<
>

Tom Brady y los Patriots, la historia detrás de la separación

play
El legado en números de Tom Brady en New England (1:31)

El seis veces campeón del Super Bowl deja cifras que lucen difíciles del alcanzar para cualquier jugador de la NFL. (1:31)

BUSCÁBAMOS PISTAS. La conferencia de prensa final de Tom Brady, ¿era esa una pista? Nos preguntamos qué diría después de que los New England Patriots perdieron ante los Tennessee Titans en la primera ronda de los playoffs. Más que eso, nos preguntamos cómo actuaría.

"Bien hecho es mejor que bien dicho", siempre le había enseñado su padre, así que habíamos sido entrenados para observar su lenguaje corporal por señales que pudieran adentrarnos en su pensamiento. Lo habíamos visto mientras se mordía el labio para soportar "El Modo Patriot" cuando Bill Belichick cortaba o canjeaba a jugadores clave; lo vimos cuando estuvo solo durante su conferencia de prensa por "Deflategate", lo vimos sentado sobre el escenario al lado de Jim Gray en el 2018 y, en respuesta a la pregunta sobre si sentía apreciado por sus jefes, respondió, "¡Me escudo en la quinta [enmienda]!"; vimos cómo lidiaba con una victoria de postemporada, cuando abrazaba a Belichick, o derrota, cuando parecía casi físicamente enfermo.

Enfrentando a los medios tras la derrota ante los Titans parecía justificar cualquier imagen decaída que un quarterback de 42 años de edad pudiera mostrar, después de lanzar una intercepción para touchdown en su envío final. Pero esta vez, pareció distinto. Después de que Belichick finalizara su conferencia de prensa, Brady emergió desde el vestidor --no, salió disparado del vestidor-- con un montón de gente detrás de él. No estaba claro si se había dado una ducha, o simplemente se había puesto sus jeans, su camisa y gorra. Un hombre que siempre lucía impecable, ahora parecía no importarle. Detrás del atril junto al que se había parado cientos de veces antes, hizo algo que nunca había hecho después de una derrota: se tomó su tiempo. Se le veía sin prisa. Sonrió, un poco. Respondió todas las preguntas, muchas de las cuales tenían que ver con su futuro como Patriot. Tomó las últimas preguntas, a pesar de que nos dijeron que contestaría solamente una más. No dijo nada revelador, pero se comportó como una persona que sabía que podría ser la última vez haciendo algo que había hecho cientos de veces.

Luego, recogió su maleta, abrazó al safety Devin McCourty, quien seguía al podio, y le dijo al oído, "Te veo mañana".

Nadie sabía que esperar de mañana. Por primera vez en su carrera, Brady sería un agente libre, con el énfasis en "libre". Pero ya lucía liberado. Unos minutos más tarde, caminó a través del túnel de Gillette Stadium --caminó rápidamente, dando a entender que no quería ser interrumpido-- con su hija dormida en brazos, esposa a un lado, y asistentes detrás de él. Brady ingresó a un estacionamiento en la oscura lluvia de New England, y parecía obvio, si no es que oficial, que una sociedad que se extendió por dos décadas había terminado.

EL 17 DE MARZO, día de San Patricio, un día en el que a muchos se nos dijo que no debíamos salir de casa para el futuro previsible debido a un virus que se extiende con rapidez, Tom Brady anunció que se mudaba. No dijo a dónde, en primera instancia, pero poco tiempo después nos enteramos que era a los Tampa Bay Buccaneers, un ícono uniéndose a uno de los equipos menos icónicos de cualquier deporte; una carrera legendaria como el quarterback titular de New England que comenzó al poco tiempo del 9/11, ahora cerrada en medio de otra crisis internacional. Por supuesto, Brady no solamente dejó a los Patriots. Inició un debate sobre el significado del pasado, comenzando una guerra por el crédito por los seis Super Bowls. ¿ Fue Bill? ¿Fue Tom? La historia ahora está en disputa, y ambos saben que el cómo pensamos sobre ellos ahora, no es como pensaremos en ellos en una década.

Una vez que el shock del anuncio de Brady desapareció --todavía parece extraño imaginarlo en otro uniforme, creando un plan de juego con otro coach-- la pregunta del por qué nos consumió. ¿Qué necesitaba Brady que Bill Belichick y Robert Kraft no pudieron entregarle? ¿Fue una extensión? ¿Fue felicidad? ¿Quedaron las relaciones, tensas durante los últimos años, rotas sin reparación?

Nadie sabe qué es lo que motiva a los grandes atletas. Es tan misterioso y único como su ADN. Brady ha sufrido para explicarlo por sí mismo. A veces, la motivación llega por el enojo de haber sido seleccionado en el turno N° 199 del draft; otras veces, es entender y comprender el por qué fue elegido en el turno N° 199. Pero en entrevistas con personas cercanas a Brady, ejecutivos del equipo y de la liga, coaches y propietarios involucrados en la rifa por Brady, es claro que existe la sensación de que persigue algo, y lo ha hecho por años.

No solamente probar equivocados a los Patriots, pero encontrar --no, mejor dicho, redescubrir-- una versión esencial de sí mismo.

HA HABIDO MUCHOS momentos en años recientes donde la relación entre Brady y los Patriots se ha visto tensada --en los años siguientes a su cirugía de rodilla del 2008, cuando pasó más tiempo en Los Angeles y menos en Foxborough, culminando en una "desconexión", como reportó Yahoo Sports, en charlas contractuales durante junio del 2010; durante Deflategate, cuando muchos cercanos a Brady sintieron que Kraft y Belichick lo habían dejado solo para recibir la tunda, incluso después de que él defendió a la franquicia durante el escándalo del Spygate y a lo largo de su carrera. Pero todo alcanzó un punto de ebullición en el otoño del 2017. El equipo defendía su quinto Super Bowl, y por primera ocasión, Brady usó su plataforma para abogar por una filosofía distinta al "Modo Patriot". La usó para lanzar su propio negocio, TB12 Sports, y su libro acompañante, "The TB12 Method", que escribió con la ayuda de su preparador y amigo, Alex Guerrero. Los problemas en el edificio de los Patriots causados por "The Method" --cómo oponía a los jugadores contra el grupo de entrenadores, cómo Belichick sintió la necesidad de limitar el acceso de Guerrero-- quedaron ampliamente reportados y conocidos, pero el corazón del problema entre Brady y Belichick a finales del 2017 fue el mismo que en marzo del 2020: Brady deseaba una extensión contractual.

Brady dejó en claro que jugaría al fútbol americano hasta mediados de sus 40s. Prefería firmar un acuerdo que le asegurara, se retiraría como Patriot, pero el equipo si el equipo se rehusaba, él estaba a gusto con seguir adelante. Deseaba claridad. Se reunió con Belichick, y la junta terminó con un "altercado", de acuerdo a una fuente. Se reunió con Kraft. Recibió señales mixtas. El presidente del equipo, Jonathan Kraft, dijo a NFL Network en enero del 2018 que Brady se había "ganado del derecho" de decidir cuándo deseaba dejar de jugar para el equipo. Por el otro lado, ese derecho jamás llegó en firma de extensión contractual, al menos no una que Brady sintiera le duraría hasta el resto de su carrera.

Después de que los Patriots cayeron ante los Philadelphia Eagles en el Super Bowl LII, Brady estaba profundamente insatisfecho. La ofensiva había conseguido 613 yardas sin patadas de despeje. Cuando Belichick charló con el equipo a su regreso a Foxborough, Brady sobre todo miraba hacia abajo, apenas y volteando a ver a su coach. Brady dijo a la gente en el edificio que no regresaba. Necesitando distancia, se separó del equipo en esa primavera. Dejó comentarios pasivo-agresivos en redes sociales. Se escudó en la quinta. Lució perdido al final de su serie documental por Facebook, "Tom vs. Time", diciendo de su pasión, "¿Para qué hacemos esto? ... Debes tener respuestas para esas preguntas". Ian O'Connor de ESPN, en su libro "Belichick", reportó que Brady deseaba un "divorcio" de su coach. Y Brady dejó en claro al autor Mark Leibovich en el libro "Big Game", que estaba harto de la cultura de Belichick, que es otra manera de decir que estaba harto de Belichick. Cuando se le preguntó en el libro de Leibovich qué sentiría si era cortado por los Patriots, Brady fue franco: "Ellos pueden hacer lo que quieran".

"Los últimos dos años han sido muy difíciles para él de muchas maneras", dijo la esposa de Brady, Gisele Bundchen, en "Tom vs. Time". "Me dice, 'Lo amo tanto, y simplemente quiero regresar a trabajar y sentirme apreciado y divertirme'". Sus palabras no solamente sirvieron como confirmación de los persistentes temas dentro de la organización. Habían elevado la barra, una a la que debimos prestar mayor atención: Brady no solamente estaba buscando ganar Super Bowls, victoria a cualquier costo, el ethos durante la mayor parte de su carrera, fabulosamente exitoso y espectacularmente enfermo. Deseaba lo que todos desean de su patrón: sentirse valorado y amar su trabajo. Parecían dos peticiones razonables, hasta que Brady se percató de que en New England, bajo Bill Belichick, podría estar pidiendo lo imposible.

ESCUCHAMOS MIENTRAS AQUELLOS cercanos a Brady insistieron en que sería el primero en irse. Tom Brady Sr. alguna vez me dijo que una vez que Belichick hallara a un quarterback "que sea mejor, por un dólar menos, [Tom se habrá] ido". Brady Sr. también dijo a Leibovich, "Va a terminar mal". Algunos cercanos a Brady de hecho esperaban ese día, de modo extraño, creyendo que el equipo colapsaría sin él, sin el freno humano que compensaba los errores de los demás, que ayudó a Belichick conseguir todas excepto dos de sus temporadas ganadoras como head coach, que maquinó cinco victorias de Super Bowl estando en desventaja o empatados en el cuarto periodo.

En agosto del 2018, Brady recibió una modificación de contrato con incentivos que sumaban 5 millones de dólares, cosas que nunca había hecho. Fue limitado durante la mayor parte del Super Bowl LIII frente a Los Angeles Rams, pero con el partido empatado a 3-3 y menos de ocho minutos por jugar, como siempre, Brady cumplió. En lo que quizás fue su último pase de legado, conectó con Rob Gronkowski cerca de la línea lateral, entre tres defensivos, para preparar lo que sería el touchdown decisivo. En retrospectiva, el triunfo podría haber servido como señal de que el equipo podía competir a un nivel alto sin él. La franquicia siempre ha sido despiadada en su evaluación interna de los jugadores. Sus reportes de visoría sorprenderían a los fanáticos si los vieran, incluso tratándose de Brady... especialmente tratándose de Brady. Así que un sexto Super Bowl no le ganó nada, excepto otra negociación difícil. NBC Sports Boston reportó que, en agosto pasado, Brady estaba preparado para abandonar el campamento de entrenamiento, por ira. Eventualmente, firmó el acuerdo nuevo, maquillado como extensión. Era, en realidad, un pacto por un año, que podía rescindir al término de la temporada. Puso si mansión de Brookline, Massachusetts, a la venta, y lo mismo hizo Guerrero. Un quarterback que alguna vez estelarizó un segmento de comedia en que gritaba "¡Soy el maldito quarterback!", ahora se refería a si mismo únicamente como "empleado" de los Patriots.

Brady parecía revitalizado después de que los Patriots firmaron a Antonio Brown en septiembre. Raramente revitalizado --muy extraño, tratándose de Brady-- considerando todas las conductas extrañas del receptor abierto que lo llevaron a ser cortado por los Oakland Raiders. Brady pareció ver en Brown no solamente a una pesadilla para los pareos defensivos, como tuvo en su momento con Gronk y Randy Moss, sino un proyecto de rehabilitación, permitiéndole quedarse en su casa, tomándolo bajo el ala, posando con él para fotografías de redes sociales. Pero duró un partido. Brown fue acusado de violación, y después de que un artículo de Sports Illustrated detallara más actitudes preocupantes --después de que Brown enviara mensajes de texto amenazadores a la mujer que lo acusó-- Kraft intervino y, de acuerdo a NBC Sports Boston, "insistió" en que el equipo cortara a Brown. Fue una decisión de negocios, de un propietario que siempre ha proclamado no involucrarse en decisiones de fútbol americano. Cuando Brown se disculpó con los Patriots en redes sociales, prácticamente rogando por otra oportunidad, Belichick dejó en claro que no se trataba de su decisión. "Debes hablar con Robert sobre eso", dijo.

No era divertido, y Brady no se sentía apreciado. En las palabras de un confidente, "Pensaba '¿¿Para qué estoy haciendo esto?'". La defensiva de los Patriots estaba ganando partidos, pero la ofensiva no caminaba. Brady dijo a amigos que sentía que Belichick había dado por sentado a la ofensiva por lo buena que había sido por mucho tiempo. Brady dijo a Al Michaels de NBC que era el "quarterback más miserable de un equipo de 8-0 en la NFL".

Pero todavía parecía inevitable, cuando los Patriots recibieron a los Titans en los playoffs, que, de algún modo, Brady y Belichick encontrarían el modo. En el cuarto periodo, los Patriots tomaron posesión desde su propia yarda 11, abajo por 14-13 con 4:44 por jugar. La afición se creció en esa energía familiar de anticipación a la magia de Brady. Conectó con James White por el medio para 20 yardas y con Phillip Dorsett II para 6 yardas. Luego, retrocedió y miró a la izquierda buscando a Julian Edelman, quien tenía una ruta corta, una que ambos habían ejecutado a la perfección docenas de veces en partidos, cientos de veces en entrenamientos, una conexión automática...

... pero el balón pegó en el estómago de Edelman y cayó al suelo.

El aire se disipó en el mojado estadio de los Patriots, desde las tribunas más altas hasta las laterales. Brady equivocó en jugada de tercera oportunidad y los Pats salieron del camp, en la siguiente posesión, lanzó intercepción desesperada que fue devuelta a la zona de anotación. Después de 19 años de excelencia, después de nueve apariciones de Super Bowl y seis victorias, después de Mo Lewis, después del juego de la "Tuck Rule" en la nieve, después de acabar con "The Greatest Show on Turf", después de las patadas críticas de Adam Vinatieri, después del safety intencional en un lunes por la noche frente a los Denver Broncos, después de Deion Branch, de la intercepción de Champ Bailey en el 2006, después de que Troy Brown forzó el balón suelto de Marlon McCree, después de despilfarrar una ventaja de 21-3 ante los Colts, después de Spygate, después del 16-0 y la atrapada contra el casco de David Tyree, después de la temporada 11-5 de Matt Cassel, después de Mario Manningham, la remontada frente a los New Orleans Saints, "On to Cincinnati", la formación "Baltimore", Malcolm Butler, Deflategate, 28-3, el TB12 Method, Jimmy G, el "Philly Special", Dee Ford alineándose en zona neutral, después de toda la gloria y las suspensiones, Tom Brady y los Patriots de Bill Belichick estaban exhaustos.

Se había acabado.

PERO NO OFICIALMENTE, por supuesto. Nadie, incluso aquellos cercanos a Brady, lo sabían de manera oficial. Brady estuvo en Miami para el Super Bowl LIV, asistiendo a fiestas y las festividades del NFL 100. También lo estuvo Kraft, y ejecutivos de la liga que conversaron con él quedaron con la impresión de que su sueño de ver a Brady retirándose como Patriot era improbable. Nadie cedía. Brady quería un compromiso; los Patriots se comprometían solamente a un año. El sistema que había hecho a los Patriots tan odiados y exitosos a lo largo de los años --la persecución por la victoria desprovista de emociones-- parecía llegar al aparentemente intocable quarterback.

Después del Super Bowl, Brady estaba de regreso en Boston, en una casa que su familia había prácticamente vaciado. Estaba actuando por su cuenta, silenciosamente plantando pistas, dejando a propietarios y ejecutivos preguntándose si tenía plan de agencia libre. Para muchos de los ejecutivos que hicieron su tarea, Brady parecía estar tan empujado por una animadversión hacia Belichick que no podían distinguir si realmente el quarterback quería un inicio nuevo, u obligar a Kraft a interceder.

Reporteros eligieron su bando. Algunos de nosotros creímos que se marcharía; algunos creímos que se quedaría. Todo el año, Adam Schefter y Jeff Darlington de ESPN, y Tom E. Curran de NBC Sports Boston advirtieron que podría tratarse del final en New England. Volaron los rumores. Los Colts. Raiders. Chargers. Titans. Dolphins. Panthers. Broncos. Una de las mayores piezas de especulación que se agrandaron tras el Pro Bowl, fue cuando reportes circularon de que Drew Brees estaba considerando una mudanza a los medios. Abrió la puerta: Brady a los Saints, jugando para Sean Payton, en un domo. Emojis de fuego por todos lados. Pero no, Brees decidió regresar a su casa, opinando que Brady regresaría a la suya, también.

Para inicios de marzo, algunos reportes señalaban que las opciones de Brady se reducían a los Patriots, Titans y, sorpresivamente, los San Francisco 49ers. Brady dejó en claro a través de varios canales que el equipo de su niñez sería el equipo de su futro, si los 49ers lo deseaban. Los Niners lo discutieron, pero al final, el equipo estaba comprometido con Jimmy Garoppolo. Los Titans parecían ser el destino probable, especialmente después de que Brady y Edelman fueron captados charlando vía FaceTime con el head coach de los Titans, Mike Vrabel, durante un juego de baloncesto de Syracuse. Edelman y Brady se sentaron casi sobre la duela, y en un punto, Edelman dijo a la cámara, "¡Va a regresar!". Brady parecía menos que emocionado, y murmulló algo que detonó un frenesí de lectura de labios en redes sociales. Pero los Titans prefirieron a Ryan Tannehill sobre Brady, una decisión impensable hace apenas un año.

Se acercó una fecha límite: el año de la liga comenzaría el 18 de marzo a las 4 p.m. tiempo del Este. Una llamada a inicios del mes entre Brady y Belichick culminó sin una extensión acordada, con el campamento de Brady tomándolo como mayor evidencia de que el equipo lo quería solamente bajo sus rígidos términos, y el equipo explotando la oportunidad de filtrar que tenía una oferta para él, y la decisión era del quarterback. Para toda la grandeza de Belichick, y para todos los elogios que ofrecido a Brady en público y todo lo duro que fue con él en privado, la relación había terminado su curso.

Brady necesitaba algo nuevo.

El lunes por la noche, 16 de marzo, Brady llamó a Kraft y condujo el corto camino a su casa para una conversación que había imaginado desde hacía tiempo. Kraft, en una ronda de llamadas a medios locales al día siguiente, diría que asumió que Brady le visitaba para finalizar un contrato nuevo. "Pensé que llegaba para finalizar las cosas de modo callado, como había sido en los últimos 10 años", dijo Kraft a NBC Boston, pese a reportes de que dejaría todas las negociaciones a Belichick. Pero Brady dijo a Kraft que se acababa, y el propietario dejaba pocas dudas del por qué. "Piensen acerca de amar a su esposa y, por cualquier razón, hay algo --su padre o madre-- que hace la vida imposible para ustedes, y deben seguir adelante", dijo a NFL Network.

En un anuncio vía redes sociales a la mañana siguiente, bajo el título de "Por siempre un Patriot", Brady informó al mundo que no sería por siempre un Patriot, después de todo.

Tres días más tarde, a las 9:31 a.m. del 20 de marzo, los Bucs compartieron una foto de Brady en su cocina, portando una sudadera negra, firmando su nuevo contrato. Lucía joven, pero más que eso, lucía aliviado. Pudo escoger entre dos equipos, los Chargers o los Bucs, y eligió lo que se sintió correcto. Tampa está a un corto vuelo de su familia en New York. El clima es cálido. El head coach Bruce Arians ha pasado su carrera no solamente fomentando un ambiente divertido, pero también instruyendo a algunos de los mejores quarterbacks en el juego, desde Peyton Manning a Andrew Luck. "Ganará algunos partidos allá abajo", dijo un ejecutivo de un equipo rival. "Cambiará la cultura de la organización".

En el frenesí de los últimos años, especialmente los últimos meses, era sencillo olvidarlo. Pero quizás, al preguntarnos qué motiva al quarterback más exitoso de todos los tiempos, perdimos de pista un hecho muy simple y humano: a veces perseguimos lo que nos pone más contentos.

EL FINAL EN New England nos hizo recordar a muchos de nosotros el comienzo, antes de que alguno debatiera si se trataba de Bill o Tom, antes de que hubiera un legado en disputa. En noviembre del 2001, Brady llegó al viejo Foxboro Stadium. Él y yo nos reunimos en la tienda del equipo. Brady portaba unos pants grises con una mochila llena de cervezas para sus compañeros, después de que había perdido una apuesta de vestidor en un juego de Michigan-Michigan State del fin de semana. Ambos nos habíamos graduado recientemente de la universidad, ambos recibiendo nuestra gran oportunidad profesional al mismo tiempo. Fue un vínculo tenue. Brady hizo la primera pregunta, respecto al 9/11 y cómo era estar en New York City ese día. Es lo opacó todo, el modo en que el COVID-19 lo hace hoy. Pero rápidamente llegamos al fútbol americano.

Brady dijo que el juego siempre le había llegado fácil, lo que parecía algo extraño viniendo de un recluta de sexta ronda. Pero había una sinceridad y pureza --una pureza sincera-- en ello. Sus años en Michigan lo habían roto, se había vuelto a armar, y mientras que jugaba al fútbol americano para ganar, sí, y lograr lo imposible, sí, y como su toma de decisiones era impecable, sí, y porque, al nivel más básico, sabía que podía lanzar el ovoide tan bien como quien fuera, el fútbol americano era algo profundamente personal para él. Se trataba de una autorrealización. ¿En qué se convertiría? ¿Qué podía probar, no a nosotros, sino a sí mismo? Fue su ser más esencial y genuino, y amaba esa sensación, quizás hasta un grado adictivo y poco sano, pero venía desde el fondo de su alma, y hoy también viene desde el fondo de su alma.

Después de unos 40 minutos, acabó la conversación. Tenía trabajo por hacer, a pesar de que ya era tarde. Así era, así será siempre. Salimos caminando. Junto a nosotros, a una corta distancia, el esquelético armazón de Gillette Stadium, vigas de acero en la oscuridad. Hermoso, dijo Brady, antes de agregar:

"Espero jugar allí".