<
>

Messi: El mismo sabor del fracaso y su nueva añoranza por los años dorados en el Barcelona

BARCELONA -- Lionel Messi fichó por el Paris Saint-Germain para ganar la Champions League que se le había negado en las seis temporadas anteriores con el Barcelona y, a la hora de la verdad, en el primer cruce de eliminación directa, se marchó a casa derrotado, derrumbado, hundido y con el sabor del fracaso clavado en su mirada.

La épica sin necesidad de estética le bastó al Real Madrid para mostrar todas las costuras de un equipo del que Messi nunca debió sospechar déficits de tal consideración y que se derritió penosamente cuando debía dar un golpe sobre la mesa.

Leo eligió el PSG en cuanto Joan Laporta le comunicó a su padre, el 5 de agosto de 2021, que el Barcelona no iba a renovarle el contrato.

Aunque su entorno más cercano aseguró entonces que ni el astro ni sus consejeros/representantes habían negociado con ningún club hasta aquel momento porque su convencimiento era permanecer en el Camp Nou, en apenas cuatro días concretó un fichaje supersónico, millonario y mediático con el club francés, al que la lógica presentaba como candidato principal para conquistar la Champions, aquel sueño prohibido y que con él tenía que hacerse realidad.

El 10 de agosto el PSG anunció oficialmente el fichaje de Messi por dos temporadas, reencontrándose en la Ciudad Luz con su viejo amigo Neymar y completando con el joven Kylian Mbappé un tridente que sobre el papel no tenía competencia en el futbol mundial.

Siete meses después la temporada en París se da ya por finiquitada, con el premio mínimo del título de Liga en el bolsillo pero la aspiración de la Champions convertida en otro fracaso.

ERROR
El fiasco del PSG en Europa descubre que si en agosto se adivinaba que el Barcelona iba a extrañar, añorar y llorar a Messi, su futbolista franquicia de la última década y el hombre capaz de mantener en pie la ilusión de todo el Camp Nou, en marzo es Leo quien echa de menos todo lo que tenía y era en Barcelona.

Que si se vio obligado, porque así fue, a elegir un nuevo club cuando el Barça le mostró la puerta de salida, su elección no fue la más acertada. En París se encontró con un vestuario repleto de estrellas, una constelación que ya querrían muchos clubes y un entorno amable, rodeado de futbolistas que le admiraron pero que a la hora de la verdad, en el campo, no se desenvolvieron casi nunca viéndole como el líder indiscutible del equipo que era con la playera azulgrana.

El Messi de 2022 no es el mismo de 2015... Pero tampoco el de 2019, cuando el Barça fue goleado por el Liverpool en una noche en la que Leo completó un partido tan bárbaro como insuficiente.

Aquella noche del 7 de mayo de 2019 Anfield vio a un Messi superlativo, tan ambicioso como rápido, eléctrico y mágico que se estrelló contra la desgracia de manera cruel. Una imagen que nada tuvo que ver con la del último miércoles en el Bernabéu.

Culpar a Messi del fracaso del PSG se aventura fácil y demasiado simple. El astro argentino, camino de los 35 años, no disfruta de la explosividad del pasado pero mantiene una sutileza y brillantez en el juego de combinación fuera de toda duda. Ocurre que Pochettino no ha sabido, o no ha podido, adaptar esa nueva versión del futbolista a un esquema en que los roles están tan marcados que no se puede contemplar al rosarino alejado de los otros cracks indiscutibles del equipo.

Y todo ello ha conducido al equipo francés a un callejón sin salida. Un equipo que con el viento a favor disfruta en el césped pero que cuando le llegan mal dadas es incapaz de sufrir, que durante 150 minutos fue un gigante que dominó sin despeinarse al Real Madrid pero que acabó arrodillado y sometido por la garra, rabia y empuje de un rival que le arrasó en amor propio.

Messi ganó su última Champions en 2015. Iba a cumplir los 28 años y jugaba en el Barça junto a un mayúsculo Neymar y un excepcional Luis Suárez. Le acompañaban Andrés Iniesta, Sergio Busquets, Gerard Piqué, Jordi Alba, Dani Alves, Ivan Rakitic o Marc-André ter Stegen en un momento álgido de sus carreras... Pero el tiempo no perdona y la imagen del Messi de 2022 apenas es reconocible comparada a la de 2015.

Y siete meses después de llegar a París dispuesto a reconquistar el trono continental con un PSG que se suponía inabordable, la realidad ha golpeado al que fue, sin duda, el mejor futbolista del mundo. Y, de paso, ha dejado retratado a un proyecto con pies de barro cuyo futuro inmediato está más en el aire que nunca.