Juan Román Riquelme es tal vez el ídolo más grande de la historia de Boca. Algo que consiguió ganando títulos, con actuaciones memorables y por supuesto, marcando goles.
Anotó 92 a lo largo de su carrera con la azul y oro. Y le hizo cuatro a River, el máximo rival, por partidos oficiales.
La estadística indica que ante los de Núñez jugó 20 superclásicos entre torneos locales e internacionales. El saldo es positivo: ganó nueve, empató siete y perdió cuatro.
UN ESTRENO MONUMENTAL
El 17 de mayo de 2000, Boca visitaba a River en el Monumental por la ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores. El local comenzó ganando 1 a 0 con gol de Juan Pablo Angel. Y Boca llegaría al empate transitorio con gol de Riquelme, el primero ante los de Núñez. El 10 aprovechó un tiro libre cerca del área y con una ejecución magistral dejó parado a Roberto Bonano, para el 1 a 1 parcial. Un rato antes, desde una posición similar, Riquelme también había tenido la chance de anotar, pero el disparo rebotó en la barrera. Luego, River ganaría ese partido por 2 a 1. Como consuelo, el 10 tuvo su estreno en la red frente a los millonarios y rompió la sequía en los superclásicos.
PENAL, FESTEJO Y LOCURA
La revancha por el choque de cuartos de final ante River de la Libertadores 2000 se dio una semana más tarde en La Bombonera. Boca ganaba 1 a 0 con gol de Delgado, y hasta ese momento había penales, ya que en ese entonces el gol de visitante no marcaba diferencias a la hora de la definición de una serie mano a mano. Hasta que a los 33 minutos del complemento, Roberto Trotta le cometió penal a Sebastián Battaglia. Momento decisivo del partido. El 10 se paró frente a la pelota y con frialdad extrema puso el balón en el palo izquierdo de Bonano para el 2 a 0 que le daba al xeneize el pasaporte a las semifinales. Tras varios superclásicos sin marcar, Román se daba el gusto de convertir dos goles clave en una semana. Ese mismo partido pasaría a la historia por el famoso caño al colombiano Yepes en la mitad de la cancha, una muestra más de su enorme talento. Boca ganaría 3 a 0 ese encuentro, con el recordado gol de Palermo sobre el final del partido. Y luego, sería campeón.
EL NACIMIENTO DEL TOPO GIGIO
Por la fecha 10 del torneo Clausura de 2001, Boca y River volvían a verse las caras en La Bombonera. Fue un partido que quedó en la historia no por el gol de Riquelme, sino por el festejo. El local ganaba 3 a 1 y River estaba volcado a ataque. Una rápida contra dejó sólo a Clemente Rodríguez ante Costanzo. El arquero salió apurado. Y cometió penal. El 10 lo remató anunciado, a la derecha, pero Costanzo dio la chance del rebote. Román llegó antes que todos y de cabeza convirtió el gol. Enseguida salió corriendo hacia la mitad de la cancha y se paró, poniendo las manos sobre sus orejas, con la mirada fija en el palco presidencial. Los jugadores de Boca venían enfrentados con la dirigencia por los premios y los salarios. Ya se hablaba de la transferencia de Román al Barcelona, que según los directivos serviría para sanar algunas deudas de la institución, pero el futbolista reclamaba una mejora en su sueldo, que era muy bajo por lo que ya representaba para el club. Y dio la sensación de que Mauricio Macri fue el destinatario de esa celebración particular. Más tarde, Riquelme diría que el festejo no tuvo nada que ver con el presidente xeneize y sólo lo hizo a pedido de su hija, fanática del Topo Gigio. Pocos le creyeron.
EL ULTIMO GRITO
El 30 de marzo de 2014, Riquelme marcó el último gol oficial en un superclásico. Por la fecha 10° del Torneo Final, una vez más de tiro libre el 10 dejó parado al arquero Marcelo Barovero para darle a Boca el empate parcial. Un rato antes, Manuel Lanzini había puesto en ventaja al millonario. El remate, estupendo, dejó sin reacción al 1 de River: besó el travesaño, en el ángulo, e ingresó al arco. Y otra vez el festejo tuvo algo especial: mirando a Ramón Díaz, el DT millonario, Román hizo un gesto y dijo unas palabras: “Hoy acá no, acá no”, tratando de explicarle al DT, con una sonrisa irónica, que de La Bombonera esa tarde River no iba a llevarse los tres puntos. Pero se equivocó. Cerca de del final, un tiro de esquina al área xeneize (donde Boca reclamó que el córner no existió) y una mala salida de Orión le dieron a Funes Mori la chance de sellar el 2 a 1 final. Riquelme había sido reemplazado unos minutos antes por Nicolás Colazo, y lo sufrió desde afuera. Esta vez, el gol no alcanzó, pero dejó en claro que la magia seguía intacta. Unos meses más tarde Riquelme se iría del xeneize y pasaría a Argentinos Juniors. Fue su último choque superclásico.