BARCELONA -- El 24 de julio del año 2000, en el Santiago Bernabéu, Luis Figo sonreía de forma nerviosa junto a Florentino Pérez en el antepalco del Santiago Bernabéu. Se cerraba aquella jornada una historia nacida tres semanas antes, cuando una filtración de Paulo Futre anunciaba que el jugador portugués era la baza definitiva de Florentino en las elecciones a la presidencia del Real Madrid.
Ni el PSG es el Real Madrid, ni Neymar es Figo ni, tampoco, Piqué es Guardiola. Viene a cuento el nombre de Pep porque el hoy entrenador del Manchester City era el mejor amigo de Luis en aquella plantilla del Barça y no pudo, se entiende, desactivar un asunto que, parece, PA-RE-CE, Gerard ha solventado a golpe de Instagram y twitter.
Reconocido jugador del poker, y dicen que muy bueno, Piqué es la imagen del Barça, el portavoz y el apagafuegos. ¿El conseguidor infalible? Eso habrá que verlo porque el círculo no se completará hasta que una declaración institucional, o el propio Neymar, lo eleven hasta la consideración de definitivo.
Lo que no se sabe, por más que haya quien sí lo proclame acogiéndose a una sabiduría personal harto dudosa, es si Gerard Piqué, el consumado jugador de poker, se tiró un farol por todo lo alto con esa imagen junto a Neymar y un simple pero mensaje contundente: “Se queda”. Dos días antes de marcharse al Real Madrid Luis Figo también proclamó su permanencia en el Barcelona…
Nada parece hecho desde la casualidad alrededor de Ney. El padre viajó de improviso a Estados Unidos cuando se supo que Josep María Bartomeu no asistiría al partido frente a la Juventus y en el MetLife Stadium repartió confidencias con Raúl Sanllehí, el Director de futbol del Barça, mientras Albert Soler, el Director de Deportes Profesionales del club, intentaba ganarse su confianza ante el pasmo de todos los directivos presentes, que ni sabían cómo actuar.
‘Dicen’ que la improvisada reunión entre el padre del crack y los dirigentes del club fue un fiasco y la jornada del domingo fue poco menos que un vía crucis a ambos lados del Atlántico. En Barcelona trabajándose contra el reloj, a la espera de reacciones, y en Estados Unidos sin un mensaje institucional que llevarse a la boca.
A las 10 de la noche en España todos los medios coincidían en una cosa: ‘Neymar está más fuera que dentro del Barça’. Algunos tomaban la noticia adelantada por ESPN respecto a que el PSG haría frente a la cláusula de Ney a través de un tercero y se especulaba con cifras, reuniones, llamadas con vistas a, por la falta de certezas, seguir esperando… Hasta que ‘apareció’ Gerard Piqué.
El central, el tipo que abrió la puerta a la negociación con Rakuten, publicó la famosa imagen minutos antes de las 11 de la noche en España, momento cercano y crítico en el cierre de las redacciones de papel. El momento oportuno y señalado para que se cambiase todo absolutamente… Pero sin tiempo para nada. Solo para lanzar su mensaje, para ponerse, otra vez, en sus manos. Sin tiempo material de tomar reacciones alrededor del club y de la imagen.
Si fue o no un farol de Piqué se sabrá. Pero, claro, se sabrá cuando Neymar quiera. Porque él es quien debe dar cuenta de todo.