Los traspasos recientes apuntan a un cambio significativo en el modo en que la NFL conduce negocios con respecto a sus quarterbacks franquicia de alto costo
Apenas hace dos veranos, Jared Goff y Carson Wentz eran los rostros de sus respectivas franquicias, recién ungidos con dos de los mayores contratos en la historia de la NFL. Los Angeles Rams y Philadelphia Eagles anunciaron al mundo, con sus carteras en mano, que Goff y Wentz eran sus chicos. Quarterbacks franquicia. Piedras angulares para sus respectivos futuros.
Pero, cuando el nuevo año del 2021 en la liga arranque oficialmente el 17 de marzo, Goff ni Wentz serán parte de los equipos que les brindaron esos contratos. Goff será canjeado a los Detroit Lions, y Wentz a los Indianapolis Colts, cada uno echado de la ciudad antes de que los primeros años de esas extensiones comenzara a correr.
Tan desesperados, de hecho, estuvieron sus equipos originales para deshacerse de esos tipos, que incurrirán en severas penalidades ante el tope salarial. Los Rams llevarán un cargo de dinero muerto de 22.2 millones de dólares este año como resultado del acuerdo con Goff. Esa cantidad sería el cargo más alto por dinero muerto para un jugador en la historia de la NFL... de no ser por el cargo de 33.8 millones de dólares que los Eagles sufrirán por Wentz.
¿Qué significa todo eso? ¿Cometieron los Rams e Eagles enormes y costosos errores al brindar a Goff y Wentz sus extensiones cuando lo hicieron? Si otros equipos creen que así sucedió, ¿perjudicará eso la capacidad de los quarterbacks como Lamar Jackson, Josh Allen y Baker Mayfield de conseguir sus acuerdos en este verano? ¿Qué hay con Kyler Murray para el año que viene? Y, si no es así, ¿se convertirá esto ahora en la nueva norma: desprenderte de tu quarterback franquicia a medio contrato y pagar una penalidad financiera masiva para conseguirlo? ¿Qué ha cambiado tan repentinamente en la NFL que ahora vuelve aceptables cargos de dinero muerto contra el tope salarial que antes eran inconcebibles?
Las respuestas, como podría esperarse, son complejas y dependen --hasta cierto punto-- de a quién se le pregunta. Hablé con varios ejecutivos de equipo, agentes de jugadores y expertos de tope salarial a lo largo de los últimos días para obtener una idea de hacia dónde vamos con todo esto, y saqué algunas conclusiones:
Quarterbacks, coaches y gerentes generales están bajo mayor presión que nunca
"Solía ser que tenías cuatro o cinco años para descifrar las cosas con los quarterbacks de primera ronda", me dijo un agente. "Ahora, son tres".
Parte de esto se debe a la opción del quinto año de contrato, un recurso instalado en el contrato colectivo de trabajo del 2011 que permite a los equipos ejercer una cláusula para un año adicional a los cuatro de un contrato de novato estándar cuando se trata de reclutas de primera ronda. Los equipos deben decidir después del tercer año si harán válida la opción, una que llega a un precio significativamente más alto que los salarios de los primeros cuatro años, marcando así el final de la ventana en la que un quarterback es una ganga que facilita que el equipo construya a su alrededor.
Wentz y Goff recibieron sus extensiones después de sus terceros años, en parte, porque los equipos deseaban certeza de costo más allá de las cuartas y quintas temporadas. Ambos, hubieran cobrado 22.8 millones de dólares en el 2020 en caso de que las opciones se hubieran mantenido intactas, y se hubieran convertido en agentes libres y candidatos para la etiqueta de jugador franquicia este año, de no haber conseguido sus extensiones.
Otro factor en las situaciones de Goff y Wentz, sin embargo, es que decepcionantes temporadas del 2020 convencieron a sus equipos que debían seguir adelante. Los Rams decidieron que habían llegado tan lejos como podían hacerlo con Goff, y después de que Wentz dejara en claro que no quería estar más en Philadelphia, los Eagles rápidamente cumplieron su capricho. Varias de las personas con quienes charlé para esta historia pensaron que los quarterbacks solían recibir más tiempo para recuperarse de malas temporadas, citando los problemas de inicio de jugadores como Eli Manning, como ejemplo.
Fundamentalmente, lo que nos muestran los casos de Goff y Wentz es que los equipos no quieren magnificar errores al extenderlos. Sí, los Rams e Eagles sufrirán masivos golpes por dinero muerto en el 2021, pero esos acuerdos no impactarán su tope salarial en el 2022 y más allá. De haber seguido con el equipo por esos años, ellos hubieran costado mucho dinero. Y, de no haber mejorado las cosas, eso hubiera resultado en años de problemas, en lugar de un solo golpe fuerte a corto plazo.
"Dice lo que muchos en la NFL han sabido por algún tiempo: lo que importa es el efectivo, no el tope salarial", dijo un ejecutivo de equipo. "Es más probable que un propietario asuma la perspectiva de, 'Con lo que estoy pagando en efectivo, ¿qué más puedo obtener por ese dinero?'. La gente ya no está limitada por las viejas ataduras".
Esto aplica al caso de Goff, quien será oficialmente traspasado una vez que comience el año nuevo de la liga, por Matthew Stafford, quien de hecho tiene programado cobrar menos a lo largo de los dos siguientes años que Goff. Los Rams consideran a Stafford una mejoría que valió la pena el precio de canje, aunado al dinero muerto. El caso de los Eagles es un poco diferente, porque no recibieron a un quarterback de regreso por Wentz, y en lugar de eso, deberán recurrir a un relativamente verde Jalen Hurts, o reclutar una nueva alternativa. Pero, el concepto sigue siendo el mismo. Ellos no tendrán que pagar a Wentz los 25.4 millones de dólares que debían pagarle este año, o los 22 millones de dólares que necesitaban pagarle el próximo. En lugar del golpe contra el tope salarial, recuperan 47.4 millones de dólares que pueden invertir en otras cosas.
"El único modo en que se consigue es si hay un gerente general progresista que piensa 'dos pasos para atrás, pero tres para adelante'", dijo un veterano experto de tope salarial. "Sí, recibes el golpe ahora, pero dentro de 18 meses cuentas de nuevo con toda tu relevancia de tope. También, se requiere a un dueño progresista que entienda cómo funciona el dinero".
Los quarterbacks de primera ronda no cuestan tanto como solían costar
Cuando Sam Bradford fue el primer recluta global del draft del 2010, su contrato de novato con los Rams fue por seis años y 78 millones de dólares, incluyendo un bono por firmar de 18 millones de dólares y 50 millones garantizados. Joe Burrow, primer recluta global del draft del 2020, recibió un contrato completamente garantizado por 36.2 millones de dólares, con 23.9 millones llegando como bono por firmar. Además, los Cincinnati Bengals mantienen una opción de quinto año para él, para el 2024, y pueden etiquetarlo como jugador franquicia después de eso. Esto es un resultado directo del acuerdo laboral del 2011.
"Cuando tipos como Eli y Sam Bradford llegaban a la liga, los contratos eran tan enormes, tenían que darles tiempo", dijo un agente. "Ahora, si estás sentado allí en el tercer año y el tipo no sirve, estás en el punto de la opción del quinto año, no tienes ni cerca de la inversión en él".
Esto no aplica en los casos de Wentz y Goff, quienes fueron canjeados durante sus segundos contratos y no sus acuerdos de novato. Pero, el recluta de primera ronda del 2018, Josh Rosen, fue canjeado después del primer año de su contrato de novato, y el también recluta de primera ronda del mismo año, Sam Darnold, podría ser traspasado este año. La escala de pago de novatos y ha entregado lo que esperaban los propietarios: mayor flexibilidad financiera con acuerdos de reclutas de primera ronda que antes.
El acuerdo laboral del 2011 también trajo a los equipos la capacidad de llevar espacio bajo el tope salarial sin usarse de un año al siguiente, lo que ofrece todavía mayor flexibilidad y ayuda a los equipos lidiar con las ramificaciones financieras de cortar prematuramente un contrato que se tornó en un convenio no deseado.
Los quarterbacks muy buenos probablemente seguirán recibiendo sus extensiones después del tercer año
Seguro, no quieres ser los Rams o Eagles ahora, habiendo extendido a tu quarterback tan temprano como permiten las reglas mientras seguía en su contrato de novato y lamentándolo dos años más tarde, pero la otra cara de la moneda son los Chicago Bears.
Chicago seleccionó a Mitchell Trubisky con la segunda selección global en el 2017, significando que su opción al quinto año de contrato hubiera sido para este año, y que la organización hubiera decido en mayo pasado ejercerla. No lo hicieron, lo que significa que es un agente libre, y que los Bears no tienen quarterback.
Ahora, uno puede argumentar que Trubisky no es una gran pérdida, con base en su desempeño hasta ahora, y el hecho de estar obligados a pagarle unos 25 millones de dólares, aproximadamente, por él para el 2021 hubiera sido malo para los Bears. El problema es que, los equipos requieren de un quarterback, y los Bears no obtuvieron a ninguno de los tres establecidos --Goff, Wentz o Stafford-- que ya han sido canjeados en este receso de campaña.
Al momento, los Houston Texans insisten en que no negociarán a Deshaun Watson. Así que, si los Bears --u otro equipo que necesite de un quarterback-- no lo puede obtener, las opciones en el mercado de la agencia libre son Andy Dalton, Jameis Winston, Alex Smith y Ryan Fitzpatrick. O, podrían tratar de adquirir en canje a Darnold o Marcus Mariota. O, podrían intentarlo con Nick Foles, quien sigue en plantilla.
Si quieren argumentar que todos esos tipos son mejores opciones que Trubisky, está bien. Pero, ¿son suficientemente mejores como para justificar la incertidumbre que actualmente sufren los Bears en la posición? Teóricamente, podrían decidir que Trubisky es su mejor opción, y traerlo de regreso, pero eso sería mediante un contrato de agencia libre que probablemente cueste más de lo que hubieran pagado con la opción al quinto año. E, incluso si lo hubieran retenido mediante esa opción, podrían haber tenido que negociar un acuerdo tipo Blake Bortles que bajara el número con respecto a este año, a cambio de algo de dinero en el 2022.
Todo eso llevó al ejecutivo de un equipo a decirme: "Más te vale creer que los equipos de Lamar Jackson y Josh Allen, y probablemente Baker Mayfield, van a pagarles, porque, ¿cuál es la alternativa? Lo peor no es que no te guste tu quarterback. Es no saber quién es tu quarterback".
El error que los Rams e Eagles cometieron no fue necesariamente extender los contratos cuando lo hicieron, sino su evaluación de los jugadores. Los Angeles concluyó que Goff seguiría progresando, y no ocurrió. Los Eagles seguramente jamás imaginaron que Wentz sufriera una regresión hasta el punto en que sucedió. Las evaluaciones de jugadores equivocan todo el tiempo. Nadie puede predecir el futuro. Pero, cuando están considerando extender a tu quarterback, no es el único factor.
Parte de la razón por la que tuvo sentido para los Rams e Eagles concretar los acuerdos con Goff y Wentz en el verano del 2019, es que miraron adelante y vieron lo que Patrick Mahomes y Watson posiblemente estarían negociando en sus extensiones respectivas, en el verano del 2020, como ocurrió. El acuerdo de Mahomes promedia 45 millones de dólares por año, y el de Watson está apenas por debajo de los 40 millones anuales. Esperar un año podría haber inflado drásticamente el piso para los convenios de Goff y Wentz hasta unos 7 millones u 8 millones de dólares. Los Rams e Eagles adivinaron correcto respecto al mercado, simplemente no con los jugadores.
¿Este año? Seguro, los Baltimore Ravens, Buffalo Bills y Cleveland Browns podrían echar un vistazo al futuro y ver que solamente Murray entre los reclutas de draft del 2019 luce como una apuesta segura a recibir una enorme extensión en el verano próximo, y quizás decidan que eso significa que pueden esperar y obtener otro año de evaluación. Pero, los Ravens, Bills y Browns también deben lidiar con una nueva provisión en el nuevo acuerdo laboral. Comenzando con la clase de reclutas de Jackson/Allen/Mayfield del 2018, las opciones de quinto año para los reclutas de primera ronda quedan totalmente garantizadas al momento en que son validadas. En el pasado, solamente quedaban garantizadas por lesión. Esos equipos deberán decidir respecto a algún nivel de compromiso hacia sus quarterbacks en este receso de temporada, ya sea un año más, o cinco.
Los jugadores no son simples peones en el proceso
Los contratos de Goff y Wentz, por su tamaño y significado de los impactos contra el tope salarial en caso de ser cortados o canjeados, ofrecieron a esos jugadores alguna cuota de poder en sus situaciones. Wentz en particular, dado que fue el que hizo público que no deseaba seguir en Philadelphia, y terminó emigrando a su destino preferido con su coach preferido.
Los Bears no iban a entregar valiosas selecciones de draft por un tipo que, sabían, deseaba jugar para otro club. La demanda respecto a Wentz era estrecha, en parte porque viene de una mala temporada, y en parte porque todos sabían a dónde deseaba ir, pero también porque su convenio le paga 47.4 millones de dólares --incluyendo 40.4 millones completamente garantizados-- a lo largo del siguiente par de temporadas. Una vez que se firma un contrato así, asumiendo que tu agente lo ha estructurado del modo correcto, tienes la habilidad de ejercer algo de palanca en tu situación.
"El quarterback no es solamente el jugador mejor pagado, es la persona mejor pagada en la organización", dijo un agente. "Ciertamente, eso te coloca en una posición de poder respecto a lo que sucede a tu alrededor".
Miren, por ejemplo, el caso de Dak Prescott, un recluta de cuarta ronda de la misma camada de Goff y Wentz que fue una ganga masiva para los Dallas Cowboys previo al 2020, cuando jugó bajo una designación de jugador franquicia a cambio de 31.4 millones de dólares. De haber Dallas sido capaz de lograr un acuerdo con Prescott hace dos temporadas, su contrato probablemente hubiera sido similar a los de Goff y Wentz, al menos en términos de salario promedio anual alrededor de los 32 millones de dólares. El año pasado, quizás les hubiera costado unos 35 millones de dólares anuales. ¿Este año? Si Prescott está pidiendo menos de 42 millones de dólares anuales, le está haciendo un enorme favor a los Cowboys.
El sistema ha funcionado a favor de Prescott porque estuvo dispuesto a esperar a los Cowboys, acumular dinero de patrocinios, y arriesgarse con ir de año en año bajo salarios de etiqueta de jugador franquicia. En su caso, dado que no fue recluta de primera ronda, no hubo opción al quinto año de contrato, lo que solidificó su posición después de la tercera y cuarta temporada. Incluso si firma un convenio a largo plazo en este receso de campaña, será mejor de lo que Wentz y Goff recibieron hace dos años cuando, como ellos, Prescott era elegible para una extensión por primera vez. Hay una lección allí para Jackson. Si los Ravens no ofrecen lo que cree valer, necesita mirar el ejemplo de Prescott para responder a la pregunta, "¿Qué poder tengo en esta situación?". Con el modo en que el mercado de quarterbacks de la NFL se desplaza, y el movimiento es más presente y concebible que nunca, la respuesta es, "Más de lo que la gente creía que tenías".
En conclusión: no se trata de casos aislados
Los canjes por Goff y Wentz indican un cambio significativo en el modo en que la NFL conduce negocios con respecto a sus quarterbacks franquicia de alto costo. Y el hecho de que sucedieron, significa que seguirán sucediendo. Los Texans podrían encontrarse traspasando a Watson, quien firmó su mega-contrato el año pasado, y ha dejado en claro que no desea jugar más para Houston.
Es, como escuchamos a menudo, una liga de copiones. Equipos que nunca hubiera imaginado comerse un impacto de 22 millones o 33 millones de dólares en dinero muerto por un jugador, ahora han visto a equipos hacer eso exactamente. Si los Rams o Eagles regresan al Super Bowl en el siguiente par de años --vaya. incluso si se acercan--, otros equipos van a mirar estas situaciones y decidirán que están bien.