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En Mayweather-Ortiz perdió el boxeo

Floyd Mayweather Jr. volvió a ganar, mantuvo su invicto al noquear a Víctor Ortiz en el cuarto asalto, salió abucheado del MGM Grand de Las Vegas, y el boxeo volvió a escribir otra página oscura en este atroz último tiempo. El chico malo nos engaño una vez más.

Como en su vida pública y privada, el Pretty Boy volvió a mostrar su lado controversial, ayudado por una pésima actuación del referí Joe Cortez y con el apoyo de todos los que una vez más somos cómplices al asistir a sus lamentables espectáculos. Triste porque sus condiciones como boxeador le permitirían reinar sin necesidad de todo este circo.

Pero vamos a lo que ocurrió. Ortiz, que no venía cumpliendo tan mal papel, tuvo su momento estúpido en medio de su mejor tanda de combinaciones. Le propinó un grosero e innecesario cabezazo. Pidió disculpas y le restaron un punto. Al reanudarse el combate, inexplicablemente en medio del abrazo para la nueva disculpa y con un insólito Cortez mirando hacia otro lado, Floyd Mayweather golpeó dos veces el indefenso Ortíz y lo noqueó. No hubo autoridad alguna que discutiera ese desenlace, ni siquiera la timorata esquina del derrotado y ni siquiera el atribulado Cortéz, que debió autorizar el reinicio de las acciones en el medio de los dos rivales y no mirando hacia cualquier otro lugar.

La pelea que todos esperaban finalizó como nadie esperaba, en medio de un sonoro abucheo contra el vencedor desde todos los rincones del MGM Grand.

La gente se fue con rabia y tienen razón. El que algunos insisten en querer llamar del mejor de todos los tiempos, demostró que esa imagen de chico malo que insiste en mostrar, no es un truco, es verdadera. Mayweather montó el espectáculo y lo cerró a su manera.

Hasta el fatídico instante del ese infeliz cuarto asalto, Mayweather había mostrado su vigencia pese a la edad y las cualidades innegables para estar entre los mejores libra por libra. Ortiz subió más pesado a tratar de hacer prevalecer su solidez y potencia. En los primeros asaltos, donde se mostro sumamente nervioso no lo había conseguido, pero el transcurso de la batalla posiblemente le iría dando la tranquilidad necesaria para golpear a donde Floyd mostró que lo sentía. La zona hepática. Pero esa fue una historia hipotética, el chico bueno que abandonaron sus padres y que trata de crecer en la vida, demostró que está verde y apenas fue un actor secundario de una obra absurda. El también nos engañó a todos.

La conclusión es que teniendo en cuenta la cualidad de evento de pago, el mal causado debe ser multiplicado por los cientos de miles o millones que abonaron el derecho a presenciar la pelea. Es evidente entonces que el boxeo volvió a perder y ese es el mayor perjuicio. Un perjuicio que repercutirá en los venideros eventos de PPV, porque el fanático es fanático hasta que se meten con su bolsillo. Y Mayweather lo hizo, nos vendió bochorno una vez más.