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La historia de Cordero, el alma de la Católica que lucha contra el cáncer

"Vamos a seguir luchando y le vamos a poner el pecho a las balas", aseguró Cordero Photosport

Fernando Patricio Cordero Fonseca (Santiago de Chile, 26 de agosto de 1987), vino al mundo pocos meses después de que Chile alcanzara como anfitrión un trascendental cuarto puesto en el Mundial Juvenil Sub-20 y un histórico subcampeonato en la Copa América celebrada en Argentina. Apodado ‘Chiqui’ desde pequeño, creció fuerte al cobijo de una época auspiciosa del fútbol chileno, para luego formarse como defensa lateral zurdo polifuncional en las inferiores de Unión Española, club en el que fue promovido al primer equipo en 2006.

Con carácter se nace. La personalidad no se puede adquirir como pasa con algunos gestos. Y ‘Chiqui’ Cordero (1,72m, 71kgs) talló y fortaleció la suya con ayuda del sufrimiento. Para muestra dos botones, como solían decir nuestros abuelos. El 23 de septiembre de 2011, durante un partido contra Deportes Iquique, fue víctima de una triple fractura facial como resultado de un brutal patadón del defensa Rodrigo Brito en el rostro. Acción tras la cual estuvo a punto de perder el ojo izquierdo. Regresó a las canchas después de permanecer de baja por dos meses, y el 10 de marzo de 2012 el centrocampista Gabriel Sandoval, de Huachipato, le rompió la mandíbula al propinarle un codazo de apariencia intencional en el rostro, que volvió a mandarlo a boxes.

Así es como los verdaderos hombres forjan su destino. Sorteando los golpes que suele aplicar la vida. Y es por eso que Cordero, quien firmó contrato con Universidad Católica el 7 de julio de 2012 producto de sus muy buenas 6 temporadas en Unión Española y una provechosa cesión en Curicó Unido en 2007, enfrenta el momento más decisivo de su vida con una entereza que le distingue.

En la primera semana de diciembre visitó a una dermatóloga para informarse acerca del origen de unos quistes bajo su ojo izquierdo, y la biopsia que se practicó en la zona indicó que sufre un cáncer de piel que busca hacer metástasis.

Un año atrás un rival le rasguñó en esa parte del rostro, el lugar en el que ha sufrido las lesiones más graves de su carrera deportiva, y el hecho de que la herida no cicatrizara bien a pesar de tratarla con cremas específicas, más el hecho de que la piel de ‘Chiqui’ Cordero sufre en exceso el efecto de los rayos solares UV, ayudó a la formación del tumor maligno. Por otra parte, la transpiración natural de su organismo funcionó como factor de combustión para que el jugador se encuentre ante esta nueva prueba vital.

Cordero soñaba con coronarse campeón del torneo Apertura 2015 con la Católica para luego someterse a la operación con carácter urgente, pero la derrota inesperada (1-0) frente a Audax Italiano en la última jornada del campeonato dejó sin nada a los Cruzados y le permitió celebrar al Colo Colo su 31ra estrella. Ahora el jugador se prepara para disputar junto a su equipo, como subcampeón del Apertura 2015, la Liguilla de clasificación a la Copa Sudamericana 2016.

Universidad Católica vuelve a chocar con Audax Italiano en una serie que se inicia el jueves 10 de diciembre en el estadio Bicentenario de La Florida, para definirse el domingo 13 en el estadio San Carlos de Apoquindo, donde la UC son locales. La Católica y Cordero esperan superarla para enfrentarse en la final (17 y 20 de diciembre) al ganador de la eliminatoria a doble partido entre Universidad de Concepción y Palestino.

Instantes después de perder el título en aquel reciente infausto juego contra Audax Italiano, el dorsal 11 de los cruzados enfrentó a los medios para asegurar que “nunca me hizo clic la palabra cáncer. De alguna cosa nos tendremos que morir algún día y en verdad, puedo morir en un choque, con una espina de pescado que comí, no sé, tantas cosas”. “Vamos a seguir luchando y le vamos a poner el pecho a las balas a la espera de ganar los próximos partidos para meter a Católica en una copa internacional”, subrayó. Sólo logrando ese objetivo el bravo Cordero piensa que podrá entonces cambiar su piel para dedicarse con tranquilidad a salvar su vida.