VIENA -- El lunes tuvimos un excelente ejemplo de cómo todos los deportes de equipos (incluyendo el fútbol) pueden tener tantas facetas diferentes, tantas personalidades, tantas características. Tanto es así que uno se tiene que esforzar mucho para verlos como un solo juego.
Primero, fue el 0-0 entre Francia y Rumania.
He aquí dos excelentes equipos con jugadores de nivel mundial, que produjeron un juego tan aburrido y de tan baja calidad que yo hubiese pedido que me devuelvan el dinero de la entrada si hubiese estado en el estadio viendo el partido. Fue verdaderamente patético.
Y luego, apenas una hora más tarde, ¡una joya!
Un partido para el recuerdo: Holanda derrotando a Italia en un clásico instantáneo por 3 - 0.
Lo que hizo a este partido tan maravilloso es que ambos equipos jugaron un fútbol soberbio con una sola diferencia: los holandeses aprovecharon sus oportunidades y los italianos no lo hicieron.
Pero no se equivoquen. Los italianos jugaron realmente muy bien en el campo de juego. Lo que hizo que me encanten los holandeses es que a diferencia de los checos y a diferencia de los croatas y a diferencia de muchos equipos en el mundo que básicamente construyen trincheras para defender sus ventajas de 1-0 y hacen de todo para proteger esa ventaja con una defensa espantosa, los holandeses continuaron atacando aún cuando estaban adelante por 3-0.
Forza Holanda, pero también ¡Forza Italia! Los italianos están lejos de estar muertos todavía.
Los holandeses me hacen acordar del fútbol total y de los días de la "Naranja Brillante" de los equipos liderados por el gran Johan Cruyff a principios de la década de 1970.
¡¡¡Una auténtica maravilla estética!!!
Espero que continúen jugando así y que lleguen muy lejos en este torneo.