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Cartas desde Barcelona: Griezmann, el último incendio azulgrana

BARCELONA -- De la movida del sábado al silencio del martes, de empate en empate, de broncas, ratificaciones, impotencia y derrumbes... El Barcelona ya se ha instalado en un bucle, en un callejón al que no encuentra salida, y a cada día que pasa le sobreviene un nuevo incendio. El último se llama Antoine Griezmann. Y no es poca cosa.

De fichaje estrella a simple secundario en el momento en que el equipo azulgrana se juega la temporada a cara o cruz, a Griezmann se le señala por el precio que costó sin atender a que se le ha condenado a un papel muy distinto a ese que tuvo en el Atletico Madrid y que provocó, se supone, su incorporación. Posiblemente tenga responsabilidad en primera persona... Con seguridad ha sido víctima de una planificación sin pies ni cabeza del Barça.

Si tuvo que aguantar las críticas que motivó la novela de su fichaje, después tuvo que lidiar con el run-run de que no era amigo de Lionel Messi y sobreponerse a toda clase de críticas, incluso campañas mediáticas en su contra tan incomprensibles como falseadas.

Pero Griezmann ha acabado tocado, personalmente, en el momento determinante de la temporada del coronavirus. En el instante preciso para mostrar su ascendente en el equipo ha ido desapareciendo del plano de forma tan sospechosa como poco explicada por el entrenador, que ha dejado de contar con él para colocarle en el disparadero.

Desde el retorno de la competición el protagonismo del francés ha caído en picado y si encajó con frialdad su suplencia en Sevilla, jugar apenas catorce minutos en Vigo (contando el tiempo añadido) le provocó una decepción que se convirtió en furia el último martes ante el Atlético, cuando se entendió una humillación que el entrenador apenas reparase en él para el tiempo añadido.

Griezmann mantiene intacto su deseo de triunfar en el Barça pero alrededor del Camp Nou se mezcla la sensación de que el reto le está superando como ocurrió con Philippe Coutinho con la sospecha de que se le quiere aburrir como a Arthur. Y es que el hecho de que el fichaje estrella, el de los 120 millones de euros, no haya jugado ni la mitad de los minutos tras el regreso de la competición, siendo suplente en tres de los seis partidos disputados (tres de los últimos cuatro y dos consecutivos) es un dato revelador.

Indiscutible en el Atlético y en la selección francesa, a su llegada al Camp Nou entendió la necesidad de adaptar su juego, en la medida de lo posible, a la idiosincracia del Barcelona... Pero ni por asomo sospechó que se acabaría convirtiendo en una pesadilla. El liderazgo y libertad de moviemientos que gozaba en el ataque del Atlético mutó en un corsé de azulgrana. Condenado a la banda su rendimiento se perjudicó y aún multiplicándose en facetas defensivas, la imagen futbolística que se esperaba de él apenas se vio en cuentagotas... Y destacando, por encima de todo, cuando, ausente Messi a principio de curso, pudo jugar con mayor libertad, alejado de la banda.

Griezmann "no es el mejor en el uno contra uno, es más limitado en el desborde y no tiene una velocidad espectacular" sostiene un ex trabajador del Barça... "Pero su capacidad de asociación, el juego al primer toque, su visión del espacio, su desmarque y el remate es fenomenal", advierte, preguntándose si el club tuvo en cuenta esas virtudes al apostar por su fichaje y, más aún, si las mantiene o, por lo menos, las recuerda.

Quienes piensen en el francés como un simple profesional, despreocupado y que olvida fuera del campo todas sus frustraciones se equivoca. Le duele la situación que atraviesa, se rebela contra ella y multiplica todos sus esfuerzos... Y no comprende las decisiones de Setién. No es el único en un vestuario cada día más alejado del entrenador, pero está especialmente contrariado.

Teniendo en cuenta los minutos de prolongación de los encuentros frente a Mallorca (titular), Leganés (titular), Sevilla (suplente), Athletic (titular), Celta (suplente) y Atlético (suplente), Griezmann ha sumado 263 minutos de un total de 588, menos de un 45 por ciento del total, derrumbándose su protagonismo de manera exponencial en los dos últimos compromisos: jugó 14 minutos en Balaídos sustituyendo a Luis Suarez y apenas 5 ante su ex equipo entrando por Arturo Vidal.

En Barcelona ya se habla abiertamente de un Caso Griezmann y en plena tormenta general, su figura emerge como otro fracaso en la gestión de un club, el Barça, a la deriva en el peor momento de la temporada.