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Protagonistas del Clásico: La cruz de Sergio Busquets y la rebelión de Ansu Fati

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BARCELONA -- El Barcelona tuvo a tres protagonistas en el Clásico, dos de ellos que quedaron a deber y un tercero que ingresó tarde al partido y estuvo a punto de cambiarlo.

SERGIO BUSQUETS

Su Clásico número 44 le pasó por encima. De principio a fin, hasta que fue sustituido en el campo por Gavi y por De Jong en el puesto. Dijo Xavi al acabar el partido que el equipo debe "madurar" pero le lanzó una nueva indirecta al asegurar que la jugada del 1-0 se produjo "porque no se hizo una falta". Una falta que, sí, debió cometer Busi a Kroos. Y que no la hizo porque, simplemente, no llegó, no pudo.

Tan ocupado siempre el Barcelona en jugar, en ser protagonista con el balón, cuando no lo tiene y sufre, padece, por si fuera poco, la insuficiencia física de su capitán, cuya imagen en el Bernabéu fue de la peor que se le recuerda. Modric, mayor que él, y Kroos, tan veterano como él, mostraron una capacidad física a años luz que la de Busquets, cuya luz pareció apagarse sin remisión en un partido cumbre, un partido de esos en los que tanto disfrutó en el pasado.

SERGI ROBERTO

Xavi apostó por él en el lateral derecho, a pesar del temor y las dudas que podía provocar por la presencia de Vinicius... Y a la primera jugada de exigencia clara, de necesidad de rapidez hacia atrás, quedó señalado. El brasileño le ganó casi 10 metros en un santiamén para que la teórica igualdad del partido saltase por los aires antes de llegarse al cuarto de hora.

Le faltó, también, el apoyo de Raphinha y la colaboración del centro del campo, lo que provocó un sufrimiento fuera de lo normal, en una posición demasiado exigente en según qué partidos. No tiene, se demostró, la velocidad adecuada para enfrentar a jugadores como el brasileño. La culpa mo es suya...

ANSU FATI

Provocó más peligró en los últimos 22 minutos que Dembélé en los primeros 73. Ya no digamos Raphinha, que había pasado en silencio por el Bernabéu. Suyo fue, pasados los 75 minutos, el primer remate con peligro evidente a Lunin, el suplente de Courtois a quien tanto debiera haber probado el Barça y a quien no se le hicieron casi ni cosquillas hasta entonces. Y suya fue la jugada del 2-1, en que asistió a Ferran.

Velocidad, verticalidad, atrevimiento... Y sabiduría táctica, que no es poco, es lo que ofreció el delantero, bien apoyado por la rabia de Gavi en un momento en que el Barça se caía sin remisión y al que consiguieron levantar para evitar lo que durante bastantes minutos había sido un auténtico baile merengue.