<
>

Cachorros, ahora o nunca

Si Joe Maddon dirige en la postemporada como lo ha hecho a lo largo de la campaña regular, los Cachorros de Chicago no serán capaces de romper este año la maldición de la cabra.

Y si no lo consiguen esta vez, entonces no lo harán nunca.

Posiblemente los Cachorros no hayan tenido un equipo tan potente y bien armado en sus 146 años de historia.

Por donde quiera que se les mire, lucen compactos, sin fisura, con la mejor rotación de todas las Grandes Ligas, que integran Jake Arrieta, Jon Lester, Kyle Kendicks, Jason Hammel y John Lackey.

Tienen además en el cubano Aroldis Chapman al lanzador más intimidante de todo el béisbol para cerrar los partidos, cuenta con una defensa hermética y ofensiva demoledora, que encabeza el dúo de Anthony Rizzo y Kris Bryant, dos posibles candidatos al premio de Jugador Más Valioso.

Y una banca abundante, casi tan buena como el equipo titular, que le ha permitido al manager Joe Maddon, para muchos el mejor que hay en la actualidad, mover sus piezas de modo que casi la totalidad de su plantilla llega fresca para encarar la postemporada.

Sin embargo, uno de sus puntos más sólidos podría tornarse en su peor pesadilla y extender, una vez más, las frustraciones y el sufrimiento de la fanaticada más fiel de todo el planeta.

Maddon es conocido por su capacidad extraordinaria de manejar a jugadores jóvenes y sacarle el mayor provecho posible, mezclándolos con los peloteros más experimentados para formar una amalgama ganadora.

No obstante, el piloto, que podría ganar incluso el premio de Manager del Año por cuarta ocasión en su carrera y segunda consecutiva, ha dirigido en el 2016 en contra de lo que indica la lógica del béisbol: alineación ganadora NO se cambia.

Obviamente, se trata de una temporada muy larga y los peloteros titulares necesitan tomarse algún que otro día de descanso, pero lo de Maddon fue una exageración, pues usó nada menos que 149 alineaciones diferentes en los 162 encuentros del calendario regular.

Sólo los Cardenales de San Luis (153), Dodgers de Los Ángeles y Mets de Nueva York (152) y Gigantes de San Francisco (151) utilizaron más lineups que los Cachorros, pero la diferencia está en que ellos lo hicieron por obligación, debido a numerosas lesiones que enfrentaron a lo largo de la campaña.

Maddon no. Él lo hizo sin ninguna necesidad, pues casi todo el equipo se mantuvo saludable, incluida su rotación abridora.

Fue puro experimento y le salió bien, sin dudas. Ahí están las más de 100 victorias como mejor evidencia.
Al estelar antesalista Bryant de vez en cuando lo enviaba a la inicial o los jardines, al catcher venezolano Willson Contreras y al intermedista Ben Zobrist también los movió a las praderas y al boricua Javier Báez no lo sacó a lanzar de puro milagro.

Y es bueno que los jugadores tengan versatilidad, sobre todo aquellos que pasan más tiempo en la banca y esperan cualquier oportunidad para mostrar su valía.

Pero los titulares necesitan estabilidad, principalmente aquellos que ya se han ganado el puesto, pero aún son jóvenes y requieren esa constancia que los ayude a consagrarse.

Curiosamente, uno de los hombres que más presente estuvo en casi todas las alineaciones fue Jason Heyward, quizás la única fisura en la plantilla, un total despropósito por la incongruencia entre su salario multimillonario y su productividad ofensiva mediocrísima.

El asunto es que en las series cortas de postemporada, el manager no puede ponerse a inventar una alineación distinta cada día.

Llegó el momento de apostar a la estabilidad y a los hombres que más calientes estén en el momento, pues no todos manejan de igual manera la presión de los playoffs.

En el 2015, el cubano Jorge Soler andaba encendido con el madero en los primeros encuentros de la postemporada y contra toda lógica, lo envió a la banca un día. Total, que tuvo que volver a colocarlo en el orden al bate, pues su sustituto no soportó el peso del momento.

Por primera vez en 81 años, los Cachorros superan el centenar de victorias.

De las cinco veces anteriores que lo hicieron, solamente en una ganaron la Serie Mundial, allá en 1907.
Un año antes habían sumado 116 triunfos, un récord para la franquicia, pero cedieron ante sus vecinos Medias Blancas en el clásico de octubre.

En 1910 volvieron a ganar más de 100 juegos, 104 para ser más exacto, pero cayeron en la Serie Mundial ante los Atléticos de Filadelfia.

Y en 1935 consiguieron un centenar de victorias, para luego perder en octubre ante los Tigres de Detroit.
Entonces ni siquiera existía la maldición de la cabra, que data de 1945.

Así que esta cifra del 2016 es la más alta lograda por el equipo desde el conjuro de Bill Sianis, el dueño del chivo Murphy, que le ha impedido a los Cachorros regresar desde entonces a una Serie Mundial.

Esta podría ser la oportunidad única. Han sido 108 años sin ganar un título y 70 sin siquiera llegar a disputarlo en su fase final.

En gran medida depende de Maddon de que tanto esfuerzo, tantas alegrías y esperanzas, no se vayan, una vez más, por el inodoro.