Al sureste de Berlín, fuera de los concurridos circuitos turísticos, muy del otro lado de lo que queda del muro, hay un bosque. En uno de sus extremos, junto a su inmensa masa verde, se levanta un moderno estadio, ocre y rojo, con más de 100 años de historia. Los que peregrinan hasta ahí no buscan calma. Todo lo contrario. Quieren vivir, de pie en las tribunas, una experiencia intensa, ruidosa y comunitaria. Eso es el fútbol para los hinchas de Union Berlin.
Ese ambiente festivo, ya famoso en Alemania, es el que tendrá la chance de conocer toda Europa, y el Mundo, en esta edición de la UEFA Champions League, su debut absoluto en la elite del futbol internacional. La identidad contestataria y popular del club volverá a estar presente en las gradas del An der Alten Försterei, una cancha reconstruida por sus propios hinchas en 2008 en tiempos de crisis y quebrantos.
La participación popular y los infortunios son componentes recurrentes en la historia de Union Berlin. Cuando se fundó, en 1906, se llamaba FC Olympia Oberschöneweide. En las tribunas, congregaba a los operarios de una zona que se volvía industrial. En la cancha, a once futbolistas vestidos de azul de pies a cabeza, como si también vistieran con overol. De forma despectiva los bautizaron “Schlosserjungs”, los metalúrgicos. La identificación no podía ser más perfecta. El lema “Eisern Union!" (unión de hierro), que hoy adorna su camiseta, surgió en esos años para identificarlos, por siempre, con la clase obrera. La frase luego se hizo himno y, hace unos años, la cantante punk Nina Hagen le puso su voz.
En los 60, apenas 5 años luego de que un muro partiera al Mundo en dos, le dieron el nombre actual, 1. FC Union Berlin, y los colores, rojo y blanco, que ahora viste. El espíritu de lucha se mantuvo intacto. Como era habitual entonces en Alemania, una institución quedó a cargo del club. La Federación Alemana de Sindicatos Libres, el sindicato único de Alemania Oriental, parecía la elección más obvia. Hasta la reunificación, su clásico fue el multicampeón Dynamo Berlin, que respondía a la Stasi, la policía secreta. En aquellos tiempos de espionaje, mientras sus rivales ganaban hasta 10 ligas en fila, los hinchas de Union Berlin recorrían el ascenso germano. Solo en 1968, cuando ganaron la copa alemana del este, tuvieron algo para celebrar.
Esa adversidad cotidiana, sin embargo, forjó la identidad colectiva y de protesta que hoy los distingue. Las gradas de Union Berlin siempre fueron una plataforma de oposición. Entonces, cuando había un tiro libre a favor y los jugadores se formaban, su tribuna gritaba: “Derriben ese muro”. El mensaje era claro. “No todos los hinchas de Unión son enemigos del Estado, pero todos los enemigos del Estado son hinchas de Unión”, se decía. Hoy, resisten contra el fútbol mercantil que se está imponiendo en la liga germana con RB Leipzig como emblema. Hace unos años, los recibieron con varios minutos de silencio y una bandera negra que, en blanco, afirmaba: “La cultura del fútbol murió en Leipzig”.
En los 90, con la caída del comunismo y la apertura capitalista, el fútbol del este perdió todo su esplendor. Sobre todo los equipos menos favorecidos, como Union Berlin, lo sufrieron. Dos veces, 93 y 94, pudo subir a Segunda pero sus problemas financieros se lo prohibieron. Y en el 97 estuvo cerca de la quiebra. Recién en este siglo logró alcanzar la 2.Bundesliga. En ese 2001, llegó a la final de la Copa alemana, pero Schalke 04 demolió su ilusión por 4-1.
Hubo una crisis más, en 2004, que terminó de dar forma al Union Berlin actual. La Federación le exigía 1.5 millón de euros para disputar la Segunda División y como el club no los tenía sus hinchas lanzaron la campaña “Sangre por Unión”, en la que recaudaban dinero donando el contenido de sus venas. Cuando la sangre no fue suficiente, Dirk Zingler, un empresario y fanático unionista, que desde ese día es su presidente, inyectó los euros que faltaban.
En estas dos décadas, con Zingler al mando, Union Berlin se consolidó como un club hecho por y para sus hinchas. “Union se trata de individualidad, libertad, entusiasmo y pasión. Nos apegamos a nuestro lema: ‘El fuerte ayuda al débil’”, afirman en su web. La regla 50+1, que da prioridad a los fanáticos alemanes en la propiedad de sus clubes, se cumple con creces en Union Berlin. Todos sus socios participan de la asamblea anual en las que se toman las decisiones importantes. Así, establecieron una política de austeridad en los mercados de pases, rechazaron vender el nombre del estadio y se comprometieron a mantener bajos los precios de las entradas.
Sostener todos esos ideales dentro de la Champions League, el máximo torneo de clubes a nivel mundial, es el desafío actual. “No quiero que el club suba porque estoy convencido que, poco a poco, va a tener que sacrificar sus valores”, le dijo Andre Rolle, uno de sus hinchas, a la agencia AFP hace unos años, antes de llegar a la Bundesliga. En mayo de 2019, al transformarse en el 6to equipo de Alemania del Este en subir a 1ra, miles de hinchas olvidaron esos temores e invadieron el campo de juego para celebrar el ascenso tras vencer en la promoción al histórico Stuttgart, patrocinado por la automotriz Daimler-Mercedes.
Por ahora, sus ideas siguen firmes y el equipo también. En estas 4 temporadas en la Bundesliga, Unión Berlin no paró de crecer. En 2020, aseguró la permanencia con facilidad. En 2021, fueron 7mos y se metieron en Conference League, para debutar a nivel continental. En 2022, un 5to puesto los llevó a jugar la Europa League. Y en la última campaña, en 2023, llegaron a ilusionarse con pelear el título. Fueron 4tos y se metieron en esta Champions League, en la que enfrentarán a otro equipo popular como el Napoli, campeón de Italia, y al Real Madrid, el más poderoso de todos. Ganen o pierdan, sus hinchas querrán que defienda sus valores. Como el hierro, son fuertes en su unión y preferirán romperse antes que doblarse.