Todo empezó con un gol. No podía ser de otra manera, tratándose de la historia de Maxi Rodríguez en la Selección Argentina. Con perfil bajo, a la sombra de nombres como Hernán Crespo, Juan Román Riquelme o Javier Mascherano en sus comienzos, y la era de Lionel Messi, el Kun Agüero y Angel Di María después, Maxi se hizo referente de la Albiceleste. Jugó tres mundiales y 54 partidos oficiales, desde su debut con 22 años hasta su despedida con 35. Desde el mediocampo, convirtió goles importantes y un penal decisivo en la semifinal de Brasil 2014 contra Países Bajos.
Empezó con un gol, como una premonición, en el Mundial Sub-20 de 2001, ganado por Argentina en Buenos Aires. Dirigido por José Pekerman, ese equipo tenía a Javier Saviola y Andrés D’Alessandro como principales figuras, acompañados por otros cracks como Leandro Romagnoli y Alejandro Domínguez.
El debut fue difícil, pesaron los nervios y un rival mediocre como Finlandia se hizo fuerte. Hasta que a los 38 minutos, Maxi sorprendió a todos clavando en el ángulo un tiro libre desde 30 metros, para abrir el camino que desembocaría en el título.
En ese torneo hizo tres goles más y fue uno de los principales artilleros argentinos, solo superado por el Conejito Saviola y su récord de 11 tantos. Y así como abrió la cuenta en el primer partido, fue el encargado de cerrarla en el 3-0 de la final frente a Ghana, con una definición digna de un nueve.
Pekerman siempre lo tuvo entre sus favoritos. “Creo que al Sudamericano de Ecuador, que se jugó antes, no lo llevó a él y a otros más, porque quería preparar el ‘tanque de guerra’ para el Mundial”, recordaba Nicolás Burdisso, otro campeón del 2001.
Cuando José se hizo cargo de la mayor, tras la renuncia de Marcelo Bielsa, la Fiera fue número puesto. Arrancó como suplente, entró en el segundo tiempo por Lucho González el día del debut de Pekerman (goleada 4 a 2 a Uruguay por las Eliminatorias) y de a poco se ganó la titularidad.
Al llegar el Mundial de Alemania 2006 ya era titular indiscutido. En ese torneo fue uno de los goleadores de la Selección, con tres tantos, la misma cantidad que marcó Hernán Crespo: dos en el 6 a 0 a Serbia y Montenegro por la primera ronda y el inolvidable bombazo en tiempo suplementario contra México, que definió el partido de octavos de final y sería elegido como el mejor gol del torneo.
Iban siete minutos del primer alargue, con el partido 1 a 1. Juampi Sorín cruzó la pelota desde la izquierda hacia el lugar donde estaba Maxi, casi en el ángulo derecho del área. Cuando la Fiera paró la pelota con el pecho, Carlos Bilardo, que comentaba el partido para la TV argentina junto a Sebastián Vignolo, gritó “¡arco!”. Maxi le hizo caso y sacó un zurdazo que pasó por arriba del arquero Oswaldo Sánchez y sacudió el costado de la red. Golazo. El mejor de la Copa del Mundo.
El DT de México era el argentino Ricardo La Volpe quien, muchos años más tarde, protagonizó una divertida anécdota con Claudia, la mamá de Maxi, recordando aquel gol. “La Volpe fue a cenar a una parrilla en Rosario y justo estaba mi vieja”, contó Rodríguez. “Uno de los dueños le dijo, ‘¿sabés quién es esa mujer? Es la mamá de Maxi’”. La Volpe se acercó a la mesa y le dijo a Claudia: “Usted no tiene nada que ver. Pero su hijo… es un hijo de puta”.
Es que 15 años después, al inefable bigotón le seguía la bronca. “¡Le pegó de zurda! ¿Me vas a decir que iba a pensar que desde ahí iba a hacer un gol?”, dijo en una entrevista. Cuando se lo contaron a Maxi, el rosarino fue sincero: “Tiene razón, ¿para qué voy a mentir? Debió ser la primera vez que pateaba de esa manera y de zurda”.
En 2006, la aventura terminó en la fase siguiente, por cuartos de final, contra los locales. Hubo definición por penales y Rodríguez convirtió el suyo, pero no alcanzó, las dos atajadas del arquero alemán Jens Lehmann resultaron decisivas.
Dos años después, Maxi se dio el gusto de hacer el primer gol en el debut de un amigo, nada menos que Diego Maradona. El 19 de noviembre de 2008 fue el primer partido de Diego como DT de la Selección. En Glasgow, contra Escocia, a los ocho minutos del primer tiempo, la Fiera entró como un rayo para mandar a la red un centro de Jonás Gutiérrez y poner el 1 a 0 que sería definitivo.
Con Maradona ya lo unía una relación desde sus tiempos en el Atlético de Madrid, cuando a través del Kun Agüero empezó a forjarse la amistad. “Nos juntábamos con Diego a comer asado, pízza, pastas, lo que fuera. Eran noches interminables. Diego te decía ‘si te vas, no te hablo más’. Cuando tu ídolo te dice eso, te quedás. Eso sí, al otro día estábamos arriba a las siete para entrenar”, recordó Maxi.
De aquel partido en Glasgow pudieron quedarle de recuerdo las dos camisetas que usó, pero le quedó una sola. Es que la del gol se la llevó al Diez para que se la autografiara y hasta ahí llegó. “Esta es para mí, te firmo la otra”, sentenció Diego.
En Brasil 2014, ya con Sabella como DT, la historia tuvo un momento parecido al de la despedida de Alemania 2006, pero el final fue bien distinto. Contra Países Bajos, en la semifinal del Mundial. Chiquito Romero ya se había convertido en héroe, atajando dos penales, y a Maxi le tocó definir la serie. Le dio cruzado, a media altura y tan fuerte que aunque el arquero Jasper Cillessen llegó a tocar la pelota, no pudo evitar que se metiera y diera en el techo del arco.
“Me tocó vivir un momento de mucha adrenalina, una caminata de mucha tensión, un país haciendo fuerzas para patear el penal. Miles de cosas que se cruzaron por mi cabeza, hasta que pateo y veo cómo entra la pelota y llega la felicidad y el abrazo final”, recordó Maxi.
Fue su último partido mundialista, ya que no entró en la final contra Alemania, y también su última actuación en la Selección. Al comenzar el ciclo siguiente, el Tata Martino lo convocó para tres amistosos pero no jugó ninguno, y el 1 de febrero de 2016, la Fiera anunció su retiro del seleccionado argentino.