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Los hitos del Cilindro de Avellaneda, la casa de Racing y su pasión inmortal

Erguido como un coloso desde el 3 de septiembre de 1950, el Estadio Presidente Perón no es solo un escenario deportivo: es el corazón palpitante de Racing. Construido con visión modernista, nacido con espíritu de grandeza y sostenido con la fe de su gente, El Cilindro es donde se forjó una de las identidades más intensas del fútbol argentino.

Aquel día, una soleada tarde de domingo, La Academia jugaba por primera vez en su terreno sagrado y el festejo sería completo: victoria por 1-0 a Vélez con gol marcado por el cordobés Llamil Simes.

Ubicado en el barrio de Avellaneda, con su forma circular y su acústica inconfundible, el estadio fue vanguardia en Sudamérica. Pero su verdadero valor no está en la arquitectura, sino en la pasión que lo habita.

Por sus tribunas pasaron generaciones enteras, lágrimas de gloria y gritos de desahogo. Allí, se canta, se llora y se cree. Porque más que un estadio, es un refugio del alma racinguista.

Hoy se cumplen 75 años de batallas memorables, de festejos pero también de momentos límites que forjaron el perfil de pasional hincha académico, todo allí, en el Coliseo, el Cilindro Mágico o simplemente el Cilindro, con ese cemento y pasión que no se quiebra, renace.

La hinchada que salvó al club: el Día del Hincha de Racing

El 7 de marzo de 1999, Racing estaba en su momento más oscuro: la Justicia había ordenado su liquidación. No había partido, ni rivales, ni árbitros. Solo estaba El Cilindro, abierto. Y la gente. Más de 30.000 hinchas se autoconvocaron espontáneamente para decirle al mundo que Racing no iba a desaparecer.

Fue un acto de amor puro, un grito de dignidad popular que trascendió lo futbolístico. Desde aquel día, cada 7 de marzo se celebra el “Día del Hincha de Racing”, en homenaje a quienes defendieron su club como se defiende la vida. En ese silencio sin pelota, El Cilindro se volvió eterno.

Diciembre de gloria: campeones en casa

El 14 de diciembre de 2014, Racing volvió a abrazar la gloria en su casa. Con gol de Centurión y bajo la dirección de Diego Cocca, el equipo venció 1-0 a Godoy Cruz y se consagró campeón del Torneo de Transición. Fue una noche donde cada rincón del estadio tembló de emoción contenida durante años.

Y en diciembre de 2001, Racing empató 1-1 con River, con golazo de Gerardo Bedoya, en un partido clave hacia el título que cortó una racha de 35 años sin vueltas olímpicas. En la última fecha visitó a Vélez en el Amalfitani, fue empate 1-1, pero ese día La Acadé no solo llevó público visitante, sino que también llenó en paralelo su estadio. En ambos casos, El Cilindro no fue solo testigo: fue protagonista.

Una vuelta al mundo desde Avellaneda

En 1967, Racing le ganó 2-1 al Celtic en el partido de vuelta de la Copa Intercontinental en El Cilindro. Esa victoria fue el paso previo para la consagración como campeón del mundo, un hito que convirtió a la Academia en el primer equipo argentino en lograrlo.

También fue sede de la final de ida de la Supercopa Sudamericana 1988 ante Cruzeiro. Aquella noche, Racing ganó 2-1 en casa y selló el título en Brasil, recuperando su lugar en la élite del continente. El Cilindro fue el escenario perfecto para esas páginas doradas del libro racinguista.

Recibimientos para la historia: papelitos, luces y alma

El Cilindro ha vivido fiestas únicas. En 1997, en el partido de ida ante Sporting Cristal por las semifinales de la Libertadores, la lluvia de papelitos fue tan densa que pareció tapar el cielo. Era la fiesta de un pueblo que volvía a soñar.

Mucho más reciente, en la semifinal de la Sudamericana 2024, Racing venció a Corinthians y se clasificó a la final. Pero lo que quedó grabado en la retina fue el recibimiento: fuegos, banderas, bengalas y una comunión total entre el equipo y su gente. Como si cada rincón del estadio respirara vida.

El “bananazo”: épica y rebeldía en el clásico

El 9 de febrero de 2020, Racing escribió una de sus páginas más insólitas y heroicas: le ganó 1-0 a Independiente con dos jugadores menos. El gol de Marcelo Díaz quedó para siempre. Pero también el gesto previo: Díaz, calmado, comiendo una banana antes de convertir. Una imagen icónica, símbolo de sangre fría, orgullo y pertenencia.

El Cilindro explotó como pocas veces. Porque no siempre se gana con fútbol. A veces se gana con carácter. Y esa noche, el carácter fue racinguista.

Salvados del abismo: el gol de Maxi Moralez a Belgrano

El 29 de junio de 2008, Racing se jugaba la permanencia en la promoción ante Belgrano. Con el estadio explotando de ansiedad, Maxi Moralez marcó el gol del alivio, el que selló la victoria 1-0 y evitó el descenso.

Fue más que un partido: fue una final sin trofeo. La gente lloró de emoción, de desahogo, de agradecimiento. El Cilindro se volvió una caldera de esperanza en su forma más cruda y genuina.

Milito y Licha: dos despedidas de leyenda

El 21 de mayo de 2016, Diego Milito se despidió de la camiseta de Racing con victoria 2-0 ante Temperley y un gol de penal. Se fue ovacionado, con lágrimas en los ojos y el corazón colmado. El Príncipe cerraba un ciclo glorioso, ídolo de multitudes.

Cinco años después, el 11 de diciembre de 2021, Lisandro López tuvo su adiós en el Cilindro ante Godoy Cruz. Salió lesionado a los 15 minutos, pero recibió una ovación eterna. Su nombre sigue vibrando en cada tribuna. Ambos se fueron, pero dejaron su alma impregnada en las paredes del estadio.

El Cilindro, más que un estadio

El Cilindro no es cemento: es canción, es ritual, es familia, es historia. Es un altar que late cada vez que Racing entra a la cancha. Cada noche inolvidable, cada gol épico, cada recibimiento, cada lágrima derramada lo hacen más que un estadio: lo convierten en un ser vivo.

Cumple 75 años. Pero no envejece. Porque mientras haya hinchas que lo hagan temblar con su voz, mientras haya un jugador que mire al cielo antes de patear, mientras un padre lleve por primera vez a su hija a ver a Racing, el Cilindro seguirá siendo eterno.