BARCELONA -- Philippe Coutinho no pasó la prueba y evidenció su vuelta al banquillo en el regreso de la Champions al Camp Nou el miércoles frente al Olympique de Lyon. Si se entendió como un descanso la suplencia de Ivan Rakitic y la ausencia de Lenglet por sanción, la alineación de Semedo y de Coutinho podía sospecharse como un examen de Valverde.
Al final se demostró qué tan tocado está por la desgracia el brasileño como tocado por la fortuna Rakitic, a quien acudió Valverde en la recta final del partido, preocupado por el 2-1 y el atrevimiento del Rayo. Recibido con ovación, el croata tardó 100 segundos en regalar el 3-1 a Suárez y finiquitar la tarde, apartando del plano y del pensamiento la actuación de Coutinho.
El brasileño, simplemente, pareció otra vez superado por la exigencia. Apocado e incapaz de mostrar galones, apenas si desbordó por banda cuando se situó a la izquierda, combinó sin ninguna idea atrevida cuando se vino al centro para apoyar (es un decir) a Arthur y llegó a fallar un gol cantado que desembocó, curiosamente, en el preocupante 0-1 logrado inmediatamente después por De Tomás.
Un pase diagonal de Arturo Vidal a Lionel Messi lo resolvió el argentino, escorado en el lado izquierdo del área, con un pase matemático, raso, simple y magnífico para Coutinho, que llegando desmarcado desde atrás solamente debía rematar con total comodidad al borde del área pequeña... y que apenas conectó el balón con su pie izquierdo en una suerte de cesión al portero, que atajó sin más problemas.
Lo malo de la jugada fue que la continuación acabó con el gol, golazo, de Raúl de Tomás, el 0-1 que sembró la incomodidad el graderío del Camp Nou y puso aún más la lupa sobre el futbolista brasileño.
Valverde le siguió dando confianza en el segundo tiempo, sacando del campo a Arthur, muy intermitente y poco trascendente en la primera mitad, y manteniéndole junto al ingresado Dembélé. Pero la actuación del brasileño, recolocado en la mediapunta, fue tan triste como lo había sido antes.
PERDIDO
Le costó mucho, demasiado, a Coutinho hacerse ver y comenzó a extenderse, una vez más, por la grada la sensación de que el Barça empieza a ser una prueba insuperable para el jugador más caro de su historia.
Desaparecido en ataque y superado en defensa, donde no acudió en ayuda de sus compañeros para presionar, o intentarlo, la salida de balón del rival, el brasileño va trasladando una imagen recordada en el estadio. La de Vitor Baía, un estupendo portero portugués que llegó dispuesto a marcar una época y fue engullido por la responsabilidad; la de Meho Kodro, excelente goleador en la Real Sociedad y cuyo semblante y rendimiento en el Barça fue decepcionante.
No superaron la prueba del Barça como parece que tampoco vaya a hacerlo un Coutinho, a quien Valverde sacó de escena en la recta final, entrando en su lugar Rakitic y convirtiendo el desenlace en una felicidad no esperada por nadie.
Recibido con ovación, el croata le regaló el 3-1 a Suárez y puso en un brete a la directiva azulgrana, tan poco dispuesta a mejorar un salario que Ivan reclama y más cercana a abrir la puerta a su traspaso como entregada está a él la hinhcada y el entrenador.
“No imagino el Barça sin Rakitic la próxima temporada”, proclamó el viernes el entrenador. Nadie lo imagina. Puestos a imaginar, seguro, muchos incondicionales del club azulgrana preferirían hacerlo sin Coutinho, más intrascendente a cada día que pasa.