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Messi se apunta otro '10' y se llena de confianza para el cierre de La Liga

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BARCELONA -- El Barcelona de la catástrofe es ya el Barça de la ilusión. Vencedor (1-2) en Villarreal y señalando al partido frente al Granada para igualar sus números en la clasificación, el equipo de Ronald Koeman apuntaló en mayúsculas su condición de aspirante a la Liga, y quien sabe si favorito, para conquistar un título con el que nadie contaba al comenzar el año.

Menos aún cuando, cinco días después de ser aplastado por el PSG en el Camp Nou, cedió un fatal empate frente al Cádiz que a mediados de febrero le descartaba de cualquier ilusión.

El Barça sumó tres puntos ante el Submarino Amarillo y se apuntó una nueva pizca de optimismo en la renovación de Leo Messi, desatado en un 2021 en que suma ya 23 goles y 9 asistencias que (Huesca, Sevilla y Osasuna) siendo vitales en el resurgir azulgrana han devuelto la sonrisa al astro argentino, pendiente de resolver un futuro en el que las sensaciones deportivas tendrán un peso indiscutible. Y a solo cuatro semanas de bajar el telón de la Liga esas sensaciones no pueden ser mejores.

El equipo azulgrana cerrará el mes de abril en el escenario que siempre apuntó Johan Cruyff como ideal en la temporada: peleando por la Liga. El añorado holandés, que este domingo cumpliría 74 años, mantenía trascendental llegar al rush final de la competición con aspiraciones a ganarla, sumándose a una sentencia no menos definitiva de Luis Aragonés: la Liga se gana en las diez últimas jornadas.

Y hoy lo sabe el Barça, tal como ese Atlético que después de apenas encajar una derrota y un empate en sus primeros 19 partidos del torneo, ha cedido cinco empates y dos derrotas en los siguientes 13 para diluir un dominio que se antojaba tan decisivo como se ha borrado con el paso de las semanas.

Mientras el entorno anda atolondrado con la SuperLiga Europea, Ronald Koeman mantiene los cinco sentidos en su 'partido a partido' con el que ha resucitado a un equipo hundido y un

club derrumbado. Sin atender a todo lo que se dice, especula y amenaza, el holandés ha dejado de ser un entrenador de urgencias y de paso para convertirse en personaje indiscutible alrededor de un Camp Nou otra vez convencido de sí mismo.

Koeman ha convertido una plantilla deprimida en un grupo compacto. Apenas llegar tuvo que despedir personalmente a Luis Suárez, lidiar con el intento de huida de Leo Messi y tomar las riendas de un vestuario señalado por el 2-8 de Lisboa. Al cabo de ocho meses ha recuperado la mejor imagen de Sergio Busquets y de Ousmane Dembélé, sacado la mejor versión a De Jong, catapultado a Pedri, Mingueza o Araújo y devuelto la sonrisa al capitán.

Y, ya se sabe, no es lo mismo plantearse una renovación desde el desencanto que hacerlo desde la felicidad que hoy disfruta el club, un punto quizá no definitivo en la decisión de Messi pero indudablemente trascendente