Samu apareció como un auténtico dolor de cabeza para la defensa del Barça, pero Lewandowski se acabó llevando los reflectores al reencontrarse con el gol en partida doble.
BARCELONA -- Samuel Omorodion nació en Melilla en 2004, se crió en Sevilla y en 2021 entró a formar parte del juvenil del Granada. Esta temporada jugó la primera jornada con el equipo andaluz en el Metropolitano, marcó el gol de su equipo, que perdió 3-1. Y tres días después el Atlético Madrid le fichó por seis millones de euros, cediéndole inmediatamente al Alavés.
Y ahí está, este joven de padres nigerianos, ganándose un nombre que en Montjuïc costará de olvidar. Como si del mismo Lukaku se tratase, mezclado con signos del propio George Weah, Omorodion volvió loco a Koundé. De entrada le costó solo 18 segundos marcar el 0-1 y con una potencia soberbia rozó dos goles más que no habrían sido casualidad. Más casualidad fue que el primer remate, a los 13 minutos, se marchase fuera y que el segundo, a la media hora, tropezase con el larguero de un desesperado Ter Stegen ante la inferioridad manifiesta de Koundé, aliviado como nadie cuando Xavi decidió que pasase al lateral para que se encargase de su marca Araújo.
Ahí empezó a desvanecerse el efecto Omorodion en el partido, aunque pocas veces se ha visto, en un partido sin la consideración de grande, tan ocupado al zaguero uruguayo.
Sigue, una vez más, jugando de lo que haga falta. Y continua, como en los últimos partidos, mezclando ansia con poder, desorden y anarquía. Al portugués se le vio tanto en la derecha como en la izquierda, actuando hasta de mediocentro o interior y extremo sin ninguna continuidad.
Haciendo la guerra por su cuenta, provocó peligro en ataque en jugadas puntuales... Y provocó, también, desajustes en defensa que le costaron al Barça más de un susto cuando no se le podía cubrir las espaldas porqque nadie parecía estar destinado a ello.
Después de acumular 332 minutos en seis partidos sin ver puerta, el polaco, por fin, rompió su mala racha, convertido en el futbolista clave para entender la victoria del Barça, anotando los dos goles que le dieron tres puntos de oro a su equipo.
Al margen de los goles... Poco más a decir. Lewandowski, a quien Sivera le sacó un remate en la primera parte, llegó hasta el descanso sin apenas dar más señales de vida que no fuera por protestar.
Entró más en juego tras el descanso y el gol del empate fue estupendo, un excelente remate de 9 de área de primer nivel. Y aumento su estadística desde el punto de penalti. Acallaría de esta manera las críticas... Por más que su juego y peso en el equipo no sea el del futbolista que deslumbró a su llegada al Barça.