CLEVELAND -- Ahora Cleveland puede conjurar una sequía de títulos de tan sólo cuatro meses.
Cleveland, sí, la ciudad que durante años fue motivo de burlas y donde el deporte no deparaba sino decepciones que se habían arraigado en el ADN colectivo de numerosos fanáticos. Los habitantes, que trataron de digerir durante años un balón suelto o un pase de touchdown de John Elway que significaron la eliminación, están a punto de celebrar por segunda vez en un año.
Es el ''año de Cleveland''.
Las copas y botellas vacías fueron desechadas recién, tras la larga fiesta por la remontada y coronación de LeBron James y los Cavaliers en la final de la NBA, y ahora resulta que los Indios, que han desafiado los pronósticos durante toda la temporada, avanzaron a la Serie Mundial, algo que no se veía desde 1997.
En un hecho que no imaginaba ni el fanático más optimista de Cleveland, los Cavs recibirán sus anillos de campeones el martes por la noche, en el Quickens Loans Arena. Serán el primer equipo de la ciudad desde 1964 que desplegará un banderín de campeón, justo cuando los Indios comiencen a jugar el primer juego del Clásico de Otoño, en el cercano Progressive Field.
''¿Puede haber algo mejor?'', preguntó James, el astro cuyo regreso en 2014 avivó la esperanza en el noreste de Ohio. ''No lo sé... Seremos locales en el primer juego de la Serie Mundial y recibiremos nuestros anillos en la misma noche y al mismo tiempo''.
Durante años, la posibilidad de que Cleveland ganara un título era más bien el remate de un chiste contado por los rivales. ''The Mistake on the Lake'', o ''el error en el lago'', era el apodo cruel que muchos usaban para referirse a la localidad.
En estos días, el humor se usa para zaherir a otras ciudades, no a ésta. Cleveland atraviesa por un renacimiento en el siglo XXI, una percepción que se volvió más clara cuando los Cavaliers conquistaron el primer campeonato relevante de la ciudad en los deportes profesionales en 52 años.
Ahora, todos están atentos a los Indios, que conquistaron la Serie Mundial por última vez en 1948.
El jueves, los últimos boletos disponibles para el Clásico de Otoño se agotaron en 15 minutos, y los fanáticos hicieron largas filas para comprar artículos conmemorativos del gallardete en la Liga Americana.
Claudia Beal estaba entre ellos. Aguardó pacientemente frente a una tienda de artículos deportivos en el suburbio de Westlake. Y la mujer, madre de tres hijos, disfrutó cada segundo de esa espera.
''Cuando me mudé acá, la gente pensaba que estaba loca. Me dijeron '¡oh, Cleveland!''', rememoró. ''Y ahora ven cómo es esto y cómo ha llegado nuestro turno. Creo que todos se percatan ahora de lo grande que es esta ciudad''.
Y junto con la imagen de Cleveland, está cambiando la de su gente.
Al proclamarse campeones, los Cavs inspiraron confianza en los fanáticos que siempre esperaban lo peor en los momentos importantes. Durante años, los había atormentado el recuerdo de Elway eliminando a los Browns en las finales de la Conferencia Americana; el de Michael Jordan embocando un disparo decisivo para doblegar a los Cavs, o el de los Indios, cayendo en el séptimo juego ante Florida en 1997.
Pero James y sus compañeros, que han alentado a los Indios este mes en los playoffs, dieron al público la creencia de que todo es posible. De paso, quitaron algo de la presión que pesaba sobre los otros equipos de la ciudad.
''Parte de mi mentalidad apunta a inspirar a la mayor cantidad posible de gente, desde los chicos que crecieron en mi ciudad hasta los deportistas profesionales que se desarrollaron aquí'', dijo James, originario de la cercana Akron.
Ahora, los Indios pueden aportar más inspiración.