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Ariel Ortega, el ídolo que nació para jugar en River

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Ídolos eternos: el Burrito Ortega, el crack del pueblo millonario (0:58)

Pocos futbolistas enamoraron tanto a una hinchada como el jujeño a la de River. Por humilde, guapo, gambeteador y porque siempre quiso volver. Fueron 4 ciclos en el club, con 81 goles (6 de ellos a Boca). (0:58)

El amor de Ariel Ortega por River es indiscutido. El Burrito es uno de los grandes ídolos de la historia del club. Y ese amor que sintió desde chico puede entenderse en las propias palabras del exfutbolista.

"Me fui a probar a River cuando tenía 16 años. El plan era ir a Boca e Independiente, pero cuando llegamos desde Ledesma, mi pueblo, le dije a la persona que me trajo que quería ir a River. No conocíamos a nadie ahí, pero fuimos. Jugué muy poco, y me dijeron que me iban a llamar... Volví a mi pueblo y un día llegó una carta desde River para decirme que tenía que presentarme. Imaginate mi emoción".

Con 16 años, en febrero de 1991 comenzó a escribir la historia de amor con el Millonario. En total, en el club de Núñez iba a jugar 359 partidos, en cuatro ciclos diferentes, marcando 80 goles. Ganó siete títulos: los Apertura 1991, 1993, 1994 y 1996, los Clausura 2002 y 2008 y la Copa Libertadores de 1996.

Tras su llegada al club de Núñez desde Ledesma, Jujuy, Ortega debió esperar casi un año para el ansiado debut. Fue el 14 de diciembre de 1991 contra Platense y con Daniel Alberto Passarella en el banco de suplentes. Poco a poco fue ganando terreno en la Primera.

Era un jugador distinto: jugando como enganche o como delantero, siempre era la pieza desequilibrante. Dueño de una gambeta única y de un quiebre de cintura que dejaba parado al defensor más experimentado, Orteguita, como ya todos lo conocían, se convirtió en una de las grandes promesas del fútbol argentino.

Enseguida llegó el primer título, el Apertura 1991. Pero el primer gol con el club de sus amores lo marcó el 5 de julio de 1992, frente a Quilmes, en la victoria del Millo por 3 a 1: fue tras un toque de Silvani al medio, para que el Burrito sacara un potente remate que se convirtió en el 2 a 1 transitorio.

Luego de varios títulos locales llegaría la conquista de la Copa Libertadores de 1996, con Ramón Díaz como entrenador. Ortega fue una de las figuras de ese equipo, que contaba con un enorme plantel integrado, entre otros, por Enzo Francescoli, Celso Ayala, Leo Astrada, Matías Almeyda, Germán Burgos, Marcelo Gallardo, Juan Pablo Sorín...

Ortega marcó ante San Lorenzo, de visitante por los cuartos de final, un gol muy importante para que River pasara a semifinales.

Con un gran nivel, comenzaron a llegar las propuestas del fútbol europeo: su primer paso fue por el Valencia de España (97-98), luego por la Sampdoria (98-99), el Parma (99-00) y el Fenerbahce (02-03). Alternó buenas y malas, pero en ningún momento logró volver al nivel que tuvo con los Millonarios.

En el Millonario estuvo en cuatro etapas. Tras su salida al Valencia, entre 2000 y 2002 volvió a vestir la casaca de River, formando parte de un ataque temible con Juan Pablo Ángel, Javier Saviola y Pablo Aimar, conocido como los cuatro fantásticos.

Y un poco más tarde también integraría una delantera peligrosa con dos jóvenes que luego serían jugadores de primer nivel: Andrés D'Alessandro y Fernando Cavenaghi.

Ese ciclo fue también exitoso y se cerró con 78 partidos y 28 goles. Y derivó en su regreso a Europa, en este caso para jugar en el Fenerbahce de Turquía. Pero allí las cosas no serían fáciles, la adaptación fue muy dura y el regreso al fútbol argentino se dio en medio de sanciones de la FIFA y muchos conflictos. Pero el regreso no sería en River, sino en Newell's.

Tras varios cruces con la dirigencia de ese momento y una buena etapa en la Lepra, donde fue dirigido por el Tolo Gallego (fue campeón del Apertura 2004), pegó la vuelta al Millonario. En el Apertura 2006 debutó ante San Lorenzo y marcó un gol. Tenía 32 años, pero el talento estaba intacto.

El arranque de 2007 no fue el mejor por problemas personales y una difícil adicción al alcohol; sin embargo en el segundo semestre iba a verse nuevamente un resurgimiento del Burrito. Uno de sus mejores partidos fue nada menos que ante Boca, cuando anotó su último gol en un Superclásico, en la victoria por 2 a 0.

Un año más tarde de la mano de Diego Simeone saldría campeón del Apertura 2008, siendo uno de los protagonistas de esa conquista, pero no tendría final feliz. Nuevamente los problemas personales, las cuestiones extra futbolísticas, lo alejarían de Núñez. Tras un paso por Independiente Rivadavia de Mendoza, en julio de 2009 volvió a River, por última vez.

No fue un regreso con luces, más allá de que pese a los altibajos tuvo partidos donde mostró su sello, su calidad. En esta última etapa jugó 40 partidos y marcó cuatro goles, hasta que se fue transferido a All Boys.

Ya no volvería, salvo para un emotivo partido homenaje en un Monumental repleto que le brindó la merecida despedida.

El partido, una anécdota para la celebración, reunió a grandes amigos y compañeros del jujeño: Juan Pablo Sorin, Enzo Francescoli, Javier Saviola, Ignacio Scocco, Eduardo Coudet, Leonardo Astrada, Leonardo Ponzio, Marcelo Gallardo y Manuel Lanzini, entre otros, con Gallego y Ramón Díaz como entrenadores.

"No tengo más que palabras de agradecimiento por este momento. A mis compañeros gracias por acompañarme. Tenía pensado decir mil cosas, pero lo único que se me viene a la mente en este momento es agradecerle a ustedes y a Dios por hacerme hincha de River", señaló entre lágrimas en el adiós.