Morata es un futbolista que ha jugado en el Real Madrid, Chelsea, Atlético y Juventus, y que ha cumplido en todos lados hasta llegar a vivir su mejor momento de nuevo como colchonero.
MADRID -- Quién le iba a decir a Álvaro Morata la trayectoria que iba a tener. De empezar en el Campus del Atlético de Madrid compartiendo vivencias con David de Gea y Koke a debutar con el primer equipo del Real Madrid en diciembre de 2010 tras tener que pasar por la cantera del Getafe porque el esquema de cantera colchonero no le encontraba sitio en cadetes…
El futbol tiene unos caminos inescrutables que nadie entiende y que, además, permiten que los jugadores den muchas vueltas. En el caso de Álvaro Morata, esas vueltas han sido tremendamente positivas para su palmarés y demuestran que su perfil de delantero escasea en los grandes gigantes europeos y que es tan necesario como positivo para los rendimientos de los mismos.
Un futbolista que ha jugado en el Real Madrid, en el Chelsea, en la Juventus y en el Atleti no puede ser considerado del montón. Nunca. Y más cuando el propio FC Barcelona estuvo cerca de ficharle hasta en dos ocasiones. Muy cerca…
Con más de 205 goles en su carrera, Morata ha movido en traspasos más de 150 millones de euros. Su perfil es el de un delantero espigado, que va bien de cabeza y que combina un juego de pies que le hizo imprescindible para Luis Enrique y Luis De la Fuente en la selección española. Puede gustarle más o menos al aficionado, pero los datos son irrefutables.
Tras su paso por la Premier League con el Chelsea y su segundo retorno a la Juve, Morata tenía claro que quería volver a España para quedarse. Y el matiz de “quedarse” es imprescindible para contextualizar el gran inicio de temporada que lleva. ¿Por qué?
Nos teletransportamos al pasado, concretamente al stage de pretemporada que hizo el Atleti en su gira asiática por Seúl. Allí, entre mil rumores (ciertos) de ofertas que Morata tenía encima de la mesa de Italia y, sobre todo, de Arabia Saudita, el Cholo Simeone se sentó con él al final de una sesión de entrenamiento.
Los dos, mano a mano, y en la soledad (y por ende, tranquilidad) de aquel campo de entrenamiento en Seúl, se dijeron lo que pensaban sobre el rol de Morata en el Atleti. No era una decisión fácil por ambas parte que, sin embargo, tenían clara una cosa: ambos querían que Morata siguiera en el equipo. Y Cholo cumplió pidiéndole tranquilidad y otorgándole más importancia, así como el delantero también con goles y rendimiento. Esa conversación dio paso a una confianza clave que ha provocado un rendimiento sobresaliente en los primeros meses de competición.
Se puede debatir sobre si Morata puede aguantar su cifras goleadoras durante todo el año o no. Es fútbol. Sin embargo, hasta la fecha no se puede hacer más que levantarse y aplaudir el rendimiento de un delantero que nunca ha dicho una palabra más alta que otra y que siempre se ha mantenido en su sitio, que no es otro que el campo. ¿Le exigían más goles? Ahí están, 9 tantos en 12 partidos. ¿Le pedían juego? Ahí está, con un Simeone que está encantado con él.
Dicen de Morata que, además, es un trozo de pan en el vestuario y que su sensibilidad personal va más allá de lo que pueda hacer en los terrenos de juego con multitud de guiños a gente a la que ayuda desinteresadamente. Por eso es un tipo respetado que, entre sus compañeros de profesión, tiene un cartel al que pocos pueden llegar. Si a eso le sumamos que los goles le acompañan, tenemos como resultado un delantero 10 que es un ejemplo para la sociedad en cuanto a compromiso con la misma.