Vinicius Junior sigue disfrutando de las mieles del madridismo en su máximo esplendor: es el ídolo local, sonríe más que nunca y disfruta jugando. El joven brasileño no para de crecer y encara una temporada en la que, como ocurrió hace un año, parece un jugador completamente distinto al que aterrizó en el Real Madrid en 2018.
Su progresión ha sido como la de la típica banda de rock que empieza tocando en lugares pequeños y cuyo crecimiento depende de un punto de inflexión que les aupa a actuaciones en grandes estadios mainstream.