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Gracias España

BUENOS AIRES -- En esta Copa del Mundo en la que la mayoría de los equipos se preocuparon más por cuidarse que por intentar atacar, hay un finalista que hace culto del juego ofensivo, que vive por, para y gracias a la pelota. España merece ser campeón, no sólo por cómo jugó hoy frente a Alemania, sino porque un título para la Roja sería una verdadera lección para todos aquellos Seleccionados mezquinos que deberán ver por televisión la final que se jugará en Soccer City.

Desde la derrota contra Francia en el Mundial 2006, la Selección que dirigía Luis Aragonés comenzó una refundación que cumplió su objetivo en Durban. Con las mismas armas que permitieron su consagración en la Euro 2008, España logró algo que parecía que nunca sucedería: jugar el último partido de una Copa del Mundo.

Como para terminar con ese mito de buen equipo que no rinde en las situaciones límite, la Roja jugó su mejor partido del torneo en la semifinal, una instancia que jamás había disputado un combinado de ese país. Sí, a este plantel le sobra fútbol, pero también actitud.

El conjunto de Del Bosque cumplió una de las premisas clave para ser campeón: ir de menor a mayor. Perdió el primer encuentro frente a Suiza en lo que fue un verdadero accidente y luego ganó todos sus compromisos. Le costó encontrarse con sus virtudes, pero cuando lo hizo superó a todos sus rivales con claridad, sobre todo a los más difíciles: Chile, Portugal y Alemania.

Sus figuras brillaron cuando más se necesitaban, no se escondieron y dieron la cara por el equipo. Porque España es ante todo eso: un equipo. Tiene grandes individualidades, futbolistas que son estrellas en la Liga de las estrellas, sin embargo cuando juegan en la Selección nacional piensan en el todo y no en la suma de sus partes.

Esta es una de las principales conclusiones que se pueden sacar de este campeonato: ganarán los equipos que fueron concebidos como tales y no aquellos que sólo son un conjunto de voluntades individuales. Los cuatro semifinalistas forman parte del primer grupo, mientras que casi todos los demás se alistan en el segundo.

Ante Alemania, España ganó en su ley. El encuentro más importante de su historia debía ser así. La Roja tuvo control de pelota, paciencia y fantasía, aunque el gol llegó por intermedio de un balón detenido. No es una paradoja, es simplemente una muestra de que los grandes equipos pueden contar con múltiples recursos.

Xavi e Iniesta le dan toque y fútbol, pero los mejores jugadores del Mundial están adelante y detrás de ellos. David Villa, que hoy casi no participó del juego, es el artífice de esta campaña, mientras que Xabi Alonso fue el corazón en los choques eliminatorios.

Todos hablan de los lujos de los cracks del Barcelona, pero la presencia del medio del Real Madrid es vital en el funcionamiento español. De él nacen todos los ataques, es el dueño del primer pase y casi nunca se equivoca. Además, entiende el juego ofensivo a la perfección y es uno más a la hora de defender. En este torneo su importancia creció muchísimo y en la semifinal volvió a ser figura.

Como para acentuar aún más esa imagen de equipo lujoso y a la vez durísimo, los defensores centrales también se destacaron en los últimos compromisos. Piqué y Puyol personifican la Furia Roja en tiempos en los que el resto del plantel se encargó de cambiar ese paradigma por otro mucho más valioso.

Habrá un campeón novel en este Mundial. Cualquiera sea el resultado, la sensación será de justicia plena. Uno por su rica historia y por haberle regalado al planeta el mejor equipo de todos los tiempos, el otro por su calidad actual y por hacer más feliz un torneo que nació triste. España nos da alegría, por eso le decimos gracias.