Ni Haaland, ni Maradona, ni Pelé: el Real Madrid hubiera hecho lo mismo ante el Manchester City de haber tenido a cualquiera de los ya mencionados. Y el caso del noruego, que es el más inmediato por importancia actual, es clave para entender la eliminación blanca de la Champions League.
Carlo Ancelotti sorprendió con la suplencia de un Antonio Rudiger que fue el mejor jugador de la ida en el Santiago Bernabéu. Apostó por la vuelta de Militao e insistió con David Alaba, también muy destacado en el envite de hace unos días. Sin embargo, lo normal hubiera sido desplazar a Alaba a la izquierda para incluir al alemán acompañando a Militao.
Seguramente eso fue lo más sorprendente de la alineación inicial y una de las críticas más feroces del entorno al técnico. Al igual que si hubiera tenido a Haaland, repito lo mismo: da igual quién jugara atrás porque nada iba a cambiar.
Por mucho que el noruego fuese la obsesión del italiano, el Real Madrid, simplemente, no compareció. Fue un equipo inferior que se doblegó desde el inicio ante el mejor equipo del planeta. En juego, ganó el City. En talento, ganó el City. Y, lo que más duele, en intensidad también ganó el City. Eso es algo que va a marcar a muchos jugadores tras la eliminación en Inglaterra.
Porque el equipo de Guardiola era favorito, todos lo sabían. Y porque el Madrid puede caer eliminado, por supuesto. No todos los años se va a ganar la Champions League. Pero al Madrid se le tiene que exigir un mínimo y sus jugadores tienen que dar algo más. Lo de la noche fatídica del Etihad fue un ridículo bochornoso que tendrá sus consecuencias de cara a la próxima temporada.
Los blancos tuvieron dos ocasiones: el balón de Toni Kroos al larguero y la pelota que Ederson le saca a David Alaba. Ambas ocasiones son jugadas aisladas desde media distancia. Los acercamientos fueron inútiles y gente como Benzema o Modric salieron señalados de estas semifinales.
Los análisis como la continuidad de Carlo Ancelotti tienen que hacerse en frío, pero está claro que el italiano ha sido un hombre de club por 'tragar' con una plantilla de la que apenas se pueden utilizar 14 ó 15 jugadores. El resto no cuentan para nada. Por eso hay que mirar con perspectiva estos dos años en los que el italiano, aún así, ha ganado todos los títulos.
Por todo eso da igual que Haaland inclinara la balanza en caso de estar en el Madrid. No hubo juego, no hubo llegada al área contraria y no hubo ningún jugador que diera un paso hacia adelante para echarse al equipo a la espalda. Así, ni con Haaland ni con Di Stefano reencarnado el Madrid hubiera pasado. Que la noche de Manchester sea un punto de inflexión para arreglar obviedades que, años después, siguen en el club.