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Richard Sherman no es monedita de oro

MÉXICO -- La apertura de las redes sociales se empieza a convertir en las paredes de la misma.

Después de los comentarios que realizó el esquinero de los Seattle Seahawks, Richard Sherman, tras la victoria de su equipo en el Juego de Campeonato de la NFC sobre los San Francisco 49ers, por 23-17, para acceder al Super Bowl XLVIII, la avalancha de críticas en las redes sociales no se hizo esperar.

Quemar en la hoguera a un atleta profesional en el momento en que muestra la emoción a flor de piel, se vuelve un ejercicio cotidiano en la era de los memes y de Twitter.

Comenzaré diciendo que, por poco políticamente correcto que se haya visto Sherman al gritar a los micrófonos de Fox Sports: "Soy el mejor esquinero de la liga. Cuando tratas de retarme con un receptor pobre como [Michael] Crabtree, es el resultado que obtienes. Nunca hables de mí", no me parece una declaración reprobable.

Más tarde, ante en conferencia de prensa después del juego, Sherman describió a Crabtree como "mediocre".

Es su opinión. Y es esa misma opinión lo que buscan todos los reporteros que cargan cámaras y micrófonos hasta los vestidores.

En una liga donde las respuestas prefabricadas se reparten por mayoreo --incluyendo las declaraciones del entrenador en jefe de los Seahawks, Pete Carroll, en el sentido de que este incidente constituye "una oportunidad extraordinaria de aprendizaje", entre otras cosas-- resulta refrescante sorprender a un jugador externando lo que piensa. Mientras no cruce ciertas fronteras, no le veo nada de malo. ¿Un jugador opinando sobre el nivel que en su consideración tiene otro? Adelante.

El 14 de enero del 2008 yo estaba en el vestidor de los Dallas Cowboys cuando, recién derrotados en la Ronda Divisional ante los eventuales campeones New York Giants, Terrell Owens no pudo contener las lágrimas mientras defendía la actuación de "su" mariscal de campo, Tony Romo. Apenas el lunes de la semana pasada, a Cristiano Ronaldo le tocó recibir el mismo tratamiento cuando dejó escapar el llanto al recibir su segundo Balón de Oro.

En el momento en que esas figuras del deporte, cuyas hazañas sobre el campo de juego nos llevan a deshumanizarlos --para bien o para mal-- nos recuerdan que también son vulnerables, entonces se vuelven un blanco perfecto para redes sociales, donde tirar la piedra y esconder la mano es cosa de diario.

Esta columna no es un intento de disculpar las conductas de Sherman. Desde luego no apruebo que después de hacer la jugada de la victoria, desviando el pase de Colin Kaepernick a Crabtree, haya ido a provocar al receptor abierto con una palmada en el trasero y extendiéndole la mano, ni tampoco gesticular un ahorcamiento hacia Kaepernick.

Ir a buscar la confrontación, como también lo hizo el propio Sherman ante Tom Brady en su momento, no es digno. Nada bueno puede salir de provocar a un rival. Hay que saber perder, pero también hay que saber ganar.

Sin embargo, las declaraciones que ofreció anoche, no fueron eso. Claro, van a terminar por provocar al rival, y Crabtree ya respondió, también, en redes sociales. Hasta ahí no pasa nada. Pero no hubo en las declaraciones un ataque a la persona de Crabtree, a su familia, a su etnicidad, a su personalidad, ni a su integridad. Sherman simplemente calificó --descalificó-- el desempeño de su rival.

Donde sí hubo todos esos ataques fueron en los comentarios hacia Sherman en redes sociales.

Sherman explicó más tarde que el problema con Crabtree inició desde la pasada temporada baja, aunque nunca dijo cuál fue el detonante. Además, el fútbol americano es un deporte que se presta para los intercambios verbales entre los jugadores, gracias a todas las pausas que existen en la acción entre jugada y jugada, y la naturaleza física y agresiva del juego. No es una partida de tenis, y no creo que los aficionados a la NFL quieran que se convierta en una partida de tenis.

La próxima vez que escuchen a un entrenador en jefe entregar la ya trillada "nuestro trabajo es tratar de colocar a los jugadores en posición para que puedan hacer jugadas", para justificar un error; o que un jugador ofrezca su versión de la misma frase: "el coach me pone en posición de hacer jugadas", cuando compara el sistema de un nuevo entrenador respecto al de su sucesor, recuerden este incidente con Sherman.

Recuerden lo que pasa cuando a un jugador se le pide su opinión, y éste responde sin filtros.