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Una de cal y otra de arena en un River bipolar

Getty Images

BUENOS AIRES -- La brecha futbolística que existe entre titulares y suplentes es cada vez más grande, más notoria, más preocupante. Sin dudas inquieta a Marcelo Gallardo. Porque sabe que el margen de acción a la hora del recambio es muy pequeño. Hay muchos jugadores dentro del plantel en los cuales él tenía depositadas esperanzas y, sin embargo, no han rendido. Ni rinden.

Y, en rigor de verdad, no se puede jugar un campeonato como la Copa Libertadores, con una cierta idea de competir por el título, sólo con trece o catorce futbolistas en los cuales se confía. Es imposible. Aunque no lo diga públicamente, lo cual suena absolutamente lógico, el entrenador está cada día más convencido de que su plantilla es bien acotada. No se resigna a recuperar algunos valores, es cierto, de ahí la decisión de poner un equipo alternativo ante Sarmiento de Junín.

Esta determinación tiene dos lecturas. Una, fortalece lo narrado: no quiere arriesgar titulares porque sabe que los suplentes no le rendirán en la Copa Libertadores. La otra, de cara a futuro, darles rodaje a los que no están funcionando para ver si despegan de una vez por todas. La conclusión es que se quedó en el medio de todo. Porque River tuvo pasajes de buen fútbol, pudo haberse cosechado un resultado positivo, pero otra vez padeció por su inquietante bipolaridad. Una patología que lo acompaña desde hace bastante tiempo. Una compañera de ruta que preferiría dejarla en el camino pero, pese a ese deseo, no puede desprenderse de ella.

Hace rato ya que River viene debatiéndose contra los enigmas de la inestabilidad futbolística y emocional. Hay quienes dicen que tiene la cabeza en la Libertadores, pero, ¿alguien puede creer que estos jugadores, que no son titulares y que buscan un lugar dentro del plantel ya no esta temporada sino también en la que viene, pueden darse el lujo de entrar con la cabeza en otra historia? Decididamente no, y si lo hacen denotan una irresponsabilidad que no es aconsejable para alguien que juega en River. De ser así tampoco entenderían las necesidades que tiene el entrenador en este momento.

Lo concreto es que River es uno de los peores equipos del torneo local. Más allá de su buen desempeño en la Libertadores, al cuerpo técnico le agradaría tener un paso más firme en el certamen nacional. Entre otras cosas porque pelear en los dos frentes es un poco la consigna que siempre se postula en el inicio de toda temporada. En el caso de River, una de esas patas le le truncó de forma excesivamente prematura.

Siempre caemos en el tema de la inestabilidad futbolística. Esa que lo lleva a jugar de manera brillante un día y a tener un muy pobre su desempeño en un puñado de horas. Tan increíble como cierto. La medida de The Strongest claramente no fue una vara que sirva para medir el nivel real de River, pero al menos sí pudo utilizarse como elemento motivador luego de una sucesión de partidos sin triunfos.

El próximo miércoles, ante San Pablo, con los mismos protagonistas que golearon al conjunto boliviano, podrá refrendarse, o no, que los titulares han adquirido la autonomía que tanto busca Gallardo. Mientras tanto, se sigue en presencia de este River con dos caras, con dos realidades, que recorre caminos sinuosos y otros perfectamente asfaltados. El desafío será equilibrar esas fuerzas. Moderarlas, emparejarlas. Pero claro, este reto deberá ponerlo en práctica en plena competencia, donde los márgenes no son tan amplios. Una de cal y otra de arena para este River bipolar....