha luchado contra un declive evidente lo suficiente como para registrar outs de manera efectiva durante la temporada pasada. Ocasionalmente, la slider es un poco más precisa y la recta en general ha estado un poco más lenta, pero el Kershaw de 2018 es virtualmente idéntico, a primera vista, al Kershaw de 2019. Ross Striping, su compañero de equipo durante los últimos cuatro años, percibe a alguien que está dispuesto a forjar su camino al éxito como nunca antes.
“Simplemente, es un hombre ultra competitivo en todo lo que hace; por ello, cuando sube a la loma no es distinto”, expresó Strepling. “Siempre ha sido así, pero parte de ello radica es que él está consciente de que su repertorio no está al mismo nivel que hace cuatro o cinco años, por eso incluso da un paso adelante porque así siente que puede tomar una ventaja. Es algo natural, especialmente cuando has experimentado el éxito como lo ha hecho él, entrar en piloto automático. Rápidamente haces out a cuatro o cinco bateadores y comienzas a caer en el facilismo. Él no hace las cosas así. Y nunca lo ha hecho. Definitivamente, es un testimonio de las razones por las cuales ha tenido tanto éxito: su habilidad para mantener una concentración de láser en cualquier escenario”.
Kershaw tiene efectividad de 3.31; aunque bajaría a 2.73 de no ser por la mala suerte que experimentó con dos outs y bases limpias en el séptimo inning hace cinco días (recibió infield hits consecutivos, sencillo impulsor y después otro sencillo impulsor tras su salida que hizo ingresar a corredores responsabilidad de Kershaw). El WHIP del lanzador (0.98) permanece a niveles de elite. Su promedio de ponches (8.5 ponches por cada nueve innings) y promedio de boletos (1.7 BB por cada 9 innings) son prácticamente idénticos a sus registros de la temporada anterior.
Sin embargo, persisten dos tendencias. Una de ellas es la disminución de la velocidad de su recta:
2015: 94.2 mph
2016: 93.8 mph
2017: 93.2 mph
2018: 91.3 mph
2019: 90.6 mph
La otra es su dependencia en los lanzamientos rompientes (curvas y sliders):
2015: 46.1 por ciento
2016: 47.5 por ciento
2017: 50.8 por ciento
2018: 58.6 por ciento
En primera instancia, Kershaw consideró su contrato como “una oportunidad de demostrarle a mucha gente que estaban equivocados”. El zurdo alteró su programa de entrenamiento para la temporada baja, conocido ampliamente por su rigidez. Hizo que varios miembros del staff de entrenadores de los Dodgers volaran para visitarlo en su hogar de Dallas y ayudarle a fortalecer su contextura y alinear su envío. Comenzó el año nuevo con la esperanza de recuperar algo de su velocidad perdida y recobrar profundidad en su slider. No obstante, persistió la inflamación en su hombro y con ella, Kershaw recibió una fuerte dosis de realidad. A final de cuentas, Kershaw no retomó el nivel al cual estaba acostumbrado y aún no ha logrado completar su evolución hasta convertirse en alguien nuevo. Simplemente, es quien es. Y sigue contando con suficiente calidad.
“Está sano y hace sus aperturas. Y eso es lo más importante para nosotros”, indicó Dave Roberts, manager de los Dodgers. “Verlo tomar la loma, obviamente, envía un mensaje a todos los equipos de la liga, a nuestro clubhouse. Aparte de ello, realmente no miro los números. Reviso los días en los cuales él hace las aperturas. Si está sano, nuestra expectativa es ganar. ¿Ha sido tan dominante como creo que él lo esperaba o como a él le hubiera gustado? Probablemente no. Pero hay buenos bateadores en esta liga. Lo principal es que Clayton sale cada cinco días y hace out a los contrarios”.