Lionel Messi y el Barcelona tienen una larga relación. Desde que llegó a la Masía con apenas 13 años, la Pulga y el club catalán vivieron momentos inolvidables para la historia del fútbol.
En total, a lo largo de todos estos años, el rosarino y el Barsa firmaron ocho contratos profesionales. Algunos fueron más complejos que otros, pero siempre existió buena predisposición de las partes para mantenerse juntos.
LA LLEGADA A CATALUÑA
Dicen que los primeros bosquejos del contrato entre Messi y Barcelona se hicieron en una servilleta. Que el club se comprometía a pagar, entre otras cosas, alrededor de 600 euros mensuales para el tratamiento de crecimiento que necesitaba la Pulga.
Carles Rexach, Secretario Técnico de ese entonces, dio el primer paso para comenzar la historia entre Messi y Barcelona. Habían pasado semanas desde el primer contacto, pero el fichaje tan esperado por la familia del argentino no llegaba.
La Pulga tenía apenas 13 años y muchos dudaban sobre sus condiciones para triunfar en el fútbol profesional, sobre todo porque era demasiado menudo en comparación con sus adversarios de la misma edad. Finalmente Rexach tomó la decisión: convenció a quienes se oponían y el acuerdo llegó, en diciembre de 2000.
EL INICIO CON LAPORTA
Junio de 2005 es una fecha clave en la historia de Messi y el Barcelona. Sería el mes y el año de su primer contrato como profesional en el club catalán. Tenía apenas 18, pero un gran presente y un futuro todavía más auspicioso. Con Joan Laporta, el presidente de ese momento, arregló el vínculo hasta junio de 2010. Con una cláusula de rescición de 150 millones de euros.
La Pulga venía de ganar el Mundial Sub 20 con Argentina, en Holanda, y ya había debutado en la Primera del Barcelona en noviembre de 2003, en un amistoso con Porto de la mano de Frank Rijkaard.
De forma oficial, dio el primer paso en mayo de 2004 ante Albacete. Fue por la Liga y anotó un hermoso gol de vaselina, muy recordado también por el abrazo con Ronaldinho, su guía futbolística de ese entonces.
En la temporada 2004/2005 jugó siete partidos. En ese 2005 iba firmar un segundo contrato: Laporta decidió mejorarle el primero, teniendo en cuenta el rendimiento que venía mostrando y el potencial que ya se veía en el que sería uno de los mejores futbolistas del mundo.
En enero de 2007 el club catalán decidió volver a mejorarle las condiciones: firmaría otro vínculo para extender su presencia en el blaugrana hasta 2014. Un año más tarde, otra vez iba a poner la firma para mejorar la paga.
Ya estaba Pep Guardiola como entrenador, se comenzaba a gestar el Barcelona que haría historia como uno de los mejores equipos del mundo y la Pulga, gran estrella de ese inolvidable equipo, estaba “blindada” por la dirigencia.
La seguidilla de títulos que de la mano de la Pulga el Barsa venía sumando en la temporada 2008/2009 (Liga de España, Copa del Rey, Champions League, Mundial de Clubes, entre otros) generó otra renovación antes de tiempo: en 2009 firmó un nuevo contrato hasta 2016, con una cláusula de rescisión de 250 millones de euros. Su rendimiento iba de menor a mayor, y sus ingresos, también.
En diciembre de 2012, una vez más, el presidente Sandro Rosell le mejoró el contrato. Messi ya era el mejor del mundo y el Barcelona no quería correr riesgos. “Mientras yo sea presidente, se hará lo posible y lo imposible para que Messi siga en el club”, había dicho Rosell, poniendo en tela de juicio la opinión de su vicepresidente, quien consideraba muy costoso mejorar el contrato de la Pulga tan seguido.
Antes del Mundial de 2014, en mayo, llegó la séptima renovación, hasta 2018. Fueron años de muchos títulos de la mano de Luis Enrique: tres Ligas, tres Copa del Rey y una Champions, la última del club, además de la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes.
LA ULTIMA FIRMA
Una imagen que hoy parece muy lejana. Y que nadie imaginaba, se convertiría en la última renovación de la Pulga con el Barcelona. Joseph Bartomeu, sonriente, sentado al lado de Messi firmando su nuevo contrato. Esa mañana de noviembre de 2017 la realidad era muy diferente a la actual.
A través de un comunicado, el club había informado que el vínculo entre el argentino y los catalanes se extendería hasta el 30 de junio de 2021. La cláusula de rescisión fue fijada en ese momento en 700 millones de euros, un número mucho más alto del que se había hablado al comienzo de las negociaciones y que era cercano a los 300 millones.
El Barcelona venía de sufrir una mala experiencia con la salida de Neymar al PSG, y no quería tener sorpresas de ningún tipo con su gran referente.
Fue un final feliz para las dos partes, un final que se venía dilatando porque si bien desde el club se había anunciado a mitad de ese año que la Pulga renovaría el vínculo, la firma se hacía esperar.
UNA PIEDRA EN EL CAMINO
Pero en enero de 2017 una bomba había sacudido la interna catalana. Pepe Gratacós, director de Relaciones Institucionales del club, declaró sobre Messi: “No sería tan bueno sin Iniesta, Neymar, Piqué…”.
Gratacós fue removido de inmediato de su cargo, por “expresar públicamente una opinión que no coincide con la de la entidad”. Claro, los dirigentes culés estaban en plena negociación para extender una vez más el vínculo con su principal figura, y las palabras del director de Relaciones Institucionales no aportaban mucho para cerrar un nuevo trato.
La temporada 2016/2017 había terminado con la Copa del Rey en manos del Barsa. En lo personal, Lio ya se había casado con Antonella Rocuzzo, en Rosario, y se enfocaba en un nuevo ciclo que le daría otros títulos a la colección en Barcelona: esa temporada terminaría levantando el torneo de Liga, la Copa del Rey y la Supercopa de España.
Pero el nivel del equipo ya no iba a ser el mismo, a pesar de que en 2018/2019 llegaría el último título, otra Liga de España. De a poco, el equipo perdía brillo y lucidez. Las internas en el vestuario y entre la dirigencia crecían.
Comenzaba a gestarse la semilla de descontento que terminó desencadenando en un cortocircuito impensado entre Messi y la directiva.