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Víctor Valdés y el Barça, un choque irreparable

BARCELONA -- La carrera, breve, de Víctor Valdés como entrenador en el FC Barcelona ha estado salpicada de desencuentros, polémicas, espantadas, discusiones, gritos y enfrentamientos que, sumados a los resultados (dos derrotas consecutivas en la Youth League) provocaron el último viernes que fuera apartado de sus funciones al mando del equipo juvenil para ser citado a un reunión este lunes en que el club sentenció su despido definitivo.

La personalidad del ex portero, no por conocida, sembró una discordia inesperada en La Masia, desde donde varias fuentes expresaron a ESPN Deportes que los problemas vividos durante los dos últimos meses “han superado todo lo que se pudo imaginar”.

“Tiene un carácter difícil, muy difícil”, relató, hace ya más de un mes, un trabajador del fútbol base, admitiendo la explosiva relación del técnico con todos sus colaboradores. “El fallo quizá fue no marcar la línea desde el primer día” explicó un responsable, cuando la bomba, este fin de semana, ya había estallado tras su enfrentamiento, que no era el primero pero sí fue el más grave, con Patrick Kluivert.

Broncas a sus colaboradores, gritos con nutricionistas, desprecios a preparadores varios, desplantes o faltas de asistencia a actos, quejas por no poder entrenar y jugar más en el estadi Johan Cruyff, boicot al filial… La relación de episodios polémicos de Valdés, se asegura en el club, es “enorme”, solventando que conociéndose un buen número, “varios han quedado de puertas adentro”.

El regreso del ex portero al Barça, del que se marchó como futbolista en silencio y sin despedirse de nadie al final de la temporada 2013-14, lo anunció Josep Maria Bartomeu el cinco de julio, un día después de la dimisión de su vicepresidente Jordi Mestre e instantes antes de la presentación oficial de Frenkie de Jong.

“Hablé con él hace unos días y me dijo: "¿Presi, no es hora de que vuelva a casa?". Yo le respondí que me dejara unos días para pensar cómo podíamos integrarlo en nuestra estructura técnica” expresó el presidente del Barça, siendo anunciado como nuevo entrenador del equipo juvenil el 19 de julio.

SORPRESA

“Buscamos un fútbol que no traicione la idea del Barcelona pero imprimiéndole más gas. Nosotros jugamos al ‘Futtack’, que es una propuesta de juego mucho más dinámico, valiente y en la que vamos a por el gol”…

Con esta declaración de intenciones se presentó el 19 de julio Valdés en la sala de prensa ante los periodistas, con un discurso que cerró irónicamente hablando del por aquel entonces posible regreso de Neymar, “no tengo que valorar esas cosas porque me ponen en un compromiso y quizá me despiden cuando mi ilusión es seguir mañana aquí”, pero que ya fue recibido con sorpresa entre los directivos y los responsables del fútbol base.

El ‘Futtack’ anunciado por Valdés no representaba, de entrada, una ruptura con la filosofía implantada en La Masia pero sí consistía en un cambio inesperado. El nuevo entrenador del equipo juvenil mantuvo al balón como centro de gravedad de su trabajo pero dividió a sus jugadores por zonas, en una suerte de tablero de ajedrez en la que todos representaban a distintas fichas que debían mezclar en el campo.

Si a su plantilla le costó, de entrada, habituarse a ese nuevo escenario, fuera del vestuario la metodología implantada por el nuevo entrenador se acogió con preocupación, disimulada al principio y evidente con el paso de las semanas. El dos de agosto debutó con el primer amistoso, frente al CEF Bosc de Tosca (modesto club catalán cuyo equipo juvenil milita en la cuarta categoría) en un partido que venció el Barça por 1-3 y en el que empezó a verse una variante táctica a la que no se concedió importancia. Entonces.

La pretemporada siguió con dos amistosos en Rusia frente al Zenit… Y el primer conflicto, en Holanda. En la Youth Otten Cup disputada en Eindhoven Valdés decidió retirar al equipo y, tras perder la semifinal, no disputar la final de consolación alegando el poco tiempo de descanso entre ambos partidos para sus jugadores (una hora) a pesar de conocer los horarios de la competición. La organización del torneo mostró su queja al Barcelona, que debió disculparse advirtiendo que no conocía de antemano las intenciones del entrenador, que ya tuvo una primera discusión con Kluivert por ello.

DIVORCIO

Pero la alarma aumentó ya de forma considerable con motivo de la inauguración del Estadio Johan Cruyff, en el amistoso frente al Ajax (0-2) y en el que se vio que Valdés aparcaba el intocable dibujo táctico del 4-3-3 para utilizar un 4-4-2, variando la posición de varios jugadores, no utilizando a otros y provocando una primera bronca indisimulada. “A mí no me tenéis que decir cómo jugar o a quien poner” explotó el técnico cuando fue citado por los responsables del área deportiva del fútbol base, preocupados, a una reunión.

Y a partir de ahí, el 27 de agosto, las relaciones se rompieron. Su bronca al jefe de prensa por no facilitarle una mesa y una silla para ofrecer una rueda de prensa fue sonada, tanto como la que mantuvo con un nutricionista por no estar de acuerdo con él y lo que se consideró boicot al filial por pasar muchos entrenamientos a la tarde para evitar que jugadores suyos fueran citados a ejercitarse con el Barça B, con el conflicto que eso provocó en los estudios de los jugadores y la queja de sus padres.

Ausente en el encuentro que el club celebró con todos los entrenadores del fútbol base sin dar explicación o furioso por no recibir el permiso para hacer una barbacoa en La Masia con su plantilla, los encontronazos personales se repitieron en las últimas semanas hasta desembocar, tras el partido que disputó el equipo frente al Lleida, en la queja de Ilaix Moriba a Kluivert por ser suplente, lo que provocó el enfado de Valdés por saltarse las normas del régimen interno de su plantilla.

La última semana la tensión ya motivó que el entrenador reuniera a sus jugadores antes del entrenamiento del viernes para, en un sentido discurso, comunicarles que no sabía si seguiría siendo su entrenador y que tras la sesión fuera convocado por Kluivert a una reunión que, en presencia de Jordi Roura, “acabó de muy mala manera. Ya se sabía fuera” explicó una de las personas consultadas.

“Tiene un carácter muy difícil”, resolvió otra de las fuentes, para quien el desenlace “estaba claro”. Y cinco años después de despedirse, como jugador, en silencio Víctor Valdés volvió a abandonar el club. Esta vez a gritos.