La victoria de Los Pumas del último fin de semana ante Francia deja muchos aspectos positivos de cara a lo que viene en el futuro cercano. Sobre el desenlace los franceses podrían haber empatado e incluso ganado un partido que se les había planteado quizás más disputado de lo que esperaban. Para los que estamos afuera igual hubiera significado una gran actuación de nuestro equipo, pero a los que alguna vez tuvimos que conformarnos con derrotas dignas sabemos cuánto duele escuchar el pitazo del final y quedarse con las manos vacías.
Porque si bien a veces parece cruel todo lo que determina un simple resultado, se sale a la cancha para ganar. Y aunque adhiero al concepto de que dejar todo en la cancha es lo único que los de afuera tenemos derecho a exigir, ese es el "QUÉ" que demanda la alta competencia y el premio para el esfuerzo de los jugadores y el staff: ganar. Por eso los abrazos, los festejos y la euforia de París son tan importantes para la confianza que este grupo empezó a consolidar en Mendoza cuando se le ganó a Australia.
Las estadísticas dicen que Los Pumas en 2014 ganaron nada más que tres de doce, o nada menos que tres de los últimos cuatro partidos. Ambas lecturas son ciertas pero creo que aferrarse solamente a uno de los dos enfoques sería un error y podría confundirnos. En cuanto a resultados, ni tan malos ni tan buenos. Pero creo que el cierre del año internacional dejó varios elementos para entusiasmarse con lo que está por venir.
Desde que se confirmó el ingreso de Argentina al Rugby Championship decimos que la evolución en el juego de Los Pumas iba a ser un proceso y no un cambio repentino por el solo hecho de jugar ante las potencias. Ya durante el segundo ciclo de Santiago Phelan y con la influencia de Graham Henry se vieron muestras de un cambio en las intenciones del equipo, poniendo mayor énfasis en el ataque.
Hourcade ya era parte del sistema UAR y conocía muy bien a los jugadores. Significó la continuidad pero con su lógico toque personal. Le alcanzó una gira, la de noviembre 2013 por Inglaterra, Gales e Italia para tener su propio diagnóstico y tomar decisiones. Se potenció el foco en las destrezas y la voluntad por atacar se transformó en convicción por un plan de juego que todos comparten. Es por eso que el "CÓMO" se transitó este año es otro paso adelante en este proceso que combina aprendizaje con obligaciones. Que no haya que catalogar como hazañas los buenos partidos ante las potencias sino que existan fundamentos en el juego que muestran el crecimiento es también gratificante y alentador.
Por eso la satisfacción por el "CÓMO" aunque a veces no se pudo acompañar con el "QUÉ".
Pero nos está faltando quizás la parte más importante: el QUIÉNES, porque el sábado en París hubo una formidable combinación de juego y personalidad. Hubo jugadores (como en todo el año) en muy bien nivel y por otro lado no fue la primera vez que se dieron ventajas (al menos en los papeles) presentando un equipo con muchas variantes. Y si bien es clave la mejora en el juego, la esencia de Los Pumas está en la entrega, en la desesperación por defender y en el hecho de -como decía Juan Hernández después del partido- "jugar por el que está al lado". Y en ese aspecto todos dijeron presente y demostraron estar a la altura de las circunstancias para cuando se los necesite. Los jóvenes no sólo vienen mejor formados y entrenados física y técnicamente, sino que se hicieron cargo cuando tuvieron que hacerlo. Asumiendo el compromiso que quizás no los obligaba su condición de jóvenes pero que siempre exige la camiseta. Aprovechando la oportunidad y ampliando la base de un plantel que necesita ser cada vez más rico por las exigencias del rugby internacional.
Teniendo en cuenta que el Mundial de Inglaterra está a menos de un año y teniendo siempre los pies sobre la tierra, hay libreto e intérpretes que confirman que se va por el buen camino. Y ese ya es un buen motivo para ilusionarse.