En el Bosque, el Independiente de Carlos Tevez sumó su segunda victoria, al derrotar por 2-1 a Gimnasia La Plata y tomó aire en la talbla anual de la Copa de la Liga, en la que complicó al Lobo.
El Rojo no lució ni sacó una diferencia notoria en el juego con su rival, incluso, nunca consiguió manejar los tiempos del partido, ni hacerse de la pelota o dominar al dueño de casa. Pero supo ser más profundo y efectivo.
Gimnasia desplegó un funcionamiento de más pases y ocupó mejor los espacios, pero las buenas acciones de Benjamín Domínguez, Erik Ramírez, Bautista Barros Schelotto (que salió en el entretiempo) y Cristian Tarragona, en general, se diluyeron a las puertas del área visitante. Rodrigo Rey no se lució en ningún momento. No tuvo necesidad.
El Lobo quiso asfixiar a Independiente en el arraque, pero en la primera clara, Mauricio Isla marcó el 1-0. Iban ocho minutos. Lo liquidó Matías Giménez a los 42, con un contragolpe donde tomó a Gimnasia muy descubierto.
Una diferencia más amplia de lo que se vio en la cancha, pero que quizás sí refleja los estados de ánimo de uno y otro.
Gimnasia, con dos derrotas a cuestas y la continuidad de Chirola Romero en la cuerda floja, salió a la cancha bajo un clima tenso. Con un público que, no obstante, no le hizo mayores reclamos al equipo durante el partido. Pero ese nerviosismo seguramente afectó el rendimiento de los jugadores. El gol de Ramírez en el final sólo fue una ilusión que duró muy poquito, hasta ese pitazo final.
Carlos Tevez todavía no consiguió que su Independiente juegue lindo, ni sume pases, ni genere demasiadas ocasiones de gol. Pero en El Bosque se pudo ver a un Rojo más suelto, con más confianza y contundencia. Suficiente por ahora para llevarse un triunfo clave en la lucha por la permanencia, que lo aleja del fondo en la Tabla Anual y dejó a Gimnasia al borde de puesto de descenso.