BARCELONA -- Un mismo día contemplado desde dos prismas diferentes. Si se cumplen cinco años de la fiesta de Berlín, donde el Barcelona conquistó su última Champions, el último Triplete, el éxtasis de un equipo grabado con letras de oro en la leyenda del club, también se cumplen 50, medio siglo, de una jornada igualmente grabada a fuego en su historia, la del mayor escándalo que se mantiene en la retina del barcelonismo.
La noche de Guruceta, el árbitro que el 6 de junio de 1970 señaló un penalti en el Camp Nou a favor del Real Madrid por una falta (de Rifé a Velázquez) cometida casi dos metros fuera del área permanece en el imaginario azulgrana como una de las mayores afrentas de aquella época en blanco y negro, en plena travesía del desierto de un club en el que ganar títulos era la excepción, sometido al poder de un Madrid a menudo inabordable en el terreno de juego y al que se señalaba como protegido por el régimen de Francisco Franco.
El Barça de la actualidad no tiene apenas ninguna relación con el de aquel pasado. Es distinto el club, el estadio y hasta el escudo, que recuperó tras la dictadura su nomenclatura oficial (FCB) que tras la Guerra Civil se le impuso castellanizar (CFB). Globalizado y triunfador, se entiende impensable permanecer una temporada sin ganar títulos, ya no digamos una década, y con la televisión en el escenario, cualquier jugada dudosa puede devenir en polémica... que inmediatamente deja paso a otra la siguiente semana.
Se ha impuesto una suerte de consumo inmediato que convierte el pasado en recuerdo lejano y si ahora ocurre, se contempla lejana la Champions de 2015, qué decir de lo que sucedía en las antiguas décadas del siglo XX. Pero Guruceta permanece. Se traslada entre generaciones el recuerdo de una noche que acabó con cargas policiales en el mismo Camp Nou y en las calles de la ciudad después de un partido que marcó a aquel árbitro cuyo error fue la gota que colmó el vaso en el victimismo azulgrana.
Rexach, Asensi, Marcial, Alfonseda, Rifé, Martí Filosía, Puyol, Bustillo, Dueñas. Todos los futbolistas de aquella época previa a la llegada de Johan Cruyff en 1974 han dado cuenta una y otra vez de arbitrajes sospechosos, cuando no escandalosos, que siempre, en momentos cumbre, determinaron la suerte del Barça en una y otra temporada...
La de Guruceta fue la noche definitiva. Aquel escándalo sucedía a la criminal lesión sufrida en el Bernabéu meses antes por Bustillo (en una jugada que acabó con su carrera y que ni fue señalada como falta), se producía una semana después de que en el partido de ida de aquellos cuartos de final de Copa, que ganó el Madrid por 2-0, el Barça se sintiera estafado. Y provocó que los casi 90 mil aficionados presentes en el Camp Nou estallasen plenos de ira.
Volaron las almohadillas al césped, grupos de aficionados saltaron al campo provocando la actuación inmediata de la policía, con carreras y porrazos en pleno césped y la amenaza de plante de los jugadores del Barça, frenados en última instancia por el entonces entrenador, Vick Buckingham.
El Barça se sintió robado y Guruceta no volvió a dirigirle hasta 1985. Provocando, durante un amistoso en Mallorca, otro escándalo. Casualidad.
La persecución contra el Barcelona se daba por supuesta en aquellos años por más que el árbitro en cuestión, Guruceta, siempre defendió su integridad. Fallecido en un accidente de coche en 1987 hoy su nombre da premio al mejor árbitro de la temporada en España... Aunque en 1997 el presidente del Anderlecht desveló que le pagó 17 mil dólares en 1984 tras una remontada en la semifinal de Copa de la UEFA ante el Nottingham Forest. Casualidad, también.
El Barça de Londres, de París, Roma y Berlín, ciudades monumentales en la vieja Europa donde levantó sus cinco títulos de Champions y que, hoy, sueña con volver a conquistar (probablemente en Lisboa y no en Estambul) no tiene nada que ver con aquel Barça en blanco y negro, mucho más local frente a este universo globalizado.
Pero, todavía, una de las primeras lecciones que aprenden en Barcelona, en España, los niños que crecen en azulgrana es que mucho antes que Messi, que las Champions y que Cruyff incluso, hubo un tipo llamado Emilio Guruceta que permanecerá, por siempre, en el recuerdo, maldito, de la historia.