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Jackie y Pee Wee: El abrazo más importante en la historia de MLB

Esta estatua de Pee Wee Reese (izq.) y Jackie Robinson (der.) ubicada en Coney Island en Brooklyn representa el alegado abrazo que compartieron en la primera temporada de Robinson en MLB en 1947. Andrew Burton/Getty Images

Nota del Editor: Este texto se publicó originalmente el 13 de mayo de 2020.

El momento aparece registrado en miles de historias -- orales y escritas -- varias películas y hasta posee su propia estatua, aunque muchos disputan la veracidad de su ocurrencia hace 73 años. Real o ficticio, el abrazo entre Jackie Robinson y Pee Wee Reese es el más importante de todos los tiempos en el béisbol de Grandes Ligas.

El 15 de abril de 1947, Robinson se convirtió en el primer hombre negro que jugaba en las ligas mayores modernas, terminando con la odiosa barrera racial que se había autoimpuesto el béisbol con un infame "acuerdo de caballeros" desde las últimas décadas del siglo XIX.

Branch Rickey, gerente general y co-propietario de los Dodgers de Brooklyn, escogió a Robinson para semejante aventura porque, además de talento y calidad para jugar contra los mejores, parecía preparado para aguantar el prejuicio, la discriminación y los ataques de un gran segmento de la sociedad, incluyendo de sus propios compañeros de equipo.

En sus primeras cuatro semanas lidiando con la hostilidad de los seres humanos, los más hostiles de los seres vivos, Robinson la pasó relativamente "cómodo", jugando exclusivamente en casa, incluyendo una serie de dos juegos en la que Brooklyn visitó a los Gigantes de Nueva York en Manhattan.

Los Dodgers visitaron la cercana Filadelfia para una serie de cuatro juegos del 9 al 11 de mayo, regresaron a casa para jugar un partido reasignado contra los Bravos de Boston, y entonces se embarcaron en una gira que tenía a Cincinnati de primera parada.

Debido a los resentimientos que dejó la Guerra Civil de Estados Unidos, en la que los estados de la Unión (norte) pelearon con los Confederados (sur), un segmento que proclamó su independencia del país por no aceptar la abolición de la esclavitud, muchas personas en Cincinnati y la vecina Kentucky, que en realidad fueron bastiones unionistas, aún no superaban las heridas de un conflicto que dividió la nación.

Tener a un descendiente de esclavos jugando en los equipos de las ligas mayores blancas era algo revolucionario para muchos, pero difícil de asimilar y completamente inaceptable para otros.

Durante los calentamientos antes del primer juego de la serie entre Dodgers y Cincinnati Reds en el Crosley Field el martes 13 de mayo, los fanáticos locales descargaron todas sus miserias, rencores y odios contra Robinson.

La rivalidad o calidad de los equipos pasó a un segundo plano. La mayor parte de los 27,164 que pagaron boletos, fueron a repudiar al jugador negro de los Dodgers.

Cuenta la leyenda que el torpedero y capitán de Brooklyn, Pee Wee Reese, un sureño de Kentucky con amigos y familiares en las gradas, se acercó a Robinson, comenzó una conversación y luego pasa el brazo por el hombro de su compañero, en un abrazo, que silenció a los necios en la multitud.

En la película "42" del 2013, dirigida por Brian Helgeland, se recrea la escena que supuestamente ocurrió ese día. Chadwick Boseman ("Black Panther") interpretó a Robinson y Lucas Black ("Sling Blade") a Reese.

Robinson: ¿Qué pasa?
Reese: "Pueden decir lo que quieran; estamos aquí para jugar béisbol".
Robinson: "Solo son un montón de chiflados que aún luchan en la Guerra Civil".
Reese: "Demonios, habríamos ganado a ese hijo de pistola si los tallos de maíz hubieran resistido. Nos quedamos sin municiones".
Robinson (riéndose): "Mejor suerte la próxima vez, Pee Wee".
Reese entonces pone su brazo alrededor de Robinson.
Reese: "No será la próxima vez. Todo lo que tenemos es ahora. Esto justo aquí. ¿Ya tu sabes? Gracias Jackie.
Robinson: "¿Por qué me estás agradeciendo?"
Reese: "Tengo familia aquí, en algún lado allí arriba, que vino desde Louisville. Necesito que vean quién soy".

La conversación quizás no fue exactamente así. No existen fotos ni crónicas en los periódicos de los días siguientes destacando la importancia de semejante hecho, si fue que realmente ocurrió. Siete décadas después, la simbología supera la realidad en importancia.

La aceptación de Reese fue vital para que Robinson pudiera aguantar la tempestad inicial, jugara 10 años en Grandes Ligas, llegara al Salón de la Fama de Cooperstown y se convirtiera en un ícono de la sociedad.

En la entrada del MCU Park de los Brooklyn Cyclons, sucursal de los New York Mets en la New York-Penn League (Clase A baja), hay una estatua de Reese a Robinson, para conmemorar, sin importar si el hecho fue real o ficticio, el abrazo más importante en la historia de las Grandes Ligas.