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Michael Rothstein 3y

El divorcio entre quarterback franquicia y equipo nunca es sencillo

Aunque con situaciones y escenarios diferentes, el rompimiento de un club con quien ha sido su rostro por una década o más siempre resulta difícil

Joe Namath fue a cenar con Leon Hess y su esposa a inicios de 1977. Ellos habían estado juntos por una docena de años, y Namath, el quarterback ganador del Super Bowl para los New York Jets, necesitaba tener una charla con el propietario que era tan importante para él.

Fue una conversación dura, una que Namath no necesariamente deseaba tener, pero era menester. Los Jets estaban en medio de una transición con un nuevo head coach, Walt Michaels estaba reemplazando a Lou Holtz. New York había reclutado a un joven quarterback, Richard Todd, y él necesitaba repeticiones. Michaels deseaba que jugara.

Namath sabía que le tomaría al equipo algunos años para reconstruirse, y simplemente parecía que era momento para un rompimiento. Se derramaron lágrimas, dijo Namath, por parte del quarterback y del propietario.

Todos comprendieron que era momento para un divorcio entre jugador y franquicia.

"De haberse quedado Lou Holtz con sus asistentes un año más, quizás hubiera seguido con los Jets", señaló Namath. "Cuando se fue, lo supe, sentí que era lo mejor para todos los involucrados si me quitaba del camino.

"Cuando digo a todos los involucrados, especialmente los coaches asistentes. Sabía que Richard necesitaba trabajo, deseaba trabajar, y lo correcto era que yo me sentara porque ese equipo no iba a ningún lado. Ellos iban a tratar de ganar partidos, y lo hicieron, el siguiente par de años mejoraron, pero fue duro".

Cuando los Jets liberaron a Namath, cuyas piernas ya estaban muy castigadas, firmó con Los Angeles Rams.

Eran tiempos diferentes y Matthew Stafford es un quarterback diferente a Namath, incluso si ambos estaban a la mitad de sus 30s --Stafford con 33, Namath con 34-- cuando la decisión para seguir delante se tomó. Es difícil para cualquier quarterback que se convierte en rostro de la franquicia por más de una década seguir adelante con un equipo nuevo, lo que hará Stafford en marzo cuando su canje de los Detroit Lions a los Rams quede finalizado.

Raro es el quarterback que juega toda su carrera con un equipo. Tom Brady no lo hizo. Tampoco Peyton Manning, Namath ni incontables más que fueron críticos para sus franquicias. Es la dura realidad de los deportes, descifrar el momento de seguir adelante, ya sea decisión del quarterback, la franquicia o un acuerdo mutuo.

Algunos quarterbacks ven el final desde antes. Otros, realmente no lo saben hasta el final del año. En algunos casos, llega abruptamente a media temporada. Y cuando el quarterback --o aquellos cercanos al quarterback-- lo pueden reconocer, hace de aquella temporada final en un lugar que ha sido hogar, una cosa diferente.


Stafford, en sus únicos comentarios públicos desde el canje, dijo al Detroit Free Press que él y su esposa, Kelly, iniciaron una conversación acerca de posiblemente tener que mudarse antes de la campaña del 2020. Si las cosas no resultaban, Stafford sabía que los Lions se dirigían a una reconstrucción masiva.

Como Namath, sabía que una reconstrucción no era la mejor situación para él --ni la franquicia-- en este momento de su carrera.

"Siempre que cambias de gerente general y head coach, sabes que van a querer traer a su propia gente, y eso va a tomar tiempo", dijo Stafford al Free Press. "Y, francamente, no sentí que yo era la persona apropiada para encargarme esta vez".

Eso probablemente quiere decir que en algún momento cercano al Día de Acción de Gracias --ya sea antes de que Detroit despidiera al gerente general Bob Quinn y al head coach Matt Patricia, o después-- Stafford debió haber tenido una pista de que su tiempo en Detroit acabaría.

Eso explicaría su insistencia de jugar a pesar de múltiples lesiones en el mes final de la temporada del 2020. Quizás, sabía que era tiempo.

"No sabía en mi último año que era necesariamente mi último año", dijo Matt Hasselbeck, quien jugó 10 años con los Seattle Seahawks. "Me tomó por sorpresa. Pero, es solamente porque a lo largo de todo el año se me dijo que estaban contentos conmigo y construían algo conmigo, pero, al mismo tiempo, no es como si me tomaron por sorpresa, y lo comprendí completamente porque, ey, un régimen nuevo trae a su gente, y no me ofende para nada".

Hasselbeck agradece lo que hicieron otros alrededor de él durante su última temporada en Seattle en el 2010. Los Seahawks se metieron a los playoffs y enfrentaron a los New Orleans Saints en casa. Fue el legendario juego del "Beast Quake".

Después de que acabara y Seattle ganara, Hasselbeck sostuvo el ovoide en las manos. La esposa de uno de sus compañeros se acercó a un oficial de policía y le pidió que llevara a sus hijos al campo de juego, algo que no había sucedido antes.

"Estoy allí, con el balón de juego, listo para dar la mano, hacer las entrevistas, todas esas cosas. De repente, mis tres hijos aparecen allí", señaló Hasselbeck. "Justo allí. Mi más pequeño tiene como 4 o 5. Y me quedo como. 'Uhh, OK'. Así que lo subo a mis hombros. Le doy el ovoide, que es el balón del 'Beast Quake', se lo doy a mi hija del medio, y camino por el campo con mis hijos.

"Hay fotografías grandiosas, y las estoy viendo ahora, y estaban en las portadas de los diarios. Ese fue mi último juego en Seattle y no tuve ninguna idea".

Stafford lo podría haber intuido, también. Los Lions le colocaron micrófono para el partido final de la temporada. A lo largo del video que produjo el equipo, desde sus abrazos con Matt Prater, Marvin Jones y Darrell Bevell, se sentía como si Stafford supiera que era el final, también.


Solo porque Stafford se acercó a los Lions y sugirió una separación no lo hace menos difícil. Pasó de ser un chico de 21 años, reclutado primero global, a un padre casado con cuatro hijos durante su docena de años en Detroit. Incluso si la intención es nunca mantenerse en el mismo lugar por el resto de tu vida, después de una década, es inevitable que crezcan raíces.

Existe una vida allí.

"Estás con una franquicia. Estás haciendo un trabajo", dijo el ex quarterback de los New York Giants, Eli Manning, quien pasó sus 16 temporadas como profesional con la franquicia antes de retirarse tras la campaña del 2019. "Y cambiarás de compañeros, cambiarás de coaches, pero muchos de los preparadores, los asistentes de equipamiento, los medios, la gente en relaciones públicas, esas personas no cambian.

"Esas personas se convierten como en tu familia, es son quienes te rodean cuando creces. Y cuando llega a un final, es duro".

La pandemia de COVID-19 mantuvo lejos a Manning de las instalaciones más de lo que hubiera sido de otro modo, pero sabía que era momento de irse. Y esa sensación de pérdida y dolor no es singular.

"Fue devastador irse", dijo Hasselbeck. "Todo acerca de ello es duro. Lo das todo".

Sus situaciones fueron diferentes. A diferencia de Stafford, Hasselbeck ni Manning pidieron irse. Era claro que sus tiempos concluían y la decisión no era completamente suya. Podría no haber sido elección competa para Stafford, tampoco, pero él dejó en claro que deseaba seguir adelante.

Dijo al Free Press que se sintió decepcionado por no haber ganado un campeonato en Detroit, y que la intención inicial era nunca jugar en otro sitio. Dijo que no deseaba que alguien pensara que se rendía con Detroit, porque "Di todo lo que pude dar aquí".

Eso hace eco a los sentimientos de Namath, quien, como Stafford, fue a Los Angeles y tuvo más un acuerdo mutuo de rompimiento que una conclusión unilateral, vista tan a menudo en los deportes profesionales.

"La parte más dura, no quería irme de New York", dijo Namath. "No quería dejar mi amistad con tanta gente familiar con la que había estado por 12 años consecutivos y cambiar. No quería dejar al Sr. y Sra. Hess. Eran personas maravillosas, realmente, toda la familia.

"Todo fue difícil".


Igualmente difícil es la nueva realidad de Stafford. Está emocionado por una nueva oportunidad en Los Angeles y la posibilidad de jugar partidos potencialmente significativos hacia el final de las temporadas.

Pero, como cualquier que llega a una situación nueva, no saben lo que no saben, sea que se percaten de ello o no.

"Es extraño. No solamente estuviste en otro lado, sino es lo que eras, por 10 años", dijo Ken O'Brien, quarterback de los Jets de 1984 a 1992, antes de ir a los Philadelphia Eagles. "Miras hacia adelante todo el tiempo. Simplemente de acomodas. Eres parte de todo lo que son los Jets, y después te mudas a otro lado, sin importar dónde sea, y todo es completamente diferente".

Quizás eso recargue a Stafford, quien tendrá mayor talento a su alrededor con los Rams que en la mayoría de sus años con Detroit. El fútbol americano sigue siendo el fútbol americano. Y podría ser del modo en que sucedió para Hasselbeck, quien dijo que el reto de tomar lo que aprendió en Seattle y aplicarlo con los Tennessee Titans "fue refrescante de algún modo, también". Pero, Hasselbeck también aprendió a apreciar las cosas que tuvo en Seattle --nutrición, por ejemplo-- que no fue exactamente igual en Tennessee.

Después de su primer año con los Titans, dijo que le debía un montón de llamadas a empleados de los Seahawks porque fue cuando se percató de toda su importancia para ayudarlo a alcanzar el éxito en Seattle.

Hasselbeck dijo que una de las partes más complicadas fue la transición de su familia. Sus hijos, por ejemplo, amaban a Blitz, la mascota de Seattle. Cuando arribaron a Tennessee, todavía amaban a Blitz más que a T-Rac, la mascota de Tennessee. Hasselbeck debía explicar que, aunque tenían vínculos con Seattle, Tennessee era el equipo al que debían apoyar ahora.

"Es como, no, no, no, éste es nuestro nuevo equipo", recordó Hasselbeck. "Es como ceder a tu mascota familiar y pensar, 'Este es nuestro perro ahora. Ya no te gusta el perro anterior'. Es como, '¿De qué hablas, papá? Ese es nuestro perro'.

"Fue duro, definitivamente duro".

Pero todo es parte de lo que sucede cuando cambia tu mundo y sacas tus raíces para mudarte. Es la vida. Es un cambio. Y para los Staffords --y para el nuevo quarterback de Detroit, Jared Goff-- es el primer momento en que realmente lo van a experimentar.

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